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La violencia sectaria ha expulsado de Bagdad al 30% de su población

Cuatrocientos cincuenta delegados de 60 países, 37 organismos internacionales y 64 ONG se reunirán a partir de hoy en Ginebra, convocados por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) que dirige António Guterres. El objetivo es encontrar soluciones a la catástrofe humanitaria que padece la población civil iraquí e impedir que se conviertan en unos segundos palestinos. Las cifras son demoledoras: 2,3 millones de refugiados repartidos en varios países de Oriente Próximo y 1,9 millones de desplazados internos. Diversas organizaciones locales aseguran que el 30% de la población capitalina (estimada en cinco millones de personas) ha dejado la ciudad.

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La causa es la gran violencia a la que está sometido el país desde agosto de 2003, cuando comenzaron los atentados, y, sobre todo, desde febrero de 2006, con la voladura de la mezquita dorada de Samarra, atentado que prendió la llama de una guerra sectaria entre milicias chiíes y suníes que ha costado miles de muertos y desplazamientos masivos. Bagdad se divide en dos mitades confesionalmente puras: los chiíes al este del río Tigris; los suníes, al oeste.

Según los datos más recientes de la ONU, de los 2,3 millones de refugiados iraquíes en la región, 1,2 millones se encuentran en Siria y al menos 750.000 en Jordania, los dos países que soportan la mayor presión debido a ese flujo migratorio. La presencia de tal número de iraquíes está provocando "muestras de creciente animadversión" entre la población de Jordania, según denuncia Amnistía Internacional.

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