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Reportaje:LA TRANSICIÓN EN IRAK | La vida cotidiana

Bagdad lucha para recuperar la calma

Estados Unidos permite la llegada de 50 camiones de la Cruz Roja cargados con 2.500 toneladas de alimentos y medicinas

Ángeles Espinosa

Los habitantes de Bagdad siguen luchando contra el caos. Aunque ayer los policías de siempre volvían a pasearse flamantes en las motos y coches recientemente adquiridos por el dictador depuesto, los saqueos, los tiros esporádicos y los incendios de edificios públicos continuaban. Los guardias de tráfico seguían en paradero desconocido y la ciudad era un gigantesco atasco. Aun así, siguiendo los llamamientos de la radio local, que emite ya cuatro horas al día, algunos ciudadanos empezaban a regresar al trabajo.

Alí Abdulhadi es la mejor prueba del terror que ha cundido entre los residentes de la capital. Este empleado de Iraqi Airways, la compañía aérea de bandera, no había vuelto a empuñar un arma desde que cumplió su servicio militar en la guerra con Irán (1980-1988). Ayer confesaba apesadumbrado que ha tenido que recurrir a la colección de un familiar para hacerse con un fusil que le permita disparar al aire cuando se acercan los ladrones. Y ya ha tenido que hacerlo en un par de ocasiones.

El nivel de robos ha descendido, pero la preocupación por la seguridad se mantiene
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"Anoche [por anteanoche] intentaron robar en la sucursal del banco Rachid que hay aquí detrás, en la plaza de Hurriyat", explica. "Un vecino dio la voz de alarma y todos acudimos para intentar ahuyentarlos; enseguida llegaron los soldados estadounidenses y empezaron a disparar sin distinguir quién era quién". Abdulhadi cuenta que en su barrio se han reunido con las tropas ocupantes para designar unos interlocutores, pero no deja de mostrar su preocupación por la lentitud en restablecer los servicios públicos.

Su barrio, Karrada, sigue sin electricidad. Y, aunque la distribución de agua se ha restablecido en la mayor parte de Bagdad, sin la ayuda de un motor, no llega a los grifos. Así que varios vecinos han comprado un generador. Ahora el problema es conseguir el gasóleo para hacerlo funcionar, ya que aún son pocas las gasolineras abiertas y las colas exigen horas de espera.

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"Ha sido una alegría ver a los trabajadores de Al Yuhud volver a la fábrica", comenta Abdulhadi. Al Yuhud (El Cuero), antigua Bata, es casi con seguridad la única empresa pública que no ha sido saqueada en Bagdad. Por alguna razón, su servicio de seguridad no desapareció en la noche del 8 al 9 de abril, y los guardias armados, apostados tras los sacos terreros, que se prepararon antes de la guerra, la han defendido durante estos 10 días de saqueos y pillaje. "De todas formas, la mayoría de los iraquíes nos hemos quedado sin trabajo porque éramos empleados públicos", lamenta Abdulhadi al regresar de la oficina central de su compañía en la avenida Saadún. "Han robado todo".

De momento, llegar a cualquier sitio es un privilegio reservado a quien tenga su propio vehículo o pueda pagarse un taxi (baratos para los estándares europeos, pero prohibitivos para un trabajador iraquí). El transporte público ha quedado seriamente afectado por el vandalismo. Esta enviada fue testigo de cómo algunos ladrones robaban autobuses de las cocheras municipales para dedicarse luego a llenarlos con el botín de sus incursiones en ministerios, bancos y otros edificios oficiales.

Aunque el nivel de robos ha descendido en los últimos tres o cuatro últimos días ("Ya no queda nada que robar", justifican muchos

), la preocupación por la seguridad no ha desaparecido. Quienes siguen saqueando son bandas que exhiben las armas robadas con las que se protegen durante de sus fechorías. Así, la sustitución de los marines por tropas regulares del Ejército, responsables de su estabilización, ha pasado desapercibida.

Una buena noticia llegó a la frontera con Jordania. EE UU permitió ayer finalmente el paso de 50 camiones del Comité Internacional de la Cruz Roja con 50 toneladas de alimentos y medicinas cada uno. Pero sus portavoces señalan que en Irak hay comida y medicamentos suficientes y que lo fundamental es poner en marcha sus infraestructuras para que pueda echar andar.

El profesor de química Yassin Mujbil rompe una fotografía de Sadam, ayer en una escuela de Basora.
El profesor de química Yassin Mujbil rompe una fotografía de Sadam, ayer en una escuela de Basora.EPA

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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