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Detlev Mehlis, un investigador duro y tenaz

Detlev Mehlis, de 55 años, ha investigado durante cinco meses el asesinato del ex primer ministro libanés Rafik Hariri. Este magistrado alemán, adscrito a la fiscalía de su ciudad natal, Berlín, ha dirigido con puño de hierro un equipo de inspectores que, insobornables e incansables, han estado peinando las intrincadas redes del poder en Damasco y Beirut. Ello, sin olvidar los bajos fondos de Ginebra, donde lograron conectar con algunos de los personajes claves en el atentado terrorista perpetrado en Beirut.

Mehlis ha llevado su misión sorteando todo tipo de dificultades, lo que le obligó en un primer momento a recluirse en su hotel de Beirut, en los contrafuertes de las montañas de Líbano, para eludir el riesgo de un atentado. Además, tuvo que luchar con las autoridades de Beirut y Damasco, que durante semanas se negaron a recibir a los investigadores.

La tenaz misión de Mehlis no ha concluido aún. El secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, acaba de prolongar su mandato dos meses más, tal y como había solicitado el magistrado. En su agenda se contempla un posible interrogatorio de los dirigentes policiales y políticos sirios en un territorio neutral, que podría ser escogido por la ONU.

Mehlis no teme los retos ni la publicidad. Su trayectoria profesional está repleta de misiones espectaculares, como la efectuada en 1986, cuando la fiscalía de Berlín le encargó averiguar el atentado perpetrado contra la discoteca La Belle de la capital alemana en la que murieron dos agentes de los servicios secretos de EE UU y una mujer turca y otras 200 personas resultaron heridas.

Bombardeo en Trípoli

Este atentado dio pie al presidente norteamericano, Ronald Reagan, a bombardear el palacio presidencial de Muammar Gaddafi en Trípoli, en el que murieron 30 personas, entre ellas uno de sus hijos menores.

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El juez Mehlis recibió años más tarde otro encargo de un corte similar: investigar las actividades de Johanes Weinrich, militante de extrema izquierda y uno de los colaboradores del terrorista internacional Carlos, al que se le acusaba de estar implicado en al menos tres atentados cometidos en Francia en los años ochenta.

Estas dos investigaciones, que empezaron de manera espectacular, acabaron, sin embargo, de manera decepcionante. La investigación sobre el atentado de la discoteca La Belle, aunque demostró la autoría libia, fue incapaz de probar las conexiones e interferencias de los servicios secretos israelíes y norteamericanos.

En cuanto al caso Weinrich, acabó siendo archivado por falta de pruebas, aunque el principal imputado cumple cadena perpetua por un atentado cometido con anterioridad. Los expertos acusan al juez Mehlis de tener un discutible rigor procesal.

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