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La protesta crece en Portugal

Decenas de miles de personas salieron ayer a las calles de Lisboa, convocadas por la sociedad civil, para protestar por las nuevas medidas de austeridad

Antonio Jiménez Barca
Manifestantes contra las medidas de austeridad del Gobierno portugués, por las calles de LIsboa.
Manifestantes contra las medidas de austeridad del Gobierno portugués, por las calles de LIsboa.Francisco Seco (AP)

Decenas de miles de personas salieron ayer a las calles de Lisboa para protestar por las nuevas medidas de austeridad anunciadas recientemente por el Gobierno portugués. Fue una manifestación multitudinaria, convocada hacía tiempo por un grupo de organizaciones civiles, montada a base de mensajes de Facebook, organizada por la gente, sin que mediaran partidos políticos o sindicatos. La pancarta que abría la marcha era elocuente y simple: “Al diablo con la troika. Queremos nuestras vidas”.

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Manifestaciones parecidas se celebraron en las principales ciudades portuguesas, y con un éxito de convocatoria parecido. Así que fueron, según cálculos de la prensa portuguesa, centenares de miles las personas que bajaron a la calle a protestar. A juzgar por el contenido de las pancartas, de los carteles, de las frases que se corearon en la protesta, el pueblo portugués está harto. Y el anuncio del pasado viernes 7 de septiembre del primer ministro, Passos Coelho, de que el Gobierno bajará los sueldos a los trabajadores de forma general y expeditiva a partir de enero, en una vuelta de tuerca más a la ya draconiana austeridad que ahoga a los portugueses, ha acabado por reventar la paciencia del paciente pueblo luso. “Es que ya se empiezan a tocar cosas muy sensibles: la comida, la ropa, la escuela. Ya no podemos más. Por eso estoy aquí”, manifestaba Jorge García.

Cerca de donde hablaba García, en la avenida de La República, en el número 57 se encuentra la sede del FMI en Portugal. Al paso de la manifestación por este punto hubo abucheos, lanzada de tomates y huevos. Un batallón de policías antidisturbios con perros al lado protegía la entrada. Hubo un detenido.

Una chica joven enarbolada un cartón que decía: “Son personas, no números”. Otros se limitaban a corear durante buena parte de la manifestación un solo insulto: “Ladrones”. Un jubilado llevaba un cartel en el que se podía leer otra frase sintomática: “Se acabó el miedo”.

Al final, se leyó un comunicado en el que se apeló a la “revuelta popular pacífica”. Tras la lectura del comunicado, uno de los organizadores de la marcha, con un spray, ecribió en un cartel: “Todos a São Bento”, esto es, al Palacio de São Bento, sede de la Asamblea de la República. Ahí se concentraron, ya de noche, centenares de personas, la mayoría muy jóvenes. Algunos intentaron subir por la escalinata que conduce a la entrada, pero la policía se interpuso. Hubo empujones, lanzamientos de botellas, de bengalas, más detenidos. Los concentrados se emplazaron para más protestas el próximo viernes. El Gobierno conservador de Passos Coelho se enfrenta a un otoño difícil y caliente, con la calle en contra.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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