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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Abe, 'halcón' breve

A sus 52 años, Shinzo Abe habrá sido el primer ministro más joven del Japón de la posguerra, pero no ha durado ni doce meses en el cargo. Tal ha sido su divorcio con la opinión pública sobre la derechización y recuperación del nacionalismo japonés que propugnaba, que ayer se vio forzado a presentar su dimisión antes de que el Parlamento aprobara la renovación en noviembre del envío de fuerzas navales para apoyar la guerra de Afganistán, lo que ha despertado preocupaciones en Washington. La derrota sufrida por su Partido Liberal Democrático (PLD, conservador) en las elecciones a la Cámara alta el pasado julio fue un serio aviso: por vez primera en su historia, el PLD perdió el control de esa Cámara, esencial para la reforma que Abe, desde su ala derecha, propugnaba de la Constitución japonesa, dictada en 1947 por los ocupantes americanos y que prohíbe a Japón participar en guerra alguna. Abe, que sucedió al popular y populista Koizumi, había introducido el patriotismo en la enseñanza escolar y adoptado un discurso neonacionalista y próximo al de los neoconservadores americanos.

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Al hundimiento de Abe en las encuestas han contribuido también su mala imagen personal de niño rico y los escándalos de corrupción en su Gobierno. El PLD ha gobernado Japón de forma casi ininterrumpida desde la II Guerra Mundial. Lo más lógico sería la convocatoria anticipada de elecciones a la Cámara baja, previstas para 2009. Pero no parece que vaya a ser así. El PLD elegirá el sucesor el próximo día 19, y lo más probable es que el nuevo jefe de Gobierno sea Taro Aso, ex ministro de Exteriores y secretario general del partido. Aso es también un político derechista, pero se acomoda perfectamente a las circunstancias. Ha hecho en el pasado declaraciones xenófobas, si bien ha soltado lastre nacionalista con el discurrir del tiempo. Ha llegado incluso a criticar la política militar americana en Irak. La sociedad nipona mira entretanto a otros asuntos. Se siente más preocupada por el futuro de las pensiones o sigue con atención la mejora de la economía antes que el retorno de un nacionalismo tardío.

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