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La quema de coranes por soldados norteamericanos desata la ira en Kabul

Cientos de afganos se manifiestan a las puertas de la base de Bagram. El general Allen ordena una investigación detallada del suceso La ISAF en Afganistán, en alerta

Afganos protestan por la profanación de coranes ante la base aliada de Bagram.
Afganos protestan por la profanación de coranes ante la base aliada de Bagram.AFP/ SHAH MARAI

Una quema de Coranes por soldados de Estados Unidos en Afganistán, seguida de varias manifestaciones de protesta ha puesto hoy en alerta a las tropas de ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afganistán) y ha llevado al general John Allen, jefe supremo de ISAF a pedir disculpas al “noble pueblo afgano” por el incidente, que prometió investigar. Informaciones de ISAF indicaban que los textos junto a otro material religioso habían sido aprehendidos a prisioneros islamistas tras descubrirse, según otras fuentes, que eran utilizados como medio secreto de comunicación. El suceso es el último de una cadena que en anteriores ocasiones ha provocado mortales algaradas y supone un nuevo golpe a la estrategia aliada de ganarse la comprensión de los afganos.

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Las informaciones de lo ocurrido con los libros no eran todas concordantes más allá del hecho de que una cantidad indeterminada de copias del libro sagrado de los musulmanes fue arrojada al fuego, o iba a serlo, en la base de Bagram, a unos 60 kilómetros de Kabul, junto a otros materiales.

Allí fueron descubiertos los restos en la madrugada del lunes por un grupo de trabajadores locales que inmediatamente dieron la alarma sobre lo ocurrido. La noticia corrió como la pólvora y pronto se concentraron ante la base unos 2.000 afganos enfurecidos, y algunos con lágrimas, para protestar. Algunas fuentes informaron de que los solados de la OTAN dispararon balas de goma para disolver la concentración, sobre la que un helicóptero también lanzó bengalas. Un número menor de afganos se dio cita ante una de las bases de ISAF en Kabul.

Testigos presenciales dieron cuenta de que en una y otra se lanzaron piedras y se profirieron gritos contra los occidentales. “Los afganos no queremos a estos cristianos e infieles que son enemigos de nuestra tierra, nuestro honor y nuestro Corán”, explicó a Reuters Haji Shirin, uno de los manifestantes. “Pido a todos los musulmanes que se sacrifiquen para expulsar a estos soldados de esta tierra”.

El incidente encendió todas las alarmas en el cuartel general de ISAF, hasta el extremo de que el jefe militar supremo, el general Allen emitió un comunicado por televisión y por escrito para disculparse ante las autoridades afganas y “lo más importante, ante el noble pueblo de Afganistán”.

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Cómo deshacerse de un Corán

N. G.

El presidente de la Junta Islámica española, Riad Tatary, explica por teléfono que un Corán "nunca jamás se tira a la basura, aunque esté desgastado". Cuenta que los fieles suelen llevar los ejemplares viejos a la mezquita para que allí se ocupen de ellos. "Los quemamos con mucho cuidado, las hojas enteras, y luego enterramos las cenizas en una zona donde no se pise" aunque no necesariamente en un cementerio. Se hace bajo la supervisión de un fiel devoto. Precisa Tatary que el texto sagrado se puede enterrar directamente si es pequeño, por ejemplo, si son "ediciones de partes del Corán".

“En cuanto tuvimos noticia de estas acciones, intervinimos y las paramos. Los materiales recuperados serán debidamente tratados por las autoridades religiosas correspondientes”, indicó el general en su severo mensaje televisivo. “Les garantizo… les prometo que esto no ha sido ninguna manera intencionado”, agregó, con el 'no' en mayúsculas en la versión escrita de la declaración.

Sin dar más detalles, el general prometió una investigación para que nada semejante vuelva a suceder. ISAF explicó luego que se trataba “de materiales religiosos recogidos en el centro detención de Parwan y entregados inadvertidamente a las tropas para que los quemaran”. Fuentes afganas indicaron que el material aprehendido eran usado como medio de comunicación y de adoctrinamiento entre los presos de Parwan, donde se encuentran lo más recalcitrantes talibanes y extremistas que luchan contra el Gobierno de Hamid Karzai y las tropas occidentales.

La inmediata intervención del general Allen con gesto grave y apelando por dos veces al “noble pueblo afgano”, repetida reiteradamente por las televisiones locales, fue un intento de apaciguar ánimos y evitar un estallido de furia popular como los habidos en el pasado, casi siempre terminados con numerosos muertos.

El incidente es un golpe más a la cuidadosa estrategia diseñada por el general para mimar la relación con los afganos y evitar a toda costa herir sensibilidades culturales y religiosas. Difícil disciplina para un contingente de 130.000 soldados. A primeros de año, un vídeo con cuatro marines orinando sobre cadáveres de talibanes dio la vuelta al mundo aunque no suscitó conmociones públicas en Afganistán. Un par de semanas después un afgano que se formaba en una base militar francesa en la provincia de Kapisa disparó contra un grupo de soldados y mató a cuatro de ellos. Luego dijo haber actuado como respuesta al vídeo, si bien la investigación reveló que había sobornado a responsables de reclutamiento para enrolarse con intención de atacar a los extranjeros.

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