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CARLOS WESTENDORP / Primer embajador permanente de España en la CEE

Westendorp: “La adhesión supuso lograr la normalidad”

Westendorp destaca el papel jugado por la convocatoria del referéndum de la OTAN

Vídeo: El País TV / Alejandro Ruesga
Alicia González

Bajo la batuta de Leopoldo Calvo Sotelo como ministro de Relaciones con las Comunidades Europeas, Carlos Westendorp (Madrid, 1937), ahora secretario general del Club de Madrid, formó parte desde el primer minuto del equipo que sufrió el “calvario” de las negociaciones para la adhesión de España a Europa.

Pregunta: ¿Qué supuso la entrada de España en la comunidad europea?

Respuesta: Supuso la normalidad. Antes éramos diferentes, por mucho que el eslogan de Manuel Fraga Iribarne fuera muy efectivo turísticamente, pero que revelaba también una diferencia desagradable y es que no pertenecíamos a la familia democrática. Entrar en la Europa al mismo tiempo consolidó nuestra economía y nuestra democracia.

P. ¿Cómo fue la negociación para esa entrada?

R. Muy laboriosa. Se llevaba intentando negociar desde hacía muchos años. Ingenuamente Castiella, ministro de Asuntos Exteriores, escribió una carta en 1962 pidiendo la adhesión de España a las comunidades europeas. No tuvo respuesta como era lógico. Hubo un primer acuerdo de libre cambio en 1970, donde se recogía que para pasar a la segunda fase del desmantelamiento de los derechos de aduana se produciría “cuando se dieran las condiciones”. Todos interpretamos que eso quería decir cuando desapareciera Franco. Tiempo después, bajo el Gobierno de UCD, se solicitó la adhesión y tardamos otros nueve o diez años en conseguirla. Así que fue muy laboriosa.

P. ¿Cómo se vencieron las resistencias europeas al ingreso de España?

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R. Hay un elemento que jugó un papel importante, que fue la convocatoria del referéndum sobre la pertenencia a la OTAN por parte del recién llegado entonces a la Presidencia del Gobierno, Felipe González. Europa se preocupó. De hecho, un ministro alemán de Exteriores reconoció que no se podía pedir a los soldados españoles que defendieran los intereses europeos al tiempo que se les negaba la entrada en la Comunidad Económica Europea (CEE). La convocatoria del referéndum sacudió los espíritus europeos más reticentes. Es verdad que Adolfo Suárez, injustamente, no fue bien tratado por los socios europeos. Eso desapareció con Felipe González y con François Mitterrand. González jugó entonces la baza del espíritu de equipo con los líderes de la época, especialmente con Mitterrand y Helmut Köhl. El factor personal, sin duda, jugó un papel pero también el entusiasmo colectivo de la sociedad española.

P. ¿Cómo fue acogida esa entrada, dentro y fuera?

R. Al principio tuvimos resistencias, sobre todo por parte de los agricultores del sur de Francia, pero al final todo se fue arreglando y la entrada de España supuso un acicate para la construcción europea. Pero los problemas no los tuvimos solo fuera, tuvimos mucha oposición de los monopolios, la banca, los seguros, la agricultura, la pesca... Una vez integrados, tuvimos una recepción muy buena cuando se dieron cuenta de que éramos un socio leal, que peleábamos por nuestros propios intereses pero al mismo tiempo lo hacía por los intereses europeos que son los comunes a todos.

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Sobre la firma

Alicia González
Editorialista de EL PAÍS. Especialista en relaciones internacionales, geopolítica y economía, ha cubierto reuniones del FMI, de la OMC o el Foro de Davos. Ha trabajado en Gaceta de los Negocios, en comunicación del Ministerio de Economía (donde participó en la introducción del euro), Cinco Días, CNN+ y Cuatro.

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