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“No lo recuerdo bien. Le di la patada de forma espontánea”

El chico que derribó de una ‘coz’ y sin motivo a una mujer en la Diagonal de Barcelona, acusado de vejaciones injustas y lesiones

Foto: atlas | Vídeo: Atlas
Patricia Ortega Dolz

Desde la semana pasada, desde que se dio cuenta de que el mundo entero podía ver lo que había hecho, Mario García Montealegre ha vivido huyendo de sí mismo. Semiescondido en la casa de sus padres, en Talavera de la Reina (Toledo). Ha querido desaparecer, borrarse del mapa, de Facebook, de Instagram, de Twitter, de todas las redes sociales en las que había creado una cuenta, la de un estudiante de la Complutense de 24 años. Pero esa voluntad de eliminar sus huellas solo sirvió para darle más pistas a la policía, que este fin de semana confirmaba que era él el protagonista de ese vídeo viral que a última hora de este miércoles ya habían visto más de 166.000 personas en Youtube, y subía a un ritmo de 3.000 visionados por hora.

Él, el que marca la cuenta atrás con los dedos de una mano —tres, dos, uno...— mirando a la cámara del móvil de su amigo Álvaro —de apellido Gragera y de 25 años—, mientras fija su objetivo. Él, el que toma carrerilla. Él, el que se lanza por la espalda, con nocturnidad y alevosía, y le propina una descomunal patada en la pierna a una mujer que esperaba junto a una amiga en un paso de cebra de la avenida Diagonal de Barcelona. La derribó. No la había visto en su vida.

Mario es el típico que hace tonterías, bromas de mal gusto, dice su amigo

Lo hizo —“No lo recuerdo bien”, advirtió Mario a los agentes— porque “surgió de forma espontánea”, declaró el martes por la mañana, tras presentarse a la citación de la policía por su propio pie y voluntariamente en la comisaría de Talavera.

“Mario es el típico que habitualmente hace tonterías, bromas de mal gusto, cosas para hacer la gracia y las grabamos para verlas entre amigos”, quiso explicar este miércoles su amigo Álvaro —y autor y distribuidor del vídeo— a los agentes, mientras prestaba declaración en la misma comisaría.

El impulso “espontáneo” le “surgió” a Mario a las 6.00 de la mañana del domingo 22 de febrero, después de una larga noche de farra y a la salida de una discoteca cercana. Los amigos habían ido a pasar el fin de semana a la Ciudad Condal.

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Después “salió corriendo”, según contó Álvaro, que aseguró que él se quedó “hasta ver que la mujer se levantaba y se iba caminando”. “Yo no sabía lo que iba a hacer”, se justificaba ante los agentes, después de haber eliminado el vídeo de su móvil y —urgido por Mario— haber intentado retirarlo una y mil veces de todas partes sin éxito.

La colaboración ciudadana ha sido más eficaz que una investigación

Ambos están acusados de una falta por vejaciones injustas y Mario, además, de una falta —o delito, según lo califique el juez— de lesiones. Han quedado en libertad con cargos.

Ella, Gloria Gema N. S., de 48 años, la mujer que atónita y derribada en el suelo solo acertó a decir “¿pero qué haces? ¿eres gilipollas?”, se presentó al día siguiente en una comisaría del Eixample, con un esguince en el tobillo y todavía dolorida por la caída, para poner una denuncia contra ese desconocido que la había agredido porque sí.

El vídeo, de escasos 10 segundos, partió del teléfono de Álvaro —vía Whatsapp— hacia los móviles de otros colegas: “Tenemos un grupo los amigos”, explicó. Y de allí al Facebook, Youtube, Twitter... Ya era imparable. Una imagen viva de la violencia gratuita viralizada en la red. La supuesta “broma de mal gusto”, propulsó la indignación por las redes —se llegó a crear un hashtag con el nombre del presunto agresor— y convirtió las risas de los amigos en pánico.

Unas horas más tarde el correo de la Unidad de Investigación Tecnológica (UIT) que permanece abierto al público (redesabiertas@policia.es) comenzaba a recibir mensajes en los que la gente identificaba al agresor. “Es un chaval de Lérida”, “Es un chico de Barcelona”, “Puede ser Mario García Montealegre”, decía un lacónico email. Los agentes, aparte de analizar concienzudamente el vídeo con el fin de identificar al agresor, comprobaron una por una las identidades apuntadas por los internautas. Uno acertó de llenó, con nombre y apellidos.

“Comprobamos el perfil de Mario y vimos que estaba borrando las cuentas que tenía abiertas en las redes sociales”, cuenta el jefe de la Sección de Redes de la UIT. “Eso nos hizo sospechar y comenzamos a seguirle hasta que confirmamos que efectivamente era él el pasado fin de semana”.

La colaboración ciudadana “ha valido más que ninguna investigación”, aseguran los policías. Por su parte, también los Mossos recibieron cinco llamadas de ciudadanos que identificaban al joven como un vecino de Talavera de la Reina. Desde el principio se convirtió en el principal sospechoso.

La policía desconoce aún quién fue, desde qué servidor y en qué red se colgó por primera vez el vídeo.

El carácter viral de las imágenes le ha dado otra dimensión a este suceso y una repercusión que ha obligado a pronunciarse hasta a representantes políticos toledanos como el subdelegado del gobierno José Julián Gregorio —también talaverano— que calificaba lo ocurrido de «grave y vergonzoso» y confiaba en que las autoridades judiciales “hagan ahora su trabajo” e, insistía, en que si es falta o delito “lo determinará el juez de acuerdo con las pruebas que haya”.

Los dos detenidos regresaron este miércoles a sus casas. Mario, a la de sus padres en Talavera; y Álvaro, a Huelva, donde vive. El idéntico origen de sus progenitores les convirtió en amigos en esa ciudad toledana desde la que proyectaron su futuro. Nada les hizo pensar que les deparaba la fama (funesta).

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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