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Jamenei minimiza los atentados y ataca las políticas de Rohaní

El primer discurso del líder iraní tras los ataques evidencia su oposición a los planes del presidente

El presidente de Irán, Hasan Rohaní, camina el pasado viernes junto a los familiares de una de las víctimas del doble atentado de Teherán durante los funerales.
El presidente de Irán, Hasan Rohaní, camina el pasado viernes junto a los familiares de una de las víctimas del doble atentado de Teherán durante los funerales. Presidencia iraní (AFP)

El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, parece más preocupado por frenar los planes de apertura del presidente Hasan Rohaní que por los atentados de Teherán del pasado miércoles. En su primer discurso tras el ataque terrorista, trató de quitarle importancia calificándolo de “juego de petardos” y se centró sin embargo en criticar la política cultural del Gobierno. Además, para preocupación de muchos iraníes, dio rienda suelta a sus seguidores para que pongan coto a aquellas medidas que les parezcan contrarias a los principios islámicos y revolucionarios.

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“Vosotros sois los oficiales de la guerra blanda; si sentís que el cuartel general [en referencia, el Gobierno] tiene problemas o no puede gestionarlos bien, disparad a discreción”, declaró Jamenei con la habitual floritura estilística del persa. A continuación, el líder supremo puso como ejemplo de incapacidad del “cuartel general” una carta del ministro de Cultura, Ali Jannati, al director de la televisión estatal, para que esta emita las oraciones de Ramadán de Mohammad Reza Shajarian, maestro de canto persa vetado en los medios estatales por su apoyo al Movimiento Verde.

Aunque algunos analistas y medios conservadores han tratado de suavizar este mensaje, muchos expertos consideran que el líder está dando vía libre a los voluntarios islámicos, una amalgama de fieles al sistema islámico que actúa bajo la dirección de los Pasdarán, al margen de las fuerzas de seguridad y sin tener que responder ante las instituciones judiciales. Fueron esos voluntarios quienes atacaron la embajada saudí en Teherán en enero de 2016, pero a pesar de la insistencia del presidente en procesar a sus autores, el tribunal aún no ha dictado sentencia.

Rohaní ha sido durante años un confidente de Jamenei. Como su representante asumió durante 16 años el cargo del secretario del Consejo de Seguridad Nacional y encabezó casi dos años las negociaciones nucleares de Irán con las potencias occidentales. Aun así, y a pesar del respaldo de los electores, ahora se enfrenta al poder del líder supremo, quien ha dejado claro su respaldo a los sectores más conservadores que se oponen a sus reformas.

Uno de los ejes centrales del enfrentamiento entre el Gobierno y la máxima autoridad política y religiosa del país es el documento de Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Unesco, conocido en Irán como Documento 2030. Ese texto tiene como objetivo afianzar para esa fecha valores y principios universales como la solidaridad mundial, la inclusión, la lucha contra la discriminación, la igualdad entre los sexos y la rendición de cuentas. Pero el ayatolá Jamenei opina que “el plan educativo del país no debe llegar desde fuera”. Rohaní, por su parte, ha repetido en diferentes ocasiones que esa pauta no contradice los principios islámicos y que, en caso de haber alguna contradicción, no se llevaría a cabo.

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Por otro lado, los atentados del pasado miércoles suponen una excusa para que aumenten las limitaciones en zonas suníes de Irán y, en especial, en la región kurda, al oeste del país. Uno de los atacantes, Srias Sadeghi, era originario de Kermanshah, una de las provincias iraníes de población kurda. En el vídeo con el que el Estado Islámico se responsabilizó de la acción, se oyen cortas frases en kurdo. Este hecho socava también los planes de Rohaní, que obtuvo un gran apoyo electoral entre los casi siete millones de suníes iraníes con su promesa de darles una mayor participación política y social en el destino del país.

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