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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El cuarto mandato de Merkel

Tras las elecciones de ayer, no hay mucha más alternativa que una coalición de los democristianos de Merkel, los Liberales y los Verdes

Ángela Merkel, con Martin Schulz.Foto: atlas | Vídeo: ASSOCIATED PRESS | atlas

Angela Merkel ganó ayer su cuarta elección general en unos comicios marcados por la entrada en el Parlamento alemán de la extrema derecha xenófoba y eurófoba. A la espera de los resultados de las conversaciones de los próximos días con el resto de las fuerzas políticas, la presencia en el Bundestag de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) y los pésimos resultados de los socialdemócratas —que se quedan en un 20%, su peor desde 1949 — no deja mucha más alternativa encima de la mesa que una coalición de los democristianos de Merkel, los Liberales —que vuelven al Parlamento— y los Verdes.

Los socialistas, que lo habían fiado todo al empuje de su candidato Martin Schulz, expresidente del Parlamento Europeo, tienen razón en sentirse abatidos: una vez más, una elección general confirma —esta vez en el país más grande e importante de a UE— las enormes dificultades de los socialdemócratas para navegar entre las consecuencias de la crisis de 2008 y las políticas de identidad, que lo copan todo, y encontrar un discurso y perfil propio.

Por su parte, la proyectada llegada al Bundestag de casi un centenar de diputados de la formación AfD y su conversión en la tercera formación política del país, supone una triste confirmación de los difíciles tiempos que están viviendo las democracias representativas, en Europa y fuera de ella, sometidas a importantes presiones populistas tanto por la izquierda como por la derecha y al acoso del nacionalismo más intransigente y antieuropeo.

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En una confirmación de que las cuestiones identitarias han llegado para quedarse, casi un 14% de los votantes alemanes han preferido ignorar la buena marcha de la economía y votar en contra de la presencia de 1,3 millones de refugiados y los valores que representa la UE. Toca ahora a los demócratas alemanes asegurarse de que la Alternativa xenófoba y eurófoba que representa AfD no cambie la política ni los valores de su país.

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