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El letal Whatsapp del cura Donoso

Envían a prisión a un párroco por mandar mensajes a un niño del que presuntamente abusó

Joaquín Gil
José Donoso Fernández, sacerdote de Mengabril, Badajoz, el pasado mayo.
José Donoso Fernández, sacerdote de Mengabril, Badajoz, el pasado mayo.Claudio Alvarez (EL PAÍS)

El pasado 10 de julio el cura del municipio pacense de Mengabril José Donoso Fernández envió un Whatsapp a un niño rumano de 12 años: "Te quiero mucho. Esta noche hablamos. Perdóname”.

El Juzgado número dos de Don Benito (Badajoz) ha considerado clave este mensaje para justificar la entrada en prisión del párroco por un presunto delito de abusos sexuales. El religioso tenía una orden de alejamiento del menor desde enero, cuando EL PAÍS destapó el caso. El juez considera ahora que existe riesgo de fuga. El clérigo se enfrenta a una pena de 12 años de prisión.

Donoso, de 66 años, envió hasta siete Whatsapps aduladores al niño pese a no poder comunicarse con él por orden judicial. “Si vas esta tarde a ver a Don Enrique, te dará 10 euros, ya se lo he dicho yo [...] Un gran beso”. Don Enrique es un religioso conocido de Donoso, según reconoció el acusado al juez. “No sabía poner Whatsapps de voz, pero he aprendido para que veas que te quiero”, recoge otro mensaje.

Te quiero mucho. Esta noche hablamos. Perdóname”, dijo el religioso al niño

Los servicios sociales de Mengabril, de 500 habitantes, descubrieron hace un año que el párroco acogía en su casa a un matrimonio rumano con tres hijos de 13, 7 y 4 años. El sacerdote tenía un trato de favor con el mayor de ellos, que se transformó en una obsesión, según una fuente municipal. “Se lo llevaba a su casa en el pueblo vecino de Don Benito, le compró un móvil de 800 euros y ropa de marca. En el colegio se sorprendían de que el joven llevase en el bolsillo 150 euros”. El pequeño rumano declaró en febrero ante el juez que no había sido víctima de los abusos sexuales de Donoso. Un informe forense concluyó que mentía.

El menor se encuentra junto a sus dos hermanos ingresado en un centro de Badajoz tutelado por la Junta de Extremadura. Sus padres están acusados de colaborar con Donoso y siguen viviendo en la casa parroquial de Mengabril, donde el clérigo impartía las catequesis y donde pudo abusar supuestamente de hasta tres menores, dos de ellos residentes en esta villa. “El ambiente en el pueblo es muy tenso”, reconoce su alcalde, el independiente Lorenzo Garrido.

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El Obispado de Plasencia apartó a Donoso en enero de la actividad parroquial de Mengabril, donde el cura aterrizó hace cinco años. En este minúsculo pueblo de casas bajas el sacerdote se hizo pronto famoso por sus excesos verbales. “Tened cuidado: las mujeres son muy putas”, llegó a decir ante una decena de jóvenes en una catequesis.

El pequeño declaró que no sufrió abusos. El forense considera que mintió

Varios exseminaristas declararon a este periódico haber sido víctimas de Donoso en 1981 durante su etapa como profesor en el Seminario Metropolitano de San Atón, Badajoz. Uno de ellos indicaba ayer su disposición a declarar en la investigación actual. “Solo quiero que me pida perdón. A mí me ha destrozado la vida. No soy el único. Fuimos muchos quienes sufrimos su cólera, violencia y excesos en los pasillos del seminario”.

Donoso se encuentra en tratamiento psiquiátrico desde que estalló el caso. El juez ha permitido por este motivo al religioso cumplir la prisión provisional en el Hospital Perpetuo Socorro de Badajoz, donde un forense decidirá si puede ingresar en un penal convencional.

El religioso enmarcó en enero las acusaciones contra él en “una venganza”. Se mostró tranquilo, pausado y no eludió ninguna de las preguntas de este periódico. Fuentes de la investigación apuntan a que el número de víctimas del cura podría ampliarse en los próximos días.

 investigacion@elpais.es

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Sobre la firma

Joaquín Gil
Periodista de la sección de Investigación. Licenciado en Periodismo por el CEU y máster de EL PAÍS por la Universidad Autónoma de Madrid. Tiene dos décadas de experiencia en prensa, radio y televisión. Escribe desde 2011 en EL PAÍS, donde pasó por la sección de España y ha participado en investigaciones internacionales.

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