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“Era todo fuego y humo pero vimos su silueta y cómo saltó”

Entrevista a Francisco Miranda, testigo que rescató al mecánico herido en el accidente

Javier Martín-Arroyo

“Era todo fuego y humo pero vimos su silueta volando. Saltó desde la cabina del avión y a los 20 segundos de rescatarle se disparó el fuego y las explosiones”. Francisco Miranda, guarda de la finca de algodón donde el sábado se estrelló el avión A400M dudó unos segundos, acompañado de su hija de 11 años, si era prudente acercarse al aparato en llamas. Hasta que vio cómo el mecánico Joaquín Muñoz saltaba desde la cabina y entonces acudió al rescate junto a otras personas para auxiliar a los dos supervivientes de la tragedia, que habían saltado a través de la misma ventanilla de la cabina.

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Cuatro personas presenciaron cómo el avión tomaba tierra a las 12.57, justo tras sobrevolar parte de las instalaciones de ensamblaje de Airbus y un centro comercial abierto al público.

“Al verlo volar tan bajo, luego oí el estruendo porque se estrelló detrás de unos pinos. El avión se llevó primero la punta de una torre y luego arrancó otra de cuajo. Como en las películas”, añadía sorprendido por la virulencia del incendio provocado nada más aterrizar. “Impresionan las llamas y adonde llegaban. No imaginas la altura que tenían. Si no se tiran rápido, no lo cuentan”. El A400M tiene una altura de 5,6 metros y una longitud de 45 metros para soportar una carga de 37 toneladas.

Para acceder hasta el avión, los vigilantes saltaron sobre el cable de alta tensión de la torre que acababa de derribar el avión en su descenso. En su breve diálogo con el técnico herido mientras lo alejaba del incendio, Miranda le animó con sorna: “Si esto pega un reventón, aquí nos quedamos todos”. Con humildad, restaba importancia a su acto de valentía. “Eso no es de héroe. Toda persona que ve a otra caerse y agonizar bajo un fuego habría hecho lo mismo. Aunque yo no soy cobarde, te guía el instinto”.

Los dos supervivientes de la tragedia, Muñoz y el ingeniero herido en peor estado con traumatismo craneoencefálico, fracturas y quemaduras faciales, José Luis de Augusto, fueron operados y ayer su estado era “estable dentro de la gravedad”, según fuentes sanitarias.

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A Miranda le acompañaba a mediodía del sábado el vigilante Manuel Iglesias, que alejó a De Augusto a salvo de las llamas. “Sus piernas estaban partidas, parecían un pañuelo. Tenía la cara quemada. Preguntamos si había más gente, pero ya no contestaba. El fuego y las explosiones se habían disparado”.

El avión siniestrado había salido de la línea de vuelo, donde se arranca, se rueda, se carga, se reposta, se prepara para despegue, se pesa y se deja el avión “apto para el vuelo. El A400M pretende ser el avión más versátil de su gama, capaz de llevar hasta 30 toneladas de carga o un hospital móvil con 66 camillas o 166 personas desde Madrid hasta cualquier tipo de pista a 6.000 kilómetros de distancia sin repostar. Tiene un peso de 80 toneladas y puede volar a 555,6 kilómetros por hora con 100.000 kilos de combustible, informa Raúl Limón. 

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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