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Los expertos en la frontera abrazan el muro de Trump

Agentes y contratistas de seguridad, que hace un año veían las ideas del presidente con desdén, se preparan para un aumento significativo del presupuesto en su sector

Pablo Ximénez de Sandoval
Ronald Vitiello, jefe de la Policía de Fronteras de EE UU, en la Border Security Expo de San Antonio, este miércoles.
Ronald Vitiello, jefe de la Policía de Fronteras de EE UU, en la Border Security Expo de San Antonio, este miércoles.AFP
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US security firms and border agencies get behind Trump’s wall

Nadie pidió un muro. Pero ya que está aquí, van a sacarle todo el provecho que puedan. Profesionales de la policía de fronteras de Estados Unidos y contratistas de seguridad compartieron dos días esta semana en una feria comercial en San Antonio, Texas, donde vinieron a reconocer que hay una nueva prioridad en EE UU, que esa prioridad les favorece y que si el presidente dice que hay que hacer un muro, pues se hace. El lema de un contratista es: “Sigue el dinero”. Y el dinero se va a poner en seguridad de la frontera.

La industria de la seguridad fronteriza en Estados Unidos se reúne en una feria llamada Border Security Expo desde hace 12 años. Hace un año por estas fechas, en esta misma feria comercial, estos mismos expertos descartaban la idea del muro por ser poco práctica. Los argumentos eran que ya hay una barrera física allí donde es necesaria, en las ciudades, y donde no, el paso es muy difícil y hay suficiente tecnología como para detectar los cruces, que por otra parte están en mínimos históricos.

Por entonces, Trump avanzaba hacia la nominación republicana pero aún había esperanzas de frenarlo y las encuestas decían que, de ser él el candidato, lo tendría muy difícil frente a Hillary Clinton. Nadie más que él, en los dos partidos, hablaba de un muro. Era su eslogan de campaña y lo más coreado por sus seguidores. No pocos expertos en seguridad le miraban por encima del hombro, como un ignorante de la realidad en la frontera que no sabía de lo que hablaba.

Un dron en miniatura, en la feria de seguridad fronteriza.
Un dron en miniatura, en la feria de seguridad fronteriza.AFP

Hoy, el muro es una realidad. Hay una orden ejecutiva que ordena su construcción, además de contratar 5.000 agentes nuevos para la policía de fronteras (CBP) y 10.000 para la policía de inmigración (ICE), y exige que se detengan “todas” las entradas irregulares al país. “Se espera que la seguridad de la frontera sea una prioridad” de la nueva Administración, dijo Robert Bonner, consultor de seguridad. “El futuro dependerá de cómo de literal nos lo tomemos”.

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Y en el departamento de fronteras se lo han tomado literal, aunque con prudencia. El nuevo jefe de la Patrulla Fronteriza puesto por Trump, Mark Vitiello, apenas mencionó el muro en sus palabras en la conferencia. Dijo que “el cemento ayuda si lo tienes”, pero añadió que “no vale solo con la barrera física”. “Cuando se haga más (barrera de la que hay) por el mandato del presidente, hay que pagar por ello y hay que poder sostenerlo a largo plazo”.

Cuatro prototipos de muro antes de final de año

Desde que salió publicada la orden ejecutiva de empezar la construcción de un muro en la frontera, a finales de enero, los profesionales de la seguridad en la frontera han tratado de saber si realmente se iba a construir un muro de lado a lado o no. En la Border Security Expo, los responsables del CBP (policía de fronteras) parecían tener ya claro que será algo selectivo.

Para el nuevo muro, alrededor de 200 empresas han presentado sus diseños. El CBP busca dos tipos de diseños, uno de cemento y otro de otro material, explicó Mark Bronkowski, responsable de compras de la policía de fronteras. En junio se hará una selección de 20 de cada tipo. De esos, finalmente quedarán cuatro de cada tipo. Antes de final de año estarán construidos esos ocho prototipos para seleccionar el ganador. La construcción de los prototipos costará menos de dos millones de dólares, explicó Borkowski, que rechazó dar una estimación del coste final hasta que se haya hecho el estudio de los lugares en los que se hará.

La construcción se iniciará en el sector de San Diego, donde es más fácil porque el CBP es dueño del terreno. La cuestión del terreno es especialmente conflictiva a la hora de construir el muro de Trump. En Arizona, por ejemplo, buena parte es terreno con valor mediambiental. En Texas, hay muchos lugares donde el terreno junto al río es privado, lo que obligaría a expropiaciones. En algunos lugares, el coste de adquirir el terreno puede acabar superando el coste de construir el muro, admitió Bronkowski.

