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Las vibraciones de la revolución en el norte de África llegan a Asia Central

El presidente de Kazajistán prolonga su mandato tras unas 'elecciones' a su medida

Las vibraciones de la revolución en el norte de África han llegado hasta los régimenes dictatoriales y autoritarios de Asia Central y también a Kazajistán, donde el domingo 3 de abril se celebraron elecciones presidenciales anticipadas para que Nursultán Nazarbáyev siga ejerciendo otros cinco años el poder que detenta desde hace más de dos décadas. Para que el presidente y la élite formada bajo su tutela quedaran satisfechos era necesario que Nazarbáyev "superara" el resultado de comicios anteriores y estuviera formalmente a la altura del título de "padre de la nación" que recibió en 2010. Y esto es lo que se perfilaba al cerrarse los colegios electorales, cuando se anunció que la participación había sido del 89,8 % del censo y que Nazarbáyev obtenía un 95,1 % de los votos, según las encuestas a pie de urna. En su anterior cita con las urnas, en 2005, Nazarbáyev logró un 91,15% y la participación fue del 76,8%.

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"El régimen ha utilizado con éxito sus recursos administrativos para prolongar otra vez cínicamente la permanencia del presidente en el poder. La operación ha tenido éxito", manifestaba la ex senadora Sauresh Batálova, del Fondo de Desarrollo del Parlamentarismo de Kazajistán.

Las elecciones fueron "legitimadas" por tres "candidatos rivales", uno de los cuales, el ecólogo Mels Eleusízov declaró haber votado por Nazarbáyev y otro admitió que los kazajos no tienen interés por las urnas debido a la "falta de intriga política". La oposición, poco estructurada y privada de figuras, había convocado un boicot electoral.

Entre los países africanos y el Estado más vasto de Asia Central hay muchas diferencias y no hay síntomas de que Nazarbáyev pudiera ser víctima de una revuelta social. Al contrario, hay kazajos insatisfechos con el régimen que votan por el presidente, ya que lo asocian con la "estabilidad" y también con un grado de tolerancia para las libertades individuales superior al de Uzbekistán o Turkmenistán. En Astaná, la capital de Kazajistán, Nazarbáyev depositó su boletín en la urna y volvió a vincular su persona con las ideas de "estabilidad del Estado" "la amistad de las distintas naciones del pueblo" y la "modernización social".

En Kazajistán (y también entre las élites occidentales que tan armoniosamente convivían con los régimenes del norte de Africa) la supuesta función estabilizadora de Nazarbáyev han pesado hasta ahora más que las deficiencias del régimen: enorme corrupción que afecta a los tribunales y la policía (Kazajistán ocupa el puesto 105 en el índice de Transparency Internacional de 2010), abismales diferencias sociales, servicios públicos degradados y peores que en la época soviética, y clanes enfrentados que concentran la riqueza y que se posicionan con la vista puesta en la época post-Nazarbáyev.

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No obstante, "en el país no hay masa crítica para una protesta social de envergadura", opina la politóloga Nargís Kassénova, y puntualiza que " la situación en la vecina Kirguizistán ha influido más que el Norte de Africa". En Kiguizistán el sistema presidencial ha sido transformado en parlamentario. En Kazajistán, el proceso fue el inverso y el actual parlamento consta de una sola fuerza, "Nur Otan", el partido del presidente. El tipo de reformas que planea la élite de Kazajistán (como la rusa) consistente en restablecer parcialmente derechos y libertades que previamente ha suprimido.

