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Los islamistas de Argelia se miran en Egipto y Túnez

El principal partido religioso deja el Gobierno y marca su perfil opositor

Buguerra Soltani, presidente del Movimiento para la Sociedad y la Paz.
Buguerra Soltani, presidente del Movimiento para la Sociedad y la Paz.REUTERS

Los islamistas moderados de Argelia, el Movimiento para la Sociedad y la Paz, van a ir a por todas en las próximas elecciones legislativas previstas para la primavera. Quieren cosechar un éxito similar al de sus correligionarios norteafricanos de Túnez o Marruecos, algo que está probablemente a su alcance si la consulta es libre y transparente.

Por esa razón el Movimiento para la Sociedad y la Paz (MSP) anunció hoy domingo que rompe con la Alianza Presidencial, la coalición de tres partidos que apoya al presidente Abdelaziz Buteflika. Sus dos socios gubernamentales son el Frente de Liberación Nacional, el antiguo partido único, y el Reagrupamiento Nacional Democrático, que encabeza el primer ministro Ahmed Ouyahia. Los ministros islamistas saldrán del Ejecutivo.

El anuncio de la ruptura fue hecho por el presidente del MSP, Bouguerra Soltani, el sábado, al término de una reunión de la asamblea del partido, según la agencia oficial de prensa argelina APS. Permanecer dentro de la Alianza es, dijo, “persistir en la mediocridad política” lo que “no sirve de nada al país ni a sus ciudadanos”.

Soltani justificó su pertenencia a la Alianza porque hasta ahora “la prioridad” era “la reconciliación nacional” tras la guerra civil larvada que vivió Argelia en los noventa entre islamistas radicales y el Ejército que causó cerca de 200.000 muertos. Pero, según él, ha llegado la hora de “liberarse del doble lenguaje”.

El líder islamista Soltani denuncia la restricción de las libertades políticas

El líder islamista denunció a continuación “las restricciones de las libertades políticas, de expresión sindicales (…)” e hizo un llamamiento a efectuar auténticas reformas para erigir el Estado de derecho. La Constitución argelina, que debe ser reformada este año, deberá consagrar, según él, “un régimen parlamentario plural y transparente”.

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Soltani alabó la voluntad declarada de Buteflika de celebrar unas legislativas limpias, bajo control judicial y con presencia de observadores internacionales, pero como no se acaba de fiar que vaya a ser así abogó por la creación de un “frente nacional contra el fraude electoral”. Daba así a entender que las anteriores elecciones estuvieron amañadas.

“Si son totalmente libres hay grandes probabilidades de que suceda lo mismo que en Túnez, en Marruecos o en Egipto”, declaró el politólogo Rachid Grim al diario El Watan de Argel. “Unas elecciones libres generarán automáticamente una gran mayoría islamista” porque “el islamismo está instalado en todas partes, en las escuelas, en los barrios, etcétera”, añadía. “Pero no creo en la transparencia de las próximas elecciones”, concluía.

Abldelaziz Belkhadem, el líder del antiguo partido único, reconoció, por su parte, que el conjunto de las formaciones islamistas podrían obtener en las legislativas de la primavera entre el 35% y el 40% de los sufragios, pero que no ganarían las elecciones por mayoría absoluta como estuvo a punto de conseguirlo, en Argelia, en enero 1992 el Frente Islámico de Salvación (FIS). Un golpe de Estado militar impidió su victoria. Así empezó entonces la guerra civil larvada.

Desmarcándose de la Alianza Presidencial, Soltani intenta también no perder militantes ni votos en las franjas islamistas de la sociedad atraídas por otras dos formaciones del mismo corte ideológico que deberían concurrir a las elecciones: el Frente Nacional para el Cambio y el Frente para la Justicia y el Desarrollo, de Abdala Djaballah, un islamista con pedigrí, pero hostigado por las autoridades.

Los que no podrán presentarse a los comicios son los fundadores del FIS, ilegalizado hace 20 años. El Parlamento argelino aprobó a finales de año una ley que lo prohíbe expresamente motivo por el cual Ali Benhadj, el más carismático de los antiguos dirigentes del FIS, llevó a cabo en solitario una sentada de protesta ante la sede de la cámara baja.

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