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La lucha entre facciones amenaza con desatar una guerra civil en Sudán del Sur

Los combates se han cobrado más de 400 muertes en apenas dos días

José Naranjo
Un grupo de ciudadanos de Juba pide refugio en el complejo de la misión de la ONU en la capital de Sudán del Sur.
Un grupo de ciudadanos de Juba pide refugio en el complejo de la misión de la ONU en la capital de Sudán del Sur. R. HINEDI (AFP)

Los enfrentamientos entre dos facciones del Ejército en Sudán del Sur que comenzaron el pasado domingo en la capital del país, Juba, y que se han cobrado la vida de entre 400 y 500 personas en solo dos días, se habían extendido ayer a otras regiones del país, lo que representa ya un serio riesgo de que degenere en una guerra civil. Asimismo, unas 20.000 personas han buscado refugio en las instalaciones de Naciones Unidas de la capital sursudanesa mientras que ciertas embajadas, en concreto la británica y la estadounidense, han comenzado la evacuación de su personal diplomático y sus ciudadanos ante el agravamiento del conflicto y aprovechando la reapertura temporal del aeropuerto.

La amenaza de que los violentos choques entre dos facciones del Ejército de Sudán del Sur, que hasta ahora se habían ceñido a la ciudad de Juba, se conviertan en una guerra civil que afecte a todo el país, parece cada vez más real. En concreto, la ciudad de Bor, escenario de una masacre étnica en 1991 y capital del Estado de Jonglei, en el este del país, fue escenario este martes por la noche de intensos tiroteos después de que el comandante Peter Gadet y buena parte de sus hombres se alzaran en armas en apoyo de uno de los dos líderes enfrentados en este conflicto, el exvicepresidente Reik Machar. Finalmente, los leales a Machar se han hecho con el control de la localidad, según un portavoz del Ejército. Asimismo, Naciones Unidas ha informado de que también se han producido choques en Torit, capital del Estado de Equatoria Oriental.

Los enfrentamientos comenzaron el domingo por la noche después de que el presidente Salva Kiir diera la orden de detención de su exvicepresidente y rival político, Riek Machar, a quien acusaba de estar preparando un golpe de Estado contra él. Sin embargo, miembros de la Guardia Presidencial de la etnia nuer, a la que pertenece Machar, se negaron a ejecutar esta orden dada por el presidente Kiir, de la etnia dinka, lo que supuso la chispa que dio origen al conflicto, que pronto se extendió por los cuarteles militares de la capital. Los dinka y los nuer son las dos comunidades más importantes del país. Machar, que de momento ha logrado huir, ha negado que estuviera preparando un golpe de Estado.

El martes por la noche, 48 horas después del inicio de las hostilidades entre las dos facciones del Ejército, el responsable de la misión de paz de la ONU en el país, Hervé Ladsous, informaba al Consejo de Seguridad de la muerte de entre 400 y 500 personas sólo en Juba, basándose en la información recibida desde distintos hospitales de la ciudad. Sin embargo, este miércoles, el presidente Kiir ha asegurado que no se trata de un conflicto étnico, sino político, y ha insistido en que Machar y sus partidarios estaban preparando un golpe de estado contra él. Sin embargo, ha abierto una puerta al diálogo asegurando que se sentaría con su rival para negociar.

La dimensión que han alcanzado estos enfrentamientos en tan solo 48 horas ha forzado a las legaciones diplomáticas a poner en marcha sus planes de evacuación. En concreto, las embajadas de Estados Unidos y Reino Unido han empezado a sacar del país a su personal y a sus ciudadanos aprovechando la reapertura del aeropuerto este miércoles. Otros, sin embargo, no pueden acceder a los vuelos para salir de Juba. Mientras, ciudadanos de países limítrofes, como Kenia y Uganda, están regresando a sus casas a través de vías terrestres y acompañados por un fuerte dispositivo militar, unas 20.000 personas han decidido buscar refugio en las instalaciones de que dispone Naciones Unidas en la capital o en sus alrededores, donde se están viendo desbordados para atenderles.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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