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Reportaje:

El más buscado de Perú

El Gobierno de Lima ofrece 830.000 euros por la captura de Artemio, el último dirigente en libertad de Sendero Luminoso

El Gobierno peruano ha puesto precio a una cabeza sin nombre. Tres millones y medio de soles (unos 830.000 euros) es lo que está dispuesto a pagar a quien aporte información que sirva para capturar a un sujeto del que sólo se sabe su alias: Artemio. Es el hombre más buscado de Perú y el único miembro del comité central de Sendero Luminoso, la organización terrorista que asoló el país en las décadas ochenta y noventa del pasado siglo y cuyos últimos miembros todavía operan en las agrestes zonas selváticas donde se concentran los cultivos de coca y las plantas de elaboración de pasta básica de cocaína.

Fuentes policiales señalan que no son más de un centenar de hombres. Sin embargo, son tan correosos y conocen tan a la perfección el terreno que ha sido imposible terminar con ellos. De hecho, Artemio ha sido el mando militar y político del valle del río Huallaga durante casi 25 años.

Los terroristas han establecido alianzas con los narcotraficantes locales, que les financian

A este sujeto se le han atribuido sucesivas identidades. En 2004, durante una intervención policial, se halló un documento de identidad, presumiblemente de su propiedad, con el nombre de José Flores León, pero existe el convencimiento entre las fuerzas de seguridad de que es falso, aunque la fotografía sí se considera real y es la que se muestra en los carteles que publicitan la recompensa. En ella aparece como un hombre maduro y aparentemente inofensivo, de cabello corto y sin barba. Las fuerzas de seguridad creen que Artemio tiene alrededor de 54 años y cinco hijos con tres mujeres distintas.

Su aparición pública más conocida la tuvo en 2004, cuando permitió que un equipo de televisión le hiciera una entrevista en uno de sus campamentos. Artemio, con el rostro cubierto, aprovechó la oportunidad para alardear de la buena preparación de sus hombres, que copian gestos y formas de los infantes de marina peruanos.

También se sabe que Artemio, a diferencia de otros líderes de Sendero Luminoso que siguen en libertad, tiene formación política y conoce la ideología maoísta de Sendero. Formó parte de la cúpula y fue cercano a Abimael Guzmán, el líder de Sendero que purga prisión desde 1992 y cuya cadena perpetua fue ratificada el año pasado por un tribunal civil.

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El conflicto armado desatado en 1980 por Sendero Luminoso dejó alrededor de 70.000 muertos y un recuerdo amargo, aún fresco, entre los peruanos. Tras la captura de sus principales cuadros, la organización perdió la mayor parte de la fuerza y actualmente su teatro de operaciones se reduce a dos sectores. El valle del Huallaga es el dominio de Artemio, quien llegó a comandar un ejército de casi 4.000 hombres y a ser la autoridad real en todo el valle. Sus lugartenientes mataban a alcaldes, ajusticiaban a delincuentes tras juicios sumarísimos y cobraban cupos a los narcotraficantes. Actualmente se calcula que su columna no tiene más de 200 hombres, pero controla amplias zonas y realiza ataques ocasionales. El más reciente se produjo en junio: en una emboscada, murieron tres policías y el fiscal de la localidad de Tocache.

Otro grupo de senderistas, ligeramente mayor, opera en la cuenca de los ríos Ene y Apurimac, más al sur, bajo las órdenes de un mando de menor jerarquía, conocido como José o Iván. "No es coincidencia que estén refugiados en las dos zonas de mayor producción de coca del Perú", señala Rubén Vargas, un analista en temas de seguridad.

En estas regiones, ambas selváticas, montañosas y con una nubosidad permanente que imposibilita las operaciones aerotransportadas, los terroristas han establecido alianzas con los narcotraficantes locales, que les proveen de dinero a cambio de protección y carta blanca para sus actividades. Dinero que se usa para financiar las acciones armadas y de propaganda, y también para la defensa legal de sus presos, el otro frente abierto que le queda al grupo terrorista.

Artemio (en el centro), reivindica en televisión, en agosto de 2005, el asesinato de nueve personas.
Artemio (en el centro), reivindica en televisión, en agosto de 2005, el asesinato de nueve personas.REUTERS

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