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Columna
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¿Se mirarán a los ojos Lula y Moro?

Ambos no pueden ser más distintos: Lula es desparramado, Moro, contenido. El expresidente es mediterraneo y tropical, y el juez, más bien nórdico.Lula es fuego y Moro hielo

El primer encuentro, cara a cara, entre el juez Sergio Moro y el expresidente, Lula da Silva, no es un duelo entre ambos. Lula es un ciudadano convocado como reo, acusado de corrupción política, y Moro el juez que puede condenarle o absolverle. Nada más.

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Sin embargo, a ese primer encuentro, se le han querido dar connotaciones de disputa futbolística, convocando al tribunal de Curitiba a los hinchas del político y del juez con peligro de enfrentamientos y violencia, lo que ha llevado a Moro a pedir a sus huestes que se queden en sus casas: “No vengan, no es necesario. Dejen a la justicia realizar su trabajo”.

Estamos en la sociedad de la posverdad donde cuentan más los sentimientos y sensaciones que los hechos. Por ello, se quiera o no, la fecha de mañana, 10 de mayo, tendrá un eco internacional.

Será recordada en el futuro como algo histórico acaecido en Brasil. Será el día en que, por primera vez, se encontrarán, cara a cara, dos personajes que ya han entrado en la historia: Lula da Silva, el presidente más popular que tuvo el país, ídolo de las clases más humildes y hoy bajo sospecha de corrupción política, y Sérgio Moro, el juez que destapó la Lava Jato, el mayor escándalo de corrupción hasta ahora conocido. El juez que se refleja en Giovanni Falcone, el fustigador de la mafia siciliana, a la que puso en el banquillo y por la que acabó asesinado. ¿Se mirarán Lula y Moro a los ojos?

Ya hubo otros 10 de mayo famosos en el mundo que pueden ser metáfora del momento brasileño. Figuras de prestigio mundial llegaron justamente ese día al poder, como Nelson Mandela, en Sudáfrica y Francois Miterrand, en Francia. Y un 10 de mayo de 1508, Michelangelo empezó a pintar la bella y polémica Capilla Sixtina, quizás el mayor monumento artístico de la historia de la Humanidad.

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Para este 10 de mayo brasileño hay hasta quien ha ido a consultar a los astrólogos. Ese día está bajo el signo del zodiaco de tauro, que representa el respeto a las leyes, la estabilidad y la fuerza.

Lula es escorpión, signo intenso con gran energía emocional, decidido y posesivo. Moro es león, el signo dominante del zodiaco. Es el signo de los que se sienten vencedores y también ambiciosos.

Ambos no pueden ser más distintos: Lula es desparramado, Moro, contenido. El expresidente es mediterráneo y tropical, y el juez, más bien nórdico. Lula es fuego, Moro, hielo. Lula forcejeará por ser absuelto de las acusaciones. Quiere demostrar que es inocente y un perseguido político y su deseo es volver a presidir el país por tercera vez.

Moro y los suyos esperan tener pruebas para poder demostrar la tesis que fue Lula il capo de la trama del gran escándalo de corrupción de Petrobrás con ramificaciones en varios continentes. Todo ello en medio de un suspense entre la tragedia shakespiriana y la comedia bufa napoletana.

Lo triste es que la Lava Jato no es una disputa de fútbol ni una partida de poker donde se puede blefar, sino una dramática realidad que Brasil vive entre incrédulo y avergonzado. Una realidad que anuncia la crisis no solo de la izquierda social representada por Lula, si no la de toda una clase política.

La única esperanza es que el país y sus instituciones salgan purificados y renovados de una prueba cuyas consecuencias sufren no sólo los políticos sino toda la sociedad. Una sociedad que desea sólo trabajar y ser feliz, que merece algo mejor que esa incertidumbre institucional y ese mar de corrupción.

Ojalá se esté llegando a la hora de la verdad, esa que libera, enriquece y ennoblece a un país.

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