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36 muertos y 200 heridos en Líbano tras el contagio de la guerra siria

Líbano acuerda un alto el fuego de 24 horas con yihadistas en Ersal tras cuatro días de choques

Natalia Sancha
Un tanque libanés llega a la ciudad libanesa de Arsal, cerca de la frontera con Siria, el 5 de agosto
Un tanque libanés llega a la ciudad libanesa de Arsal, cerca de la frontera con Siria, el 5 de agostoEFE

Duros combates entre yihadistas sirios y el Ejército libanés prosiguen por cuarto día consecutivo dejando un balance de 36 muertos (16 militares y 20 civiles) y 200 heridos (114 civiles) al tiempo que 19 soldados permanecen retenidos a manos de los yihadistas. El Ejército libanés ha acordado un alto al fuego de 24 horas en la provincia de Ersal, en el noreste y fronteriza con Siria, que comenzó a las seis de la tarde hora peninsular en España, según fuentes de seguridad citadas por Reuters.

El acuerdo ha llegado después de que los milicianos, que tomaron la provincia de Ersal durante el fin de semana, hayan liberado este martes a tres policías como "gesto de buena voluntad" para permitir que clérigos musulmanes suníes mediasen este acuerdo.

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El arresto de un líder yihadista sirio vinculado al Estado islámico (EI) el pasado sábado por las Fuerzas Armadas Libaneses (FAL) desembocó en una entrada masiva de yihadistas al Líbano por la localidad de Ersal, a 12 kilómetros de la frontera Siria.

En la noche del lunes, tres miembros del Comité de Ulemas se adentraban en Ersal, aun bajo control de los yihadistas, para negociar la liberación de los rehenes. Los religiosos fueron recibidos a tiros y el popular Sheij Salam el Rifai fue herido en un pie. Jean Qajwayi, comandante de las FAL era tajante: “No negociaremos con terroristas” para añadir que la única salida era la retirada de los rebeldes y la liberación de los capturados.

Los enfrentamientos no han tardado en reverberar en otros bastiones sunitas en el norte del país donde civiles armados han salido a la calle para protestar contra el Ejército matando a una menor en el fuego cruzado e hiriendo a otros 11. A pesar de que la gran mayoría de los libaneses ha cerrado filas junto a su Ejército mostrando un apoyo masivo en las redes sociales, los bastiones sunitas libaneses más conservadores lo condenan. “Hezbolá (milicia chií libanesa aliada al régimen sirio) se ha infiltrado en el Ejército al que enfrenta contra nosotros “ declaraba a este diario pocos días atrás el Sheij el Rifai desde su domicilio en Trípoli.

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Con las tropas movilizadas y en alerta máxima se teme una operación de gran envergadura en los próximos días. Qajwayi hacía el martes un llamamiento a Francia para acelerar el envío de armas prometido y cuya factura de 2,25 millones de euros avala Arabia Saudí. Del otro lado de la frontera, la aviación siria bombardeaba posiciones rebeldes haciendo de Ersal el tablero de colaboración entre Ejércitos sirio y libanés. Michel Aun, líder del Movimiento Patriótico Libre, y aliado coyuntural de Hezbolá, abogaba por recurrir al diálogo con Siria y rechazar toda negociación con los “terroristas”.

Milicianos chiíes armados de Amal y Hezbolá se mantienen kalashnikov en mano en la retaguardia y listos para intervenir en Ersal así como defender a los poblados chiíes colindantes ante un posible desborde los yihadistas. El Ejército libanés lograba hacerse con el monopolio del ataque a Ersal neutralizando temporalmente los ataques de morteros de los milicianos en un intento de evitar nuevos levantamientos en los bastiones suníes del país. Algunos milicianos chiíes no ocultaban su descontento: “Si el Ejército nos dejara, en dos horas acabaríamos con los 2,000 islamistas en Ersal” protestaba en una posición cercana a Ersal un veterano con el rostro oculto por un pasamontañas.

Más de 100,000 civiles, entre libaneses y refugiados sirios han quedado atrapados en la ciudad. Tan solo los libaneses lograban salir en sus coches mientras los sirios se veían impedidos en su huida por el Ejército. “Tenemos 40 heridos críticos de los cuales algunos pueden morir si no son evacuados en las próximas 24 horas. En dos días los medicamentos empezaran a escasear” imploraba al teléfono un exhausto Abu Bakr, médico sirio del único hospital de Ersal.

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