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Bamako contiene la respiración

Las autoridades buscan pistas sobre el ataque al Radisson Blu que mató a 19 personas

José Naranjo
Un policía maliense hace guardia a las puertas del hotel Radisson Blu de Bamako, este lunes.
Un policía maliense hace guardia a las puertas del hotel Radisson Blu de Bamako, este lunes.Issouf Sanogo (AFP)

Malí busca a los cómplices de los terroristas que el viernes asaltaron el hotel Radisson Blu de Bamako y mataron a 19 personas. Testimonios de los rehenes apuntan a una acción ejecutada por personas ajenas a Bamako. La autoría es confusa y sitúa sobre Malí la sombra de la rivalidad entre Al Qaeda y el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés): el viernes, el grupo Al Morabitún, vinculado al primero, se atribuyó el ataque. El domingo por la noche, lo reivindicó también el Frente de Liberación de Macina, con simpatía hacia el ISIS.

"Todo el mundo tiene miedo, ya no sabes en quién confiar". Mahamat Dembelé regenta una pequeña tienda cerca del hotel Radisson y es consciente de que los problemas no terminaron con el fin del ataque. El establecimiento de lujo, cerrado a cal y canto una vez que la investigación en su interior parece haber finalizado, se ha convertido en lugar de peregrinaje de periodistas y curiosos, así como en escenario de improvisados homenajes. Cuatro mujeres de una ONG local dejan una corona de flores en la puerta. "Estamos aquí para homenajear a los muertos, malienses o extranjeros, todos por igual", asegura Khady.

La Gendarmería y el Ejército se dejan notar estos días en Bamako. Por el día, las entradas y salidas de la ciudad y el acceso al aeropuerto se convierten en una pesadilla por los exhaustivos controles de identidad; por la noche, las fuerzas de seguridad se despliegan por los barrios y paran a todo vehículo que pueda representar una amenaza potencial. Los ciudadanos occidentales, sobre todo, extreman las precauciones. La certeza de que el ataque del viernes contó con la complicidad de al menos tres personas más —además de los dos terroristas abatidos por las fuerzas especiales en el interior del Radisson— justifica el incremento de la presencia policial.

Las autoridades han facilitado a los medios locales las fotografías de dos personas, un hombre y una mujer, como posibles sospechosos, solicitando la colaboración ciudadana para su localización. Asimismo, este domingo se ha divulgado en la televisión pública maliense la imagen de los dos terroristas abatidos: dos hombres negros y ensangrentados tendidos en una camilla metálica. Los testimonios recogidos por los agentes que participan en la investigación entre los rehenes liberados indican que no hablaban bámbara, la lengua nacional, sino que se expresaban en árabe e inglés. Las autoridades se muestran reacias a facilitar detalles sobre la investigación en curso, pero todo parece apuntar a una acción ejecutada por personas ajenas a Bamako.

Para añadir confusión al asunto, el domingo por la noche se ha producido una segunda reivindicación del atentado que sitúa sobre Malí la sombra de la disputa yihadista que mantienen Al Qaeda y el ISIS. Si el mismo viernes, cuando el hotel todavía no estaba bajo control policial, fue el grupo Al Morabitún, liderado por el argelino Mojtar Belmojtar y vinculado a Al Qaeda, quien se atribuyó la autoría de los hechos, ahora es el Frente de Liberación de Macina, que no oculta sus simpatías con Boko Haram y, a través de estos, con el Estado Islámico, quien asegura estar detrás del mismo.

El Frente de Liberación de Macina es una de las últimas manifestaciones del yihadismo que desangra a Malí y que vivió su cénit en 2012 con la ocupación del norte del país por tres grupos radicales: Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), Muyao y Ansar Dine. En las filas de Ansar Dine y próximo a su líder, Iyad Ag Ghali, militaba entonces Amadou Koufa, un predicador radical de etnia peul ligado a la secta Dawa que pretende extender la yihad a todo Malí, al que se considera creador de este nuevo grupo, cuyo nombre reivindica un califato teocrático del siglo XIX que hacía una interpretación muy radical del islam y que se extendió por las actuales regiones de Mopti y Ségou.

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Fuentes de la lucha antiterrorista aseguran que el Frente de Liberación de Macina, que se ha mostrado muy activo en los últimos meses protagonizando una decena de ataques y atentados, entre ellos la toma de rehenes del hotel Byblos de Sevaré, que causó una docena de muertos el pasado mes de agosto, mantiene vínculos de operaciones con Boko Haram, la secta radical vinculada al Estado Islámico que siembra el terror en el noreste de Nigeria.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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