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Condenado a seis años de cárcel el hijo del expresidente de Senegal

La sentencia corta de raíz las aspiraciones de Karim Wade de ser elegido presidente en 2017

José Naranjo
Abdoulaye Wade ajusta una medalla en la chaqueta de su hijo, Karim, durante un acto celebrado en Dakar en 2011.
Abdoulaye Wade ajusta una medalla en la chaqueta de su hijo, Karim, durante un acto celebrado en Dakar en 2011.SEYLLOU DIALLO (AFP)

Karim Wade, hijo del expresidente de Senegal Abdoulaye Wade y candidato del Partido Democrático Senegalés (PDS) a las próximas elecciones presidenciales de 2017, ha sido condenado este lunes a seis años de prisión y a una multa de 210 millones de euros por la Justicia de este país acusado de enriquecimiento ilícito.

El tribunal considera probado que Karim Wade, quien lleva casi dos años en la cárcel de Rebeuss de Dakar, amasó de manera ilegal una fortuna millonaria durante el tiempo que su padre fue jefe de Estado y él ocupó varios ministerios. Dicha fortuna incluye ocho vehículos de lujo, un jet privado, un extenso patrimonio inmobiliario en Dakar, Londres y París y su participación accionarial en una quincena de sociedades internacionales, con un capital que se ha llegado a estimar en unos 1.000 millones de euros. Esta sentencia, que no es recurrible por la vía ordinaria, corta de raíz sus aspiraciones de ser elegido presidente dentro de dos años. Los abogados han anunciado que acudirán al Tribunal Supremo en busca de amparo.

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El anuncio del veredicto ha hecho contener la respiración a todo el país. Los liberales del PDS habían prometido que su candidato no sería condenado y habían anunciado que convertirían la calle en un infierno en caso contrario. Muchos trabajadores han optado por quedarse en sus casas este lunes y evitar atravesar las zonas céntricas de la capital. Sin embargo, salvo algunos incidentes aquí y allá, como quema de neumáticos o concentraciones espontáneas, la vida ha seguido con normalidad a la espera de posibles manifestaciones y actos de protesta en los próximos días. Eso sí, una notable presencia policial anunciaba que la tensión era alta.

Karim Wade fue, en tiempos, uno de los hombres más poderosos de Senegal, pero no por ello uno de los más queridos. Tras estar durante años a la sombra de su padre, decidió presentarse a la Alcaldía de Dakar en el año 2009 y ni siquiera fue capaz de ganar en su barrio de Point E, lo que le supuso el primer revés importante de su carrera. Para entonces, ya tenía fama de “niño de papá” y de permitirse ciertos lujos imposibles para un senegalés medio.

Pero el viejo Abdoulaye Wade, presidente entre 2000 y 2012, tenía preparado un plan B para él y le nombró ministro de Energía, Cooperación Internacional, Ordenación del Territorio, Transportes Aéreos e Infraestructuras. El pueblo le apodó “el superministro del Cielo y de la Tierra”, aunque en los cables de Wikileaks aparecía bajo otro seudónimo, el de Míster 10%, atribuible a las comisiones que cobraba por toda obra que adjudicaba en el país.

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En 2012, Karim aparecía en todas las quinielas como sucesor natural de su padre en la Presidencia. Sin embargo, las urnas y una fuerte movilización ciudadana quebraron el proyecto dinástico de los Wade y el otrora superministro veía cómo, de la noche a la mañana, pasaba de detentar un enorme poder a verse señalado por la Justicia. El proceso judicial que dio comienzo poco después de su arresto e ingreso en prisión en abril de 2013 ha estado lleno de contratiempos y obstáculos, pero finalmente ha conducido a una sentencia firme: seis años de prisión y 210 millones de euros de multa. La noticia, no precisamente inesperada, ha caído como una bomba en la familia liberal, que desde hace meses ha tratado de agitar las aguas para meter presión desde la calle. Sin embargo, ni el regreso al país de Abdoulaye Wade, de 89 años, ha logrado galvanizar a sus seguidores.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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