Por lejos que esté una revuelta popular de Kazajistán, el norte de Africa está jugando ya un papel en la política local, bien como "señal de alarma" para la administración (que ha incrementado hace poco las pensiones de jubilación) bien como "esperanza" para algunos sectores de oposición . Las "revoluciones árabes" se debaten en coloquios como el organizado en Almatí por la fundación Friedrich Ebert el 10 de marzo. Vladímir Kozlov, dirigente del partido Algá (que las autoridades de niegan a registrar), fue uno de los asistentes. Kozlov apreció la intervención del diplomático y arabista Rasul Zhumalí, titulada "Las revoluciones árabes. ¿Afectará el efecto dominó a Kazajistán?". Zhumalí hizo una lista de condiciones que, según él, se requieren para una revolución. La lista incluye el arraigo del Internet, un gobierno víctima de sus propios esquemas propagandísticos, un poder judicial corrupto, la imitación de formas democráticas sin alternancia en el poder. También incluye el síndrome de provisionalidad de la élite (con la consiguiente falta de inversiones materiales y morales en el país) y la superación del miedo. "Estas condiciones se cumplen ya todas ellas en Kazajistán", afirma Kozlov, según el cual se trata de una "cuestión de tiempo".Frente a la sede de Algá en Almatí hay unas fotografías de Astaná, la lujosa capital que Nazarbáyev mandó construir en la estepa, con sus palacios, sus marmoles y luces, y otras fotos de las precarias condiciones de vida del ciudadano de a pie. La divisa del boicot electoral es: "Queremos un cambio. Hoy Kazajistan es subsuelo para los oligarcas, tierra para los chinos y esclavitud para el pueblo". Este lema se refiere a la concentración en manos de unos pocos de la riqueza generada por los hidrocarburos y los metales raros. También se refiere al temor a que los chinos sean invitados masivamente a cultivar los campos que los campesinos kazajos se ven forzados a abandonar por imposibilidad de mantenerse de la agricultura. Durante la campaña electoral, el ex yerno de Nazarbáyev, Rajat Alíev, exiliado en Austria y perseguido por Kazajistán, difundió en Internet un comunicado según el cual su ex suegro había firmado recientemente en Pekin un documento secreto, por el que se comprometía a entregar a China un millón de hectareas de tierra cultivable en arriendo para 99 años.Las autoridades lo han desmentido.

Los problemas sociales de Kazajstán son patentes en Shanyrak, un barrio periférico de Almatí conocido como "el cinturón de la shajida (suicida)". Allí , en un contenedor de 18 metros cuadrados viven Bauzhán y su familia (un total de 8 personas incluidos tres niños). Vinieron de Shymkent (en el sur, cerca de la frontera de Uzbekistán) porque no tenían trabajo. Bauzhán cobra unos 25.000 tengués (unos 100 euros) al mes y no tiene perspectiva de ascenso social. Ni él ni sus paisanos sureños, alojados en las chozas y barracas de Shanyrak, tenían intención de ir a votar. En julio de 2006, el barrio fue escenario de un estallido de violencia cuando la policía intentó desalojar los asentamientos ilegales. El terreno que ocupaban las barracas de los emigrantes rurales había sido comprado por una constructora. Un agente murió rociado con gasolina. La nueva legislación agrícola aprobada en 2003 ha permitido el expolio del campesinado, opina Kozlov.

"Africa es un precedente, pero mientras Nazarbáyev esté en el poder no hay que temer revoluciones como las que han ocurrido allí. Ahora bien, si Nazarbáyev dejara el poder, la revolución podría ocurrir, aunque es más probable que suceda en Uzbekistán", afirma en privado un alto funcionario kazajo. A su juicio, la inestabilidad en Kazajistán puede ser propiciada por las luchas entre distintos clanes por sustituir a Nazarbáyev y también la pobreza y la marginación. Esta pobreza que se ve en los arrabales de las ciudades resulta especialmente escandalosa porque Kazajstán es el país más rico de Asia Central y con una superficie superior a cinco veces el tamaño de Francia sólo tiene 15,5 millones de habitantes. Las informaciones sobre las residencias de lujo de la familia del presidente en el extranjero?en Suiza o en la Costa Brava? y su estilo de vida ostentoso incrementan la ira en las chabolas de Shanyrak.

El líder kazajo Nursultán Nazarbáyev en un foro en Astana, un día después de las elecciones.
El líder kazajo Nursultán Nazarbáyev en un foro en Astana, un día después de las elecciones.MUKHTAR KHOLDORBEKOV (REUTERS)

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