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Campeones del debate en el mundo árabe

Una ONG organiza un torneo de debate entre jóvenes árabes para crear una esfera pública más plural

Un momento del debate celebrado en Túnez por la ONG Munathara.
Un momento del debate celebrado en Túnez por la ONG Munathara.Munathara

Hala Barakat, una periodista originaria de Siria, y Anas Quenab, un ingeniero palestino, tienen muchas cosas en común. Ambos son jóvenes, elocuentes y apasionados. Además, destilan optimismo a pesar de venir de países desgarrados por conflictos violentos. Y lo más importante, comparten una misma afición: les encanta debatir sobre temas políticos. Al parecer, no se les da nada mal, pues ambos han sido los ganadores del concurso que elabora la ONG Munathara, que organiza una competición de debates entre jóvenes de varios países del mundo árabe para estimular la construcción de una esfera pública vibrante en una región dónde predominan las autocracias y la polarización. Su objetivo último: dar voz a colectivos marginados.

La última edición del concurso se ha celebrado en Túnez, y es el viaje y alojamiento en este país el premio de los ganadores, seleccionados a través de una votación por Internet entre los vídeos enviados por miles de chicos y chicas. La contienda es normalmente retransmitida por varias televisiones árabes. En el plató, dos equipos, cada uno formado por un joven y un líder de opinión árabe, presentan una visión opuesta a la pregunta escogida de antemano. El tema escogido esta vez es bastante sensible: ¿Es Rusia culpable de la destrucción de Siria? Hala, de 23 años y residente actualmente en Estambul, considera que sí. Anas, venido de Nablús, en Cisjordania, ha argumentado en las diversas fases de la competición todo lo contrario.

Entre los integrantes que colaboran, se encuentran todos los países del Norte de África, Jordania, Palestina o Líbano. En el grupo de los renuentes, las petromonarquías del Golfo y Sudán

Mientras su visión sobre las causas de la guerra en Siria es diametralmente opuesta, ambos coinciden en los elogios a la iniciativa de Munathara, que significa “debate” en árabe. “En nuestros países no existen muchas plataformas como esta, donde los jóvenes podamos discutir sin cortapisas, de una forma civilizada. Nuestra voz no suele ser escuchada”, lamenta Anas. A pesar de que la juventud, que representa una clara mayoría demográfica en todos los países de la región, fue la principal protagonista de las llamadas Primaveras Árabes, seis años después, continúa ocupando una posición subalterna en unas sociedades patriarcales y jerárquicas. “Los debates en la escena pública suelen convertirse en una competición de a ver quién grita más, y los jóvenes ni tan siquiera estamos invitados”, asiente Hala.

En un momento en el que el pesimismo invade todos los rincones del mundo árabe, Hala y Anas exhiben un optimismo rebelde. “No estoy de acuerdo en que las revoluciones árabes hayan fracasado. Ellas abrieron una ventana, que es pequeña ahora. A nosotros nos toca ampliarla. Es algo que llevará tiempo y paciencia, pero lo haremos”, afirma Hala, de ojos verdes gatunos. “Somos la generación más educada de la historia del mundo árabe, y yo creo que la solución a los problemas actuales pasa por ahí, por la cultura. Por eso soy optimista”, espeta Anas, que luce un psicodélico corte de pelo.

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“De momento, trabajamos en once países árabes. No todos ven con buenos ojos la iniciativa”, explica Timothy Kaldas, un egipcio-americano que trabaja para la ONG responsable de organizar el evento. Entre los que colaboran, todos los países del Norte de África, Jordania, Palestina o Líbano. En el grupo de los renuentes, las petromonarquías del Golfo y Sudán. Las actividades de Munathara no se limitan a la competición televisada, sino que también organiza debates en los países en los que operan sus formadores. “En cuanto a valores, difundimos la idea que el debate es positivo y que se deben respetar todas las opiniones. Además, en nuestros talleres enseñamos a los muchachos y muchachas habilidades sobre cómo presentar sus argumentos, cómo hablar en público, etc.”, añade Kaldas.

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El ganador del debate no es aquel que consigue el apoyo de la mayoría de los espectadores, sino el que es capaz de aumentar el apoyo a sus tesis tras el transcurso de la plática. Para ello, se toma el pulso del público tanto al inicio como al final del programa. Puesto que, por problemas técnicos, el evento del pasado fin de semana no se pudo retransmitir en directo, se hará en diferido el próximo mes. Así pues, no se puede revelar si fue Hana o Anas el vencedor de esta edición. En todo caso, la verdadera victoria es que se haya podido celebrar un nuevo certamen. Ahora bien, el día de la verdadera victoria llegará cuando en la mayoría de países árabes, y no solo en Túnez, se pueda efectuar un debate de estas características en un Parlamento representativo.

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