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Nueva York pone fin a la ocupación de Wall Street

Las autoridades justifican la intervención policial por la proliferación de suciedad y actos delictivos También fueron desalojados los campamentos de Atlanta, Portland, Salt Lake City y Oakland

Antonio Caño
Un acampado permanece a las puertas del parque Zuccotti, en Nueva York, después de que la policía desmantelara el campamento.
Un acampado permanece a las puertas del parque Zuccotti, en Nueva York, después de que la policía desmantelara el campamento.MARIO TAMA (AFP)

La policía de Nueva York desalojó hoy el campamento instalado por Ocupa Wall Street (OWS) en una plaza de ese área financiera de la ciudad, en un paso que representa un gran desafío para ese movimiento sobre su capacidad de prolongarse y consolidarse. "A partir de ahora tendrán que ocupar las calles con el poder de sus argumentos", declaró el alcalde, Michael Bloomberg, para explicar una decisión cuya legalidad ha sido cuestionada por los manifestantes y que, en última instancia, puede quedar en manos de los jueces. Este fenómeno, que ha conseguido trasladar a la opinión pública norteamericana la preocupación por los graves desequilibrios sociales, se ha ido convirtiendo en un problema creciente de seguridad y orden público.

El desalojo de Zuccotti Park, donde los seguidores de OWS se habían instalado hace dos meses con tiendas de campaña y sacos de dormir, se produjo de madrugada y, en general, de forma pacífica, aunque 147 personas fueron detenidas por oponerse a la actuación policial, incluidas algunas que se habían encadenado como forma de resistencia. "Hemos detenido a quienes querían ser detenidos", explicó el jefe de la policía, Raymond Kelly.

La orden de desalojo fue inmediatamente rebatida ante los tribunales por los partidarios del movimiento. Pero un juez de Nueva York rechazó el recurso, informa la agencia Reuters. El magistrado consideró que los manifestantes tienen el derecho de regresar al Zuccotti Park, pero tendrán que atenerse a las reglas de la plaza —diseñadas para evitar acampadas— y no podrán por tanto llevar tiendas de campaña, sacos de dormir o almacenar alimentos o vituallas. La plaza Zuccotti es propiedad de la empresa Brookfield Office Properties, y es legalmente un espacio particular destinado al uso público.

Bloomberg había anteriormente prometido que, en cuanto se resolviera el conflicto judicial, la plaza volvería a ser abierta, pero precisamente había exigido que los protestantes no llevaran tiendas de campaña o cualquier otro equipo que diese lugar a la ocupación permanente de ese espacio público. Bloomberg, políticamente independiente, considera que “la Constitución de EE UU protege los derechos de expresión y de manifestación, pero no el de acampar y ocupar cualquier calle de una ciudad”.

La policía detuvo a 147 acampados que se resistieron al desalojo

El alcalde, con el respaldo deBrookfield Office Properties, ha considerado que la larga estancia de unas 200 personas en ese lugar se había convertido en un peligro para la salud de los acampados y de los vecinos del lugar. La policía asegura haber encontrado en la plaza excrementos y orina, y afirma que existen varias denuncias por robo, tráfico de drogas y asaltos sexuales cometidos en las inmediaciones.

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El desalojo se produce dos días antes de un carnaval que OWS había convocado el jueves con intención de celebrar los 60 días de acampada interrumpiendo la actividad de la Bolsa de Nueva York, el mayor mercado de valores del mundo y el símbolo máximo del modelo de capitalismo que los manifestantes dicen combatir.

Antes del campamento de Nueva York, habían sido desalojados también los de Atlanta, Portland, Salt Lake City y Oakland. En esta última ciudad, donde desde el principio hubo frecuentes enfrentamientos entre la policía y los ocupantes, el episodio produjo nueva violencia y una crisis política que ha provocado la dimisión del número dos del ayuntamiento. El alcalde de Oakland dijo que la mitad de las personas desalojadas eran mendigos sin hogar.

El movimiento

En los últimos días, se había informado de la muerte de una persona por disparos en los alrededores del campamento de Oakland y de otra, también por bala, en una concentración en una ciudad del Estado de Vermont, aunque no existen pruebas de que esas muertes estén conectadas a las protestas. En la acampada de Salt Lake City, la policía dijo el viernes pasado que había recogido a un hombre muerto por una combinación de drogas y monóxido de carbono.

Pese a que algunos campamentos, como el de Nueva York, disponían de su propio sistema de seguridad, estos incidentes habían disparado la inquietud de las autoridades sobre la prolongación de este tipo de protestas y han servido para justificar la intervención policial.

OWS tiene ahora que decidir qué rumbo tomar. En algunas asambleas, especialmente en la costa Oeste, se ha optado por retirar los campamentos de las ciudades y trasladarlos a los campus universitarios, donde la situación legal es más favorable y cuentan, además, con el respaldo de muchos estudiantes. En la caso de Nueva York, en los últimos días se estaba discutiendo sobre si mantener la ocupación de Zuccotti Park, donde el frío del el invierno podía disuadir a muchos voluntarios, o suspender las protestas para reanudarlas con nuevo brío en la primavera.

Este es un momento decisivo para el movimiento. Su éxito, en cierta manera, ya está conseguido al dar vigencia a la necesidad de mayor justicia social y servir de contrapeso desde la izquierda al grupo Tea Party. Pero ese triunfo testimonial puede resultar insuficiente para quienes aspiraban a convertir OWS en un factor de cambio del modelo político de EE UU. Para ello, van a necesitar extender su presencia y su influencia a lo largo del año próximo, cuando el país entra en campaña para las elecciones de 2012 y la voz de esta versión norteamericana de los indignados españoles puede tener eco real en la política del país.

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