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El pasado oscuro que late en el FN

Escándalos de corrupción y vínculos filonazis se entremezclan entre los bastidores de la extrema derecha

Silvia Ayuso
La candidata del Frente Nacional, Marine Le PEn
La candidata del Frente Nacional, Marine Le PEnJEFF PACHOUD (AFP)

La capa de pintura con la que Marine Le Pen ha intentado maquillar los escándalos de corrupción y el pasado de racismo, xenofobia y filonazismo del partido con el que quiere conquistar el Elíseo, el Frente Nacional (FN), es demasiado fina y tiene demasiadas grietas.

Varios altos cargos del partido de extrema derecha han tenido que dimitir en los últimos días marcados por episodios de negacionismo, entre ellos el efímero presidente interino, Jean-François Jalkh. Su sucesor es Steeve Briois, alcalde del bastión electoral de Marine Le Pen, Hénin-Beaumont. Y ello pese a que el político de la ciudad modelo del FN tiene pendiente un juicio por provocación al odio racial por un tuit que vinculaba a los musulmanes con las agresiones sexuales. Le Pen hija también se ha negado a distanciarse plenamente de figuras como Frédéric Chatillon, un conocido filonazi, amigo suyo desde la juventud y que tiene un papel clave en la financiación de la campaña del FN, otra fuente de escándalos de la formación ultraderechista.

“¡Marine, devuelve el dinero!”, le gritaban el viernes manifestantes ante la catedral de Reims, a la que acudió la candidata del FN el último día de campaña. Le Pen salió por una puerta lateral para eludir a los activistas, pero dos de sus hombres más cercanos, el vicepresidente del FN, Florian Philippot, y su director de campaña, David Rachline, tuvieron que soportar los abucheos de los manifestantes mientras abandonaban, escoltados, la incómoda escena.

Grupos ultra

Ambos, al igual que Briois, son representantes también de esa nueva imagen que Le Pen ha querido dar a su partido: hombres jóvenes, desacomplejados —Philippot y Briois son gais y no lo esconden— a los que ella ha hecho ascender y que no evocan, al menos inmediatamente, ese pasado oscuro que representa el padre de la candidata, Jean-Marie Le Pen, condenado por decir, entre otras barbaridades, que las cámaras de gas para exterminar a los judíos eran “un detalle” de la historia.

Pero los dos políticos son a la vez una muestra más de lo difícil que es consumar esa “desdiabolización” del FN que Le Pen hija intenta desde que tomó las riendas del partido en 2011 y expulsó, cuatro años después, a su padre.

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Philippot es uno de los eurodiputados ligados al escándalo de presuntos empleos ficticios para financiar al FN a costa del Parlamento Europeo. Un caso por el que se le ha embargado la mitad del sueldo a Marine Le Pen. Por su parte, Rachline es con 29 años el senador más joven y alcalde de Fréjus, una de las ciudades donde el FN intenta demostrar su capacidad de gobernar. También es, según recordó el viernes el digital Mediapart, uno de los tres investigados por la fiscalía de Lille por otro caso de empleos ficticios, en Nord de Pas de Calais, otro bastión de la extrema derecha.

El semanario Le Canard Enchaîné refrescaba esta semana la memoria sobre el hecho de que Rachline, que acaba de sufrir un revés político al rechazar la justicia su intento de derribar la mezquita de Fréjus, tiene inquietantes vínculos con grupos filonazis. Rachline ha confiado en varias ocasiones la organización de conciertos en su ciudad a la empresa Patrouille de l'Événement, creada, entre otros, por Minh Tran Long. Este franco-vietnamita militó en un grupo de ultraderecha y abiertamente neonazi disuelto en los ochenta. En el libro sobre los escándalos de corrupción y vínculos de Marine Le Pen con los grupos neonazis Marine est au courant de tout (Marine está enterada de todo), los periodistas Mathias Destal y Marine Turchi (de Mediapart) vinculan a Minh Tran Long con otros dos hombres de pasado filonazi muy próximos todavía no solo a Rachline, sino a la misma Marine Le Pen: Frédéric Chatillon y Axel Loustau.

Ambos estuvieron a la cabeza en los años noventa del Groupe Union Défense (GUD), una organización de ultraderecha que se hizo fuerte en campus universitarios como la facultad de Derecho de Panthéon-Assas, donde estudió Le Pen. Su amistad data de esa época en la que Chatillon fue fichado por hacer el saludo nazi durante una conmemoración de la guerra de Argelia, en 1990, o por haber viajado un año más tarde a Madrid para reunirse con el nazi belga Léon Degrelle.

Según el libro de Destal y Turchi, y según también Le Canard, tanto Chatillon como Loustau siguen siendo “adeptos de conmemoraciones hitlerianas o de veladas de disfraces en pijamas a rayas de deportados judíos”. Y, aunque ya no se dejan fotografiar cerca de Marine Le Pen, siguen estrechamente vinculados al FN. Lousteau es el tesorero de Jeanne, un micropartido creado por el entorno de Le Pen. Chatillon está al frente de Riwal, que comercializa carteles electorales y souvenirs de campaña. Ambos están siendo también investigados por financiación irregular de varias campañas del FN.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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