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Miles de personas piden en Burkina Faso el fin del poder de Compaoré

La oposición política y los sindicatos salen a la calle contra la reforma de la Constitución

José Naranjo
Un hombre pasa ante una pintada que dice "Blaise [Compaoré], márchate".
Un hombre pasa ante una pintada que dice "Blaise [Compaoré], márchate".JOE PENNEY (REUTERS)

Decenas de miles de personas salieron este martes a las calles de Uagadugú, la capital de Burkina Faso, en una multitudinaria e histórica manifestación convocada por la oposición para exigir al Gobierno que paralice la reforma del artículo 37 de la Constitución, una modificación que permitiría al actual presidente, Blaise Compaoré, quien ya lleva 27 años en el poder, volver a presentarse a las elecciones previstas para el próximo año 2015. Esta demostración de fuerza, que ha acabado con enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas del orden y decenas de heridos, se produce a tan solo dos días de que dicho proyecto de ley sea votado en el Parlamento, lo que está previsto para el jueves 30.

Levantamiento de barricadas, quema de neumáticos, calles bloqueadas o invadidas por miles de personas, muchas de ellas portando espátulas de madera, símbolo de la revuelta con el que pretenden “despegar” a Compaoré del poder, e incluso el derribo de una estatua del presidente en Bobo-Dioulasso, la segunda ciudad del país, son las imágenes de una jornada considerada histórica por la oposición. El Gobierno, mediante un comunicado, asegura que estas manifestaciones “muestran sin duda la vitalidad de nuestra democracia”, pero ha hecho un llamamiento a la calma “para evitar todo acto que comprometa la paz y la estabilidad”.

El debate sobre una eventual reforma de la Constitución para permitir un nuevo mandato del actual presidente no es nuevo y flota en el ambiente desde hace un año. Sin embargo, la semana pasada el proceso se aceleró cuando el Consejo de Ministros aprobó un proyecto de reforma del artículo 37 que debe ser sometido a la aprobación del Parlamento, pero que no necesita ser validado por referéndum si obtiene el apoyo de las tres cuartas partes de la Cámara. Dicho proyecto supone ampliar de dos a tres los mandatos presidenciales, lo que permitiría a Compaoré presentarse de nuevo. De manera inmediata, la oposición aseguró que se trata de “un golpe de Estado constitucional” y anunció el inicio de una campaña de desobediencia civil que ha tenido una respuesta ciudadana nunca antes vista.

La oposición asegura que más de un millón de personas se concentraron en las arterias principales de Uagadugú bajo el lema “No al cambio constitucional”. Otras ciudades del país, como Bobo-Dioulasso, Kaya o Ouahigouya, vivieron marchas similares, lo que condujo a los principales líderes opositores a calificar de “éxito absoluto” la jornada de movilización. Zéphirin Diabré, presidente de Unión por el Progreso y el Cambio (UPC), principal partido de oposición, aseguró que “es ahora o nunca, este es el último aviso al poder”, lanzando un ultimátum al Gobierno para que retire el proyecto de ley, mientras que Bénéwendé Stanislas Sankara, líder del sankarismo, avanzó que “este es el fin de Blaise Compaoré”. Los incidentes continuaron durante toda la noche.

El actual presidente llegó a la Jefatura de Estado en 1987 tras dar un golpe de Estado y asesinar a Tomás Sankara, conocido como el Ché Guevara africano, quien había puesto en marcha una auténtica revolución de corte nacionalista y de izquierdas en su país. Con el paso de los años, Compaoré se fue consolidando como uno de los grandes aliados de Francia, la expotencia colonial, en la región y asumiendo el papel de mediador, casi nunca imparcial, en los diversos conflictos que han tenido lugar en África occidental, con los casos de Costa de Marfil y Mali como mejores y últimos ejemplos. Sin embargo, Burkina Faso, un país de algo más de 16 millones de habitantes, no ha conseguido despegar económicamente y se encuentra entre los más pobres del mundo, con altos índices de corrupción, analfabetismo y pobreza.

Compaoré ha podido seguir en el poder gracias a sucesivas reformas constitucionales que le permitían concurrir una y otra vez a unas elecciones que ha ganado siempre con solvencia, aunque bajo sospecha de fraude. Sin embargo, por primera vez se ha topado con un enorme rechazo ciudadano que pretende frustrar su intención de seguir cinco años más al frente del país. El ambiente es de máxima tensión en Burkina Faso. La oposición sigue movilizada y activa en las calles y ha hecho un llamamiento a los ciudadanos a bloquear los accesos al Parlamento el jueves para impedir la votación. Este miércoles ha sido el turno de los sindicatos con una jornada de huelga general.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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