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Armenios y turcos recuerdan a las víctimas de la matanza de 1915

"Reconocemos los tristes sucesos sufridos por la comunidad armenia", dice Erdogan

Los presidentes Hollande y Putin, junto a otros mandatarios, este viernes en Ereván.Foto: reuters_live
Andrés Mourenza

“Esta no es la foto de mi padre. Este es mi padre que está conmigo. Fue forzado a abandonar esta tierra hace 100 años. Y yo tenía que traerlo de vuelta”. Irag Vardjavedian, con los ojos humedecidos de la emoción, sostiene una fotografía de 1920 en la que su padre, Tigran, con los pies desnudos, posa junto a sus dos hermanos contra los muros de un orfanato. Tigran nació en Maras (Turquía) y en 1915 fue deportado por las autoridades otomanas junto a cientos de miles de armenios. Él logró sobrevivir a las marchas de la muerte y su hijo Irag, ciudadano de EE UU, estaba hoy en Estambul para rendirle homenaje. En su tierra natal.

Si bien la principal conmemoración del centenario del inicio del genocidio armenio, que se cumplió este viernes, tuvo lugar en Ereván, capital de la República de Armenia, las que se llevaron a cabo en Turquía fueron las más simbólicas y estuvieron cargadas de emociones. Porque, en el mismo lugar donde comenzaron hace un siglo las deportaciones y asesinatos de armenios, sentir a varios miles de turcos gritando “Todos somos armenios. No lo niegues, no te calles, no seas cómplice del crimen” no pudo menos que arrancar las lágrimas de los descendientes de aquellos supervivientes que se desplazaron hasta Estambul para rendir homenaje a sus antepasados.

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El Gobierno de Turquía niega que los traslados forzosos y masacres de armenios a manos del Imperio Otomano, que costaron la vida a en torno a un millón de personas, constituyan un genocidio, aunque reconoce el dolor causado a las víctimas. Pero el debate ya se ha instalado en la sociedad turca, que ha comenzado a hablar abiertamente de la palabra maldita, un término que hace menos de una década podía suponer un proceso judicial al que la pronunciase, como le ocurrió al premio Nobel de Literatura Orhan Pamuk. “Siento que, después de un siglo, hemos podido llevar el debate a otro nivel. El ambiente que me he encontrado en Turquía ha sido muy educado. No sé si están de acuerdo con nosotros o no, pero creo que la mayoría está dispuesta a hablar”, sostiene Muriel Pashekian, otra hija de supervivientes llegada desde Massachusetts. Desde luego, el cambio de paradigma era patente en los actos que tuvieron lugar hoy en Estambul, Diyarbakir y otras ciudades de Turquía, como demuestra el hecho de que en la contramanifestación programada contra “la mentira armenia” apenas hubiese 30 personas. “Todos los que se callan o apoyan la política negacionista del Estado son cómplices y por eso todos debemos pedir perdón”, sostenía la abogada Eren Keskin, vicepresidenta de la Asociación de Derechos Humanos de Turquía (IHD).

El presidente turco, el islamista Recep Tayyip Erdogan, envió un mensaje leído en la misa en honor de las víctimas armenias celebrada en Estambul: “Conmemoro solemnemente a todos los armenios otomanos que perdieron la vida durante las circunstancias que rodearon la Primera Guerra Mundial y extiendo mis condolencias a sus hijos y nietos”. Aunque su posición supone una evolución respecto a la de Gobiernos turcos de anteriores décadas, el hecho de que este año reprogramase el aniversario de la victoria de Galípoli —normalmente celebrado el 18 de marzo— ha sentado muy mal entre los armenios. Al centenario de la batalla que impidió a las fuerzas aliadas de la Gran Guerra tomar la capital otomana, asistieron este viernes 21 jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos el primer ministro australiano, Tony Abbott, y el príncipe Carlos y su hijo Harry, de Gran Bretaña.

No estuvieron en Galípoli el presidente francés, François Hollande, ni el ruso, Vladimir Putin, —dos Estados con una importante comunidad armenia en su territorio—, que acudieron a Ereván a la ceremonia del centenario en el memorial levantado en honor a las víctimas del genocidio. El presidente armenio, Serzh Sargsyan, expresó su esperanza de que, pronto, en Turquía, “se desvanezca la oscuridad de 100 años de negacionismo”. Por el contrario, a los armenios les ha sentado muy mal el hecho de que el presidente de EE UU, Barack Obama, no utilizase la palabra genocidio en su discurso de recuerdo a las víctimas, prefiriendo utilizar “masacre” y “horrible violencia” para no molestar a Turquía, aliado estratégico en Oriente Próximo.

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