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Motivos para la desconfianza

Nadie cuestiona el derecho de Irán a disponer de energía nuclear para fines energéticos. Pero la Unión Europea y Estados Unidos tienen razones sobradas para desconfiar de los verdaderos objetivos del régimen de los ayatolás, que en el pasado trataron de desarrollar programas secretos de enriquecimiento de uranio.

Enriquecido a bajo nivel, el uranio puede ser utilizado para producir energía en centrales nucleares, como la que Irán está construyendo en el puerto meridional de Bushehr con ayuda rusa. Pero enriquecido a alto nivel, puede emplearse en la fabricación de armas atómicas.

Fue en agosto de 2002 cuando algunos exiliados iraníes denunciaron la construcción de la planta de Natanz y de la instalación de agua pesada de Arak, información confirmada gracias a los satélites estadounidenses. Las inspecciones del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), llevadas a cabo no sin trabas, hallaron en Natanz restos de uranio enriquecido a un nivel extremadamente alto. En octubre de 2003, el régimen iraní aceptó detener sus actividades nucleares, aunque en febrero de 2004, el OIEA informó de que Irán experimentaba con polonio-210, que puede ser usado para desatar la reacción en cadena en una bomba nuclear.

El tira y afloja entre Teherán y el OIEA culminó en noviembre de 2004, con el compromiso iraní de cesar sus actividades nucleares. En agosto de 2005, sin embargo, el recién electo presidente iraní Mahmud Ahmadineyad anunció su país reanudaría las actividades de enriquecimiento de uranio de forma "irreversible".

Metal radiactivo

Irán extrae el uranio en su propio territorio. Este metal gris y duro, presente en varios minerales, es un elemento radiactivo natural que dispone de dos isótopos, el U-238 y el U-235. Este último, el único útil para uso nuclear por su naturaleza fisible, se encuentra en una proporción muy escasa, de alrededor del 0,7%. El proceso de enriquecimiento está destinado a elevar el nivel de isótopos U-235 hasta un 4% o 5%, adecuado para el uso civil, y hasta más de un 90% para su utilización militar.

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Según los expertos, la planta de Natanz, reabierta ayer, estaría en capacidad de poner en marcha 164 centrifugadoras, que enriquecen el uranio, suministrado en forma gaseosa (hexafluoridio de uranio), haciéndolo girar a una velocidad supersónica.

A finales de 2004, informa France Presse, los iraníes habían producido dos toneladas de hexafluoridio de uranio, lo que representaba un 15% del volumen necesario para producir el uranio enriquecido que requiere una bomba atómica.

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