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Irán cierra la caseta de Egipto en la Feria del Libro por ofrecer un texto que llama Arábigo al golfo Pérsico

La disputada nomenclatura también motivó la interrupción de un partido de fútbol la semana pasada

Ángeles Espinosa

La fijación de las autoridades iraníes con se denomine golfo Pérsico a la vía de agua que se extiende entre la meseta iraní y la península Arábiga les está causando roces con sus vecinos. Este fin de semana, la policía ha cerrado la caseta de Egipto en la Feria del Libro de Teherán porque en ella se ofrecía un volumen titulado Enciclopedia del golfo Arábigo. La semana pasada, un árbitro jordano paró un partido de fútbol entre las selecciones de Irán y Arabia Saudí cuando un grupo de espectadores iraníes sacó una pancarta que recordaba a sus rivales árabes que el golfo se llama Pérsico.

Sin duda tal es el término que acuñaron los historiadores griegos, pero el celo oficial en defender "el nombre correcto, verificado por la investigación e históricamente documentado", ha traspasado la anécdota para convertirse en la reafirmación ultranacionalista de un régimen que se siente acosado. Sólo así puede entenderse que Irán trate de imponer a sus vecinos una nomenclatura para la que, por muy internacionalmente aceptada que esté, ellos tienen otra preferencia.

Más allá de la ocasional pataleta, el Ministerio de Transportes ha amenazado con cancelar los permisos de vuelo sobre territorio iraní a cualquier compañía aérea que no utilice el nombre golfo Pérsico. La decisión se anunció el pasado febrero después de que varios pasajeros de un vuelo de Kish Air se sublevaran al ver aparecer la mención golfo Arábigo en el itinerario que mostraban las pantallas de abordo. El auxiliar de vuelo, un griego desconocedor de la susceptibilidad local, amenazó con hacer detener a quienes protestaban. Sin embargo, una vez en tierra, fue él quien tuvo que vérselas con la policía, que anuló su permiso de residencia y le expulsó del país "por comportamiento incorrecto e irresponsable", según la prensa local.

Y los gobernantes iraníes están dispuestos a asumir las consecuencias de su empeño. A principios de año, la Federación Deportiva de Solidaridad Islámica, basada en Arabia Saudí, anuló los campeonatos de atletismo que iban a celebrarse en Teherán porque las medallas preparadas por los anfitriones mostraban un mapa de Irán con la mención expresa golfo Pérsico. De ahí, la pancarta que hace unos días exhibieron los forofos iraníes cuando su selección recibía en casa al combinado saudí.

Aunque golfo Pérsico es el nombre aceptado internacionalmente para ese brazo de mar, sus vecinos árabes lo contestan. Desde el descubrimiento del petróleo, pero en especial a raíz del ascenso del nacionalismo árabe en los años sesenta, Arabia Saudí y el resto de las monarquías de la península Arábiga han reclamado su derecho sobre esas aguas. La principal vía de Kuwait se llama Avenida del Golfo Arábigo, y hay calles con el mismo nombre en otros emiratos.

Los iraníes siempre han sido muy nacionalistas. Ahora bien, desde la llegada al Gobierno de Ahmadineyad, las autoridades han tratado de manipular ese sentimiento para contrarrestar los efectos del creciente aislamiento internacional que le han granjeado sus políticas. En los últimos años, se han organizado conferencias, seminarios y exposiciones sobre la denominación golfo Pérsico; se han emitido sellos, exigido disculpas al Museo de Louvre por haber identificado incorrectamente un mapa, e incluso promovido una votación en la Asamblea General de la ONU respaldando el término.

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Ni sanciones, ni disputa nuclear. Hay momentos que al leer la prensa iraní da la sensación de que la terminología es el problema más importante, sino el único, del país. La obsesión llega al extremo de que los medios locales rebautizan el Consejo de Cooperación del Golfo (nombre abreviado con el que es conocido el Consejo de Cooperación de los Estados Árabes del Golfo) como Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico. Eso sí, obvian mencionar que ellos llaman Arvand Rud al Chat-el Arab y mar de Jazar al Caspio, y nadie les pide cuentas por ello.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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