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Alexander Gauland | Vicepresidente de Alternativa para Alemania

“No nos gustan los rescates ni la política de acogida a los refugiados”

El vicepresidente de la ultaderecha alemana defiende una candidatura conjunta para las elecciones tras la renuncia de la líder

Alexander Gauland, vicepresidente de Alternativa para Alemania, durante una conferencia de prensa en Berlín en 2015.
Alexander Gauland, vicepresidente de Alternativa para Alemania, durante una conferencia de prensa en Berlín en 2015.Reiner Zensen (imago/Reiner Zensen / Cordon Press)

El nombre de Alexander Gauland aparece en un lugar muy destacado en la propuesta con la que la líder del partido de extrema derecha alemana, Frauke Petry, acude al congreso que Alternativa para Alemania (Afd) celebra este fin de semana. No es casualidad. Petry anunció ayer que renuncia a presentarse como cabeza de lista de Afd para las elecciones generales de septiembre y que su decisión está motivada por “la falta de una estrategia coordinada y por las fuertes provocaciones de algunos representantes”. Gauland, vicepresidente del partido, es el gran “provocador” y un crítico de la líder populista, que en una entrevista con EL PAÍS, explica que aspira a “formar parte de una candidatura conjunta”, con la que el tercer partido de Alemania, según recientes encuestas, podría concurrir a las elecciones.

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A cinco meses de unos comicios que se perfilan cruciales para Europa, la joven extrema derecha alemana exhibe grietas de enorme profundidad. Gauland, supuesto representante del ala dura, no oculta en su despacho del Parlamento en Postdam sus diferencias con la colíder y rostro de su formación: “no entiendo por qué quiere dividir al partido”. Este antiguo político de la CDU y jefe de filas de Afd en Brandeburgo representa a los que en el partido sienten que Petry va por libre y que ha acumulado excesivo poder. El partido ha logrado representantes en 10 de los 16 parlamentos regionales alemanes y por primera vez desde su fundación, en 2013, tiene serias posibilidades de entrar en el Bundestag el próximo otoño.

Mientras Gauland habla, un asesor entra en su despacho alterado. Petry acaba de anunciar su renuncia. A partir de ese momento, el teléfono de Gauland no para de sonar. Él defiende, y así lo ratificaron hace unas semanas los miembros del partido, que sea una candidatura conjunta y no de una persona la que concurra a las elecciones. ¿No piensa que a los electores les resulta más fácil identificarse con una persona que con un equipo? “Mire, somos un partido de oposición. No somos un partido grande que vayamos a formar Gobierno ni que necesitemos un candidato a canciller”. Gauland desgrana las prioridades de Afd. “No nos gusta la política de bienvenidos refugiados de Merkel. No nos gustan los rescates a Grecia ni a los bancos de países europeos. No nos gusta la burocracia de Bruselas ni que Europa sea un Estado-nación. Queremos preservar nuestra soberanía y nuestra identidad”.

Formar gobierno

Petry lanza un órdago a los miembros del partido al pedirles que se pronuncien en el congreso de Colonia sobre qué partido quieren ser. Quiere distanciarse a toda costa del ala dura y para ello les pide que elijan entre lo que ella llama una “estrategia de realpolitik”, es decir prestarse a formar parte de gobiernos de coalición o “la oposición fundamental” que personifica su rival, el también fundador Gauland y al que cita en su propuesta con nombre y apellido.

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Esa supuesta división ideológica y estratégica entre un ala dura y un ala blanda, la enmarca a ella, joven, amable y madre de cuatro hijos y un quinto en camino, como la líder populista capaz de seducir a una base electoral más amplia. Él, un señor mayor —76— con cara de pocos amigos, quedaría relegado a capitán en jefe de un partido en la eterna oposición. El vicepresidente del partido cree que no hay tal disyuntiva, ni estratégica ni ideológica. “No es real. Quiere dividir al partido por razones personales”, asegura en Potsdam.

Un tercer personaje, Björn Höcke, ayuda a entender las luchas intestinas que laceran a la ultraderecha. Höcke es un protegido de Gauland y es el miembro del partido que en enero alarmó a medio país al considerar el monumento del Holocausto de Berlín “una vergüenza. Petry cree que Höcke es una carga para el partido, pero Gauland no está dispuesto a dejar caer a uno de los suyos, entre otras razones, porque Afd hace de la supuesta libertad de expresión y la incorrección política sus señas de identidad frente a los partidos del establishment. “Digamos que pronunciar ese discurso no fue una decisión muy inteligente, yo no lo hubiera hecho”, reconoce Gauland. “Pero eso no quiere decir que deba salir del partido”, añade. Para que no haya lugar a dudas, Petry pide al partido que deje claro por escrito que en Afd “las ideologías racistas, antisemitas y etnicistas no tienen cabida”.

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