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El orgullo gay desborda las playas de Tel Aviv

200.000 personas desfilan en un ambiente festivo por las calles de la ciudad costera israelí

Juan Carlos Sanz
Una de las carrozas del desfile del orgullo gay junto a la playa de Tel AviV.
Una de las carrozas del desfile del orgullo gay junto a la playa de Tel AviV.ABIR SULTAN (EFE)

Tel Aviv era el viernes una fiesta, un atasco, una romería. Era un balagán, el vocablo hebreo que describe un lío fenomenal. Al son de una risueña banda sonora de tecno-disco, decenas de miles jóvenes danzaban en el éxtasis anual del desfile del orgullo gay más multitudinario de Oriente Próximo. Era el único de la región hasta hace tres semanas, cuando los homosexuales de Beirut se atrevieron a salir tímidamente del armario para reivindicarse por primera vez. “Estoy aquí por la diversión, eso es todo”, reconocía Ronnie, un estudiante de informática de 19 años, recién llegado de Nueva York. Con las uñas pintadas de color violeta, se preparaba cerca del parque Charles Core para la fiesta playera posterior al cortejo. “Bailaremos hasta la puesta del sol”, prometía.

La bandera del arcoíris se ha convertido en signo de identidad de la ciudad más liberal de Israel. Después de casi dos décadas de celebración, todos ondean la enseña mientras marchan sonrientes en taparrabos o en bikini, lata de cerveza en ristre. La fiesta ya no es solo de los colectivos de Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transgénero (LGTB) a quienes representa. Es la gran verbena de estreno del verano para los jóvenes israelíes.

Hasta 200.000 asistentes han celebrado el Orgullo –a secas, como es denominado en el Estado hebreo–, según el Ayuntamiento de Tel Aviv. Un amplio despliegue de seguridad, calles cerradas al tráfico, controles policiales con detectores de metales y registros, y cientos de agentes de paisano mezclados entre el público, vigilaba de cerca el desfile.

Unos 30.000 participantes habían llegado desde el extranjero, al reclamo de las campañas que aspiran a convertir a Tel Aviv en capital internacional del turismo gay. El Ayuntamiento declara un presupuesto oficial de dos millones de sequels (500.00 euros) en la organización, sin contar con el coste logístico y de seguridad, aunque cuenta con la financiación de patrocinadores como Google, Microsoft o Nike.

Los responsables municipales estiman que los visitantes vienen a gastar durante la semana del orgullo gay una media diaria de cerca de 200 euros, el doble que los turistas habituales el resto del año. Se alojan mayoritariamente en apartamentos de alquiler temporal. Solo unos 4.000, sobre todo los mayores de 45 años, pernoctan en hoteles, asegura el Ministerio de Turismo.

“Tenemos amigos en Israel, pero hemos preferido alquilar un apartamento privado a través de Airbnb durante cinco días”, explica enfundado en un ajustado bañador José Martínez, de 27 años, un enfermero de origen venezolano afincado en la capital española. “Este desfile no es tan importante como la marcha de Madrid, pero es único por su ambiente en la playa”, remacha a su lado el valenciano Jordi, ingeniero de telecomunicaciones de 29 años. El israelí Shlomo, de 27 años, empleado en el aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv, asegura junto a ellos que ya está preparando las maletas con las que viajará hasta la terminal aérea de Barajas a finales de mes para participar el desfile madrileño.

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La comunidad homosexual goza en el Estado hebreo de gran libertad para expresarse en público, especialmente en las grandes ciudades de la costa. En la conservadora Jerusalén, la marcha del orgullo gay de 2015 se saldó con la muerte de una chica de 16 años, acuchillada por un judío ultraortdodoxo. Fuera de la burbuja de Tel Aviv y su entorno, los miembros del movimiento LGTB sufren el acoso de la intolerancia. En 2016 se denunciaron 500 casos de ataques homófobos, según datos de la asociación Aguda, que agrupa a estos colectivos en Israel, citados por The Jerusalem Post.

La reivindicación de la visibilidad de la bisexualidad, bajo el lema Let it be (déjalo estar), ha sido el mensaje central de la actual edición del gran desfile del orgullo gay en Israel. “No es solo una celebración, también es una declaración de intenciones. Vamos a seguir siendo una ciudad faro en la defensa de los valores de libertad, tolerancia y democracia en el mundo”, proclamaba a través de un comunicado municipal el alcalde de Tel Aviv, el laborista Ron Huldai.

Las parejas homosexuales israelíes no pueden contraer matrimonio, a pesar de tener reconocidos derechos en la Administración, el Ejército y la Seguridad Social. No es una discriminación tan excesiva, si se tiene en cuenta que tampoco está reconocido el matrimonio civil y que el Estado ha concedido a los rabinos el monopolio sobre las uniones conyugales entre judíos, que representan un 80% de los 8,5 millones de habitantes del país. El embajador de Reino Unido, David Qarrey, un diplomático que se declara abiertamente gay, estuvo a bordo de una de las carrozas del desfile, en forma de barco con la enseña británica, junto con su pareja.

“Es el tercer año que vengo al pride (orgullo) de Tel Aviv”, reconoce en la abarrotada playa el canario Oliver, de 31 años, entrenador físico en un gimnasio. “Mi exnovio israelí me sigue invitando”. Asegura que también hablan de política, “tanto israelí como española”. “Hemos visitado Jericó, en Cisjordania”, precisa, “y conozco casos de israelíes que mantienen relaciones con árabes”.

Grupos palestinos y de la izquierda pacifista israelí habían intentado bloquear pocas horas antes el arranque de la marcha festiva de Tel Aviv para protestar contra lo que denominan pinkwashing (lavado de imagen en rosa), u ocultación de los abusos de la ocupación mediante la exhibición de las libertades que gozan los grupos homosexuales en Israel.

 

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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