_
_
_
_
_

"No me avergüenzo de los que están fuera, porque mis hijos están fuera"

Eusebio Leal, destacado intelectual cubano, apela a la reconciliación en un congreso de escritores y artistas en La Habana

Los intelectuales cubanos vuelven a estar en primera línea política, en momentos en que el Gobierno de Raúl Castro empieza a levantar prohibiciones y a ejecutar los primeros cambios en la agricultura como parte de un plan para mejorar las condiciones de vida de la población y reactivar la economía. Desde el martes, en La Habana se celebra el VII Congreso de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y varios de los participantes han puesto el dedo sobre la llaga de la educación, manifestando su preocupación por el deterioro de su calidad en los últimos años, tema tabú hasta hace poco por tratarse de uno de los principales 'logros' de la revolución.

A la UNEAC pertenecen más de 8.000 miembros, y el Congreso fue preparado durante un año, coincidiendo en el tiempo con el gran debate nacional alentado por Raúl Castro el año pasado para que la población se expresase sobre los problemas del país y sugiriera soluciones. En estas discusiones salieron a la luz muchas de las inconformidades por las prohibiciones que existen en la isla y que ahora se comienzan a levantar, pero también se tocaron problemas de fondo, como el de la falta de estímulo para trabajar, la esquizofrenia que genera la dualidad monetaria y el deterioro de servicios como la salud y la educación.

Más información
Cuba empieza a repartir tierras ociosas en manos del Estado a los campesinos

En las discusiones preparatorias del Congreso de la UNEAC, este último tema surgió con fuerza y llegó también al Congreso con mucha fuerza. "¿Puede la escuela primaria y secundaria y el pre [universitario], tal y cual han llegado a ser, regenteadas por criterios descabellados e ignorantes de principios pedagógicos, psicológicos elementales, y violadora de derechos familiares, ser formadora de niños y adolescentes, y por tanto fundar futuro", se pegunto en una de las plenarias el intelectual Alfredo Guevara. Él mismo se contestó: "Jamás podrá construirse con solidez a partir de dogmas, empecinamiento, desconocimiento de la realidad real o ignorando alertadores de la experiencia y de los ciudadanos".

Sus palabras, difundidas por el medio digital Cubadebate, resumen algunos de los puntos calientes del debate, en el que el Instituto Cubano de Radio y Televisión, ideologizado según los patrones más antediluvianos, fue blanco de numerosas críticas. Guevara llegó a calificar a sus emisoras y canales de "medios de comunicación neo-coloniales en su programación, estupidizante y dominados por tan descomunal ignorancia que no se saben aliados del capitalismo en su manifestación más soez", y advirtió del peligro de "destruir el lenguaje para así destruir o dañar la articulación del pensamiento".

Otros oradores, en distintas comisiones, pidieron aprovechar el acceso a las nuevas tecnologías, incrementar el uso de Internet, retribuir a los artistas de "modo justo" y eliminar los porcentajes leoninos que hoy cobran las agencias representaciones estatales, a las que obligatoriamente han de pertenecer, e incluso se escucharon voces a favor de que el Estado abandone el monopolio que hasta ahora ha tenido en determinadas esferas de la cultura, por ejemplo en el cine, reconvirtiendo instituciones como el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica en entidades abiertas a los creadores independientes, algo que de hecho ya está sucediendo.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

"No me avergüenzo de los que están fuera"

El Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal, pronunció una de las intervenciones más celebradas en el Congreso. Aseguró que Cuba era de todos los cubanos, los de dentro y fuera, y que no se podía quitar alegremente el nombre de cubano al que se fue. "Yo no me avergüenzo de los que están fuera, porque mis hijos están fuera, y jamás me avergonzaré de mi condición de padre, ni jamás les quitaré a ellos el nombre de cubanos —ellos decidieron su camino— siempre y cuando no hagan armas contra la patria que los vio nacer". Leal afirmó que Cuba se encontraba en un momento crucial de su historia y que los errores del pasado se admiten y no sólo se levantan prohibiciones sencillas como la que pesaba hasta ahora sobre artículos como los teléfonos celulares: están cambiando cosas importantes, de calado, dijo, y muestra de ello es que están empezando a repartirse tierras del Estado a los campesinos, y que no hay que tenerle temor a que se enriquezca el que más trabaja.

"Yo creo que tenemos que ayudar desde la UNEAC a construir la nación de hoy. Todos estamos esperanzados. ¿Por qué? Porque el país, efectivamente, asume que lo que hasta ayer no fue conveniente o prudente, hoy es necesario. Cada día las noticias que nos llegan son alentadoras, y no es como dicen nuestros mortales enemigos: un tema cosmético. Se están tocando cosas tan profundas como aquellas que en 1959 —y aún antes— mi generación vio como la más alta aspiración: la justicia para los campesinos, los hombres de la tierra". Leal terminó y los aplausos explotaron en la sala..

Según uno de los intelectuales que asistió a las sesiones, las discusiones, partiendo de que en ningún momento se cuestionó el modelo socialista, son un "buen ejemplo de como Cuba esta volviendo poco a poco a la normalidad". En la calle se venden los primeros DVD, "y no pasa nada". Los primeros cubanos se alojan en los hoteles, "no ha habido ningún drama". A los campesinos les empiezan a entregar tierras ociosas, "teníamos que haberlo hecho antes". Y mientras Cuba se anima, los intelectuales, un año después de la 'guerra de los e-mails', hablan con crudeza de la crisis de la educación o piden mayor acceso a Internet, "y empieza a ser lo normal". El miércoles Fidel Castro envió un mensaje al Congreso. Fue leído: se cuestionaba si tenía "algún sentido" el empleo de las nuevas tecnologías en la vida cotidiana "que promete el imperialismo", y advertía que cada invento será sustituido por otro "más efectivo y ya no puede siquiera garantizarse el secreto de lo que habla una pareja en un parque". Y dijo más Castro: "todo lo que fortalezca éticamente la revolución es bueno, todo lo que la debilite es malo". Los delegados lo recibieron con una cerrada ovación y después siguieron con sus debates.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_