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Holanda cumple tres meses sin Gobierno por el desacuerdo en política migratoria

Las exigencias en materia de asilo de Jesse Klaver, líder de Izquierda Verde, han ahuyentado a liberales de derecha e izquierda y democristianos

Isabel Ferrer
El líder de Llamada Democristiana, Sybrand Buma, a su llegada a Binnenhof para reunirse con el jefe de las negociaciones para la formación de gobierno, el laborista Tjeenk Willink.
El líder de Llamada Democristiana, Sybrand Buma, a su llegada a Binnenhof para reunirse con el jefe de las negociaciones para la formación de gobierno, el laborista Tjeenk Willink.EFE

Noventa días después de las elecciones del pasado 15 de marzo, Holanda sigue sin Gobierno. Es más, el acuerdo para formar una coalición a cuatro entre liberales de izquierda y de derecha, democristianos y ecologistas, acaba de malograrse por segunda vez. En mayo, el cuarteto, que tendría 85 escaños (la mayoría es de 76 en un Congreso de 150) ya se separó por culpa de sus desavenencias sobre las políticas de asilo. El nuevo acercamiento fallido le ha valido al miembro disidente, Jesse Klaver, líder de Izquierda Verde, el reproche de la Cámara. Él quería asegurarse de que los refugiados huidos de una guerra, sirios en particular, conserven el derecho a pedir asilo en Europa.

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Los tres interlocutores de Klaver le dijeron que el flujo migratorio no distingue entre escapados de un conflicto armado y migrantes económicos, y preferían cerrar pactos como el de la UE y Turquía. Esta vez lo harían con países del norte de África, como Túnez y Egipto. Se trata de contener el flujo humano “en origen”, a cambio de apoyo financiero, para reclamar solo a los verdaderos solicitantes de asilo. Klaver ha abandonado las negociaciones y la situación política está en punto muerto.

La conocida vena pactista de los políticos holandeses deberá superar ahora un verdadero examen de resistencia, porque nadie se pone de acuerdo. Los liberales de izquierda rechazan a la Unión Cristiana, agrupación protestante opuesta al concepto de ´cansancio vital´ incluido en su programa electoral. Es una ampliación de la eutanasia para mayores de 70 años sanos que no deseen vivir más, intocable para los liberales. Los socialistas radicales no quieren hablar con Mark Rutte, primer ministro en funciones, liberal de derecha; prefieren a los democristianos. Los socialdemócratas, grandes perdedores de los comicios (conservan 9 escaños) solo esperan ejercer la oposición. Y todos, todos, se apartan de Geert Wilders, el líder antimusulmán, que quedó en segundo lugar con 20 diputados. Tan grueso es el cordón sanitario impuesto, que Ahmed Aboutaleb, alcalde socialdemócrata de Róterdam de origen marroquí, les ha pedido que no sean ingenuos. Que dando la espalda a Wilders el populismo xenófobo no desaparece. “No digo que deba formarse Gobierno con él, pero el votante dejó un resultado de centro derecha y Wilders también es la derecha”, ha apuntado.

Para ser sinceros, no puede decirse que la espantada del ecologista Klaver haya sido súbita. Ha desconfiado siempre de los acuerdos de asilo con países terceros “que no garantizan el respeto de los derechos de los refugiados, como ocurre ya en la propia Turquía con los sirios”, ha recordado. Antes de negarse a formar Gobierno, había pedido “avales seguros, no solo documentos que no resistan fricciones en el seno de la UE”. Vista su buena disposición inicial, el socialdemócrata Herman Tjeenk Willink, exvicepresidente del Consejo de Estado y mediador en la formación de Gobierno, llamó a expertos en Derecho Humanitario. Le dijeron que acuerdos como el turco “no contravenían la Convención de la ONU sobre el Estatuto de los Refugiados”. “Si bien lo firmado con Ankara solo contempla a los sirios, cada caso es único y los de otros países pueden pedir acogida en Europa”, añadieron.

Problema resuelto y nuevo Gobierno a la vista, pensaron los demás. Pero no. Jesse Klaver se reunió con su partido y pidió algo más: junto a los refugiados salidos del reparto comunitario, Holanda debía aceptar entre 5.000 y 25.000 más al año. El repudio ha sido unánime y las críticas corrosivas. “O sea, todos los jueces europeos, especialistas en asuntos humanitarios, la Comisión Europea y los demás Estados de la UE, no le bastan a Klaver”, ha lamentado Sybrand Buma, líder demócrata cristiano. “No ha sabido poner coto al populismo”, ha añadido Alexander Pechtold, cabeza de los liberales de izquierda. “No voy a insultar a nadie, pero nuestro plan de asilo podría secundarlo hasta el Gobierno más de izquierdas de Europa”, ha asegurado Rutte. La nota optimista la ha puesto Unión Cristiana, que tiene 5 escaños, justos para los 76 de la mayoría. “Se necesita un milagro, y nosotros creemos en ellos”, ha dicho.

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