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Manning y su delator se ven las caras

El hacker Adrian Lamo testifica contra el soldado acusado de haber filtrado a Wikileaks miles de documentos secretos

Adrian Lamo sale de los juzgados tras testificar contra Manning.
Adrian Lamo sale de los juzgados tras testificar contra Manning. Patrick Semansky (AP)

Bradley Manning, de 24 años, y Adrian Lamo, de 30, se han mirado hoy a los ojos por primera vez. Manning está sentado en el banquillo de los acusados, aguardando un consejo de guerra por alta traición. A través de una conversación de chat, le confesó a Lamo, a quien no conocía, que había sustraído cientos de miles de documentos secretos de las redes del Pentágono y se los había entregado al portal de revelación de secretos Wikileaks. Lamo, un conocido hacker que se había infiltrado en la página del diario The New York Times y se había entregado al FBI por ello, le delató y propició el arresto de Manning en Irak. “He venido para que se sepa la verdad”, dijo Lamo al principio de su testimonio.

En mayo de 2010, Lamo entabló una conversación por el servicio de chat AOL Messenger con alguien que le había buscado en la Red y que se hacía llamar bradass87. Se trataba de Manning. “Creo que buscaba reafirmación, que necesitaba contactar con alguien que fuera afín a él y que fuera una figura en su vida similar a lo que representa Julian Assange”, dijo Lamo. Manning le miraba fijamente en su silla, a escasos metros de distancia, mientras tomaba notas casi frenéticamente. En una ocasión hasta hizo una mueca. Lamo le entregó a diversos medios, entre ellos EL PAÍS, fragmentos de aquellas conversaciones.

Los investigadores del Pentágono encontraron registros de aquel chat en el ordenador de Manning. En ellos, el soldado dice: "Era información muy vulnerable. Y, bueno, se la mandé a Wikileaks. Dios sabe lo que sucederá a partir de ahora. Espero que haya una gran discusión mundial, debates, reformas. Si no es así, estamos condenados como especie". Lamo le advierte: “Puedes considerar esto una entrevista o una confesión”. Manning le asegura que cree que si el Pentágono le descubre, "intentará contar mi versión de los hechos antes de que lo manipularan todo para retratarme como Nidal Hasan [el acusado del asesinato de 13 soldados en Fort Hood]".

Preguntado por la defensa del soldado, Lamo negó que el gobierno le hubiera pagado por delatarle. “Cualquier persona cabal llegaría a la conclusión de que esos registros son conversaciones que ocurrieron entre yo y un individuo que se identifica en numerosas ocasiones como Bradley Manning”, dijo en la vista judicial. Luego explicó que lo que estaba haciendo el soldado le pareció “tan arriesgado” que decidió delatarle, porque podía poner en riesgo la seguridad nacional. Además quería evitar ser considerado cómplice o encubridor.

En esta jornada, la quinta, de vista judicial, ha comparecido otro de los testigos que ha levantado más expectación, la exanalista de inteligencia Jihrleah Showman, que pertenecía al mismo destacamento que Manning, en la Segunda Brigada de la Décima División de Montaña del Ejército de Tierra. Manning y Johnson compartieron entrenamiento en EE UU y trabajaron en la misma sala de análisis de inteligencia de la base de Hammer, en Bagdad. Según ha testificado la soldado, advirtió a sus superiores de que Manning no estaba preparado para acudir al frente de guerra. Le ha definido como “psicótico”.

Showman ha descrito un episodio en que Manning comenzó a gritar, con las manos en alto, cuando le despertó para una sesión matutina de entrenamiento, después de que se hubiera dormido. “Le dije al sargento [mayor Paul] Adkins que Manning era un peligro para sí mismo y para los demás”, dijo Showman. Nadie le hizo caso. La relación entre ambos se deterioró notablemente, hasta el punto de que el acusado la agredió físicamente, en un episodio que habían descrito ya otros testigos en días anteriores del juicio.

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“Me dio un puñetazo en la cara”, dijo Showman. Manning, al golpearla, gritó: “¡Estoy harto de todo esto!”. Aquella pelea vino seguida de otras. En una ocasión, otros soldados tuvieron que inmovilizar al acusado porque pensaban que intentaba coger un arma para dispararles. Ninguno de esos episodios de violencia provocó que el sargento Adkins, su superior, suspendiera a Manning, algo que le hubiera apartado de su ordenador y de su acceso a las redes de documentos secretos CIDNE y SIPRNet.

La conexión entre la suspensión que nunca se produjo y el acceso de Manning a las redes secretas es la base de la estrategia de la defensa. El lunes, diversos investigadores que trabajan para el Pentágono relataron que habían tenido acceso a los ordenadores de Manning, personales y de trabajo, y revelaron lo que habían encontrado en ellos. Además, se examinaron las computadoras de compañeros de filas de Manning, que este había empleado en algún momento.

En el ordenador del sargento Peter Bigelow, que testificó por teléfono este martes, se había buscado información sobre Wikileaks y Julian Assange. Cuando la fiscalía le mencionó el nombre de este último al sargento, este dijo que no sabía quién era. En esa misma computadora había registros de acceso a cuentas del correo Gmail con el nombre de usuario de Manning.

En una tarjeta de memoria enviada a casa de su tía, Debra Van Alstyne, Manning tenía guardados 400.000 informes sobre Irak y 91.000 sobre Afganistán. Los investigadores no pudieron confirmar en este juicio si eran los mismos que se publicaron en la red de Wikileaks. En esa misma tarjeta había un correo electrónico enviado a Julian Assange en el que se decía que los documentos deberían publicarse para “eliminar la confusión sobre la guerra, revelando la naturaleza de la guerra asimétrica del siglo XXI”. Además, había en esa tarjeta instrucciones sobre cómo publicar documentos en la red de Wikileaks.

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