De los 3.200 kilómetros de frontera con México, ya hay un muro físico en 1.000 de ellos, repartido en 85 puntos, sobre todo en California y Arizona.

Mark Barkowski, responsable de adquisiciones del CBP (y por tanto responsable de contratar el muro) explicó que la orden ejecutiva de Trump exige el “impedimento permanente” de la entrada de inmigrantes ilegales, en referencia al muro, y la detención de “todas” las personas que intenten entrar. Todas son todas. La Patrulla Fronteriza ya no tomará decisiones en función del riesgo que supone una persona, como hacía hasta ahora. Todo el que cruce la frontera debe ser detenido, incriminado por algún delito (como ordenó el martes el fiscal general, Jeff Sessions) y presentado ante un juez.

“Sé que si hiciéramos una encuesta aquí ahora mismo cada uno tendría una opinión sobre si esa es la mejor forma de proteger este país o no”, dijo Borkowski a una sala repleta de profesionales de seguridad fronteriza. “Cada uno tendría una opinión sobre si esa es la manera en que este país debe presentarse ante el mundo”. “Yo tengo un jefe, que es el presidente de Estados Unidos. A mí no me ha elegido nadie, a él sí. Y estas son sus órdenes. Vamos a cumplir sus órdenes como cumplimos las de Barack Obama y las de cualquier otro presidente”. Si las órdenes del presidente son un impedimento permanente y físico para que la gente no entre, en algunos lugares hace falta un muro. Y a eso se van a dedicar.

David Aguilar, exjefe de la policía de fronteras de Estados Unidos y ahora lobista de ese sector, cree que el Gobierno está escuchando a los expertos y ahora es más realista en su proyecto de muro. “Hasta hace dos semanas insistían en que querían 2.000 millas de valla. Ahora se han echado atrás”. Sigue pensando que el muro por sí mismo no soluciona los problemas. “La infraestructura es útil dependiendo la forma en que se haga, dónde se haga y cuál es el soporte que tenga. Hacen falta medidas adicionales para ayudar al muro, como jueces de inmigración, agentes, fiscales, y cooperación con México”.

Se percibe entre los responsables de la policía de fronteras cierto reconocimiento a Trump, al que miraban con sospecha hace un año, por el efecto que su retórica agresiva está teniendo en las llegadas de irregulares. Mark Borkowski destacó que nunca se habían visto descensos en las detenciones entre enero y marzo y la única explicación es que Trump está asustando a los potenciales inmigrantes. El jefe de la Patrulla Fronteriza, Ronald Vitiello, fue más claro al decir que un sistema de inmigración que “no funciona” y obliga a soltar a los detenidos “incentiva a venir, como vimos en 2014 y 2015”. El exjefe de la policía de fronteras David Ahern dijo que “la gente se ha dado cuenta de que va a ser distinto con el nuevo Gobierno. Cuando se envían señales confusas es distinto”. Alguien entre el público, formado en su mayoría por agentes, dijo en alto: “¡Amén!”.

Un reclutador de la Policía de Fronteras, en la feria sobre seguridad de San Antonio.
Un reclutador de la Policía de Fronteras, en la feria sobre seguridad de San Antonio.JOHN MOORE (AFP)

Del par de cientos de vendedores de la exposición, ninguno ofrecía cemento o materiales de construcción. Estaba todo lo demás: radares, vehículos todo terreno, sistemas de comunicaciones, detectores de matrículas, drones. La exposición comercial ha crecido notablemente en este año al calor del nuevo Gobierno. En San Antonio esta semana estaba por ejemplo el gigante aeroespacial Lockheed Martin presentando un dron. El año pasado no estaba.

Tampoco estaba hace un año Michael B. Zalle, de Squire Tech, y este año es uno de los patrocinadores. Su empresa hace torres de comunicaciones portátiles que se pueden desplegar en medio del desierto con una autonomía de tres semanas. “Hay buen ambiente”, decía. “Estamos invirtiendo en esto. El presupuesto ha sido muy corto durante muchos años y creemos que va a aumentar”. Zalle suele vender a cuerpos de emergencias locales y estatales, y cree que es el momento de apuntar al Gobierno federal. “Ahora se habla de esto. El dinero sigue a las palabras. Nosotros seguimos al dinero”.

Todos, sin embargo, se muestran prudentes dentro del optimismo. Una cosa es lo que diga Trump y otra lo que le deje hacer el Congreso. La prudencia es la nota dominante hasta que el dinero esté sobre la mesa. “El Ejecutivo es solo una pata del Gobierno y puede influenciar hasta un punto. El Congreso es el que hace el presupuesto”, decía Scott Pearson, de Vigilant Solutions, una empresa especializada en software de reconocimiento de caras.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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