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LOS REHENES JAPONESES | LA POSGUERRA DE IRAK

Hostilidad al volver a casa

El Ministerio de Exteriores japonés ha exigido al grupo de tres civiles nipones que fueron liberados hace unos días tras haber sido rehenes de insurgentes en Irak que reembolsen al Estado los 2,37 millones de yenes (18.230 euros) que sumaron los gastos derivados de su liberación. Las familias de la cooperante Nahoko Takato, de 34 años; del activista Noriaki Imai, de 18, y del reportero Soichiro Koriyama, de 32, ya han expresado que así lo harán.

No es el único revés que han encontrado los ex cautivos, que han sufrido un clima hóstil al regresar por las críticas del Gobierno, de la oposición y de la opinión pública por su viaje a Irak en contra de todas las recomendaciones. El trío liberado ha regresado a sus hogares en silencio, sin dar aún una conferencia de prensa, manteniendo un pérfil bajo por consejo de sus abogados y familiares después de que los psicólogos les diagnosticaran un alto grado de desorden de estrés postraumático. A los secuestrados, según el psiquiatra que ha examinado a los tres, Satoru Saito, les originó mayor angustia saber que se les responsabilizaba de la crisis causada por su cautiverio.

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La única mujer que estuvo secuestrada, la cooperante Takato, ha indicado a través de un amigo que "tuvo realmente miedo" cuando sus captores le amenazaron a ella y los otros dos japoneses con "quemarles vivos" si Japón no retiraba a los primeros 550 efectivos que ha desplegado en Irak, de los 1.100 que ha previsto.

Precisamente era Takato, con un cuchillo de uno de sus secuestradores en su cuello, la que parecía correr más peligro en la cinta de vídeo grabada a comienzos de mes y en la que ella y sus otros dos compañeros aparecían amenazados por armas blancas y de fuego.

Sus captores les instaron a mostrarse asustados para hacer más contundente su demanda, ha revelado la policía tras interrogar a los tres ex cautivos.

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Los dos grupos de ex rehenes fueron liberados pese a que el Gobierno japonés no cedió al chantaje de los insurgentes iraquíes que les retenían.

El positivo desenlace de la crisis, la peor que ha tenido el primer ministro, Junichiro Koizumi, desde que llegó al poder hace tres años, ha aumentado su popularidad, pues el 74% de los japoneses aprueba su gestión de la delicada situación y el 60% apoya el despliegue japonés en Irak, como demuestra un sondeo del diario Yomiuri publicado el pasado 20 de abril.

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