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Berlín echa otro pulso económico a la UE

Alemania se opone a suavizar la política de recortes para hacer del crecimiento una prioridad La cumbre de jefes de Estado y de Gobierno consagrará la austeridad en los tratados

Claudi Pérez
El presidente de la Comisión Europea, Durão Barroso, en Bruselas.
El presidente de la Comisión Europea, Durão Barroso, en Bruselas.GEORGES GOBET (AFP)

Europa es el enfermo de la economía global. Sus bancos están tocados, su deuda es poco fiable y el paro asciende a 23 millones de personas, el equivalente a las poblaciones de Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia. La austeridad ha calado hondo y se aplica con rigor germánico: ha ayudado a calmar la crisis del euro, y los mandarines europeos coligen que la principal razón del oasis de tranquilidad en los mercados es esa catarata de recortes que barre el continente. Pero si alguien pensaba que el contrato entre Alemania y el resto de Europa pasaba por aplicar esas políticas a rajatabla para que después Berlín abriera la mano, eso no va a ser tan fácil. Pese a la presión de Bruselas, del G-20 y hasta de Pekín, Alemania se resiste a crear un cortafuegos tan potente como para evitar que la crisis arrastre a Italia y España si se recrudece. Y sobre todo se opone a suavizar la política de recortes para volver a hacer del crecimiento una prioridad, pese a que la recesión está a la vuelta de la esquina. Ese es el debate clave de la reunión de jefes de Estado y de Gobierno que empieza este jueves con un ganador de antemano: la cumbre servirá para consagrar la austeridad en los tratados. Poco más, al menos por ahora.

Doce países, entre ellos España, lideran una 'revuelta' contra la hegemonía germano-francesa

“Menos drama”. Ese ha sido este miércoles el deseo del presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, para el torrente de reuniones que termina el viernes. Con todas las cautelas, Barroso ha invocado poco más o menos a la primavera y ha asegurado que “es posible” que “empiecen a darse” las condiciones “para que cambien las perspectivas económicas”: otra manera de hablar de los brotes verdes, a pesar de los precedentes y pese a que al continente le espera un 2012 de lo más crudo.

Hay otros pulsos sin resolver sobre la mesa. Grecia es siempre capítulo aparte en las cumbres. Pero también están en liza los fondos de rescate, la flexibilización de los objetivos del déficit (esencial para España) y las medidas de impulso al crecimiento, prácticamente inexistentes hasta el momento. En todas esas batallas hay dos bandos: a un lado, el liderado por la canciller Angela Merkel —con un Sarkozy cada vez más en segundo plano ante la necesidad de centrarse en las elecciones— con el apoyo del club de la triple A, los países que mejor han respondido a la crisis (generalmente Holanda, Finlandia y Austria). Al otro lado, los demás.

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Hasta 12 jefes de Estado firmaron hace unos días una carta a favor del crecimiento en lo que supone una especie de revuelta contra la hegemonía germanofrancesa —antes francoalemana— en la UE. París y Berlín no suscribieron la carta. Los motivos de ese motín son de lo más variado: Cameron trata de romper el aislamiento en el que ha quedado desde la pasada cumbre; Monti lleva semanas como inesperado Pepito grillo, criticando el rigor mortis de la austeridad a ultranza. Y Rajoy ha puesto sobre la mesa el debate de la flexibilización de las metas de déficit, que aparecerá en el Eurogrupo de este jueves pese a que es poco probable que España consiga una flexibilización en los plazos que pretende. Barroso ha comparecido ante los medios y ha escenificado el cambio de tono en el discurso institucional europeo, que empieza a distanciarse de algunas de las posiciones alemanas. “Ahora debemos invertir en lograr que Europa vuelva al crecimiento tanto como lo que estamos invirtiendo actualmente en sacar a Europa de la crisis”, ha dicho acerca de la sobredosis de austeridad. Frente a la decisión de Alemania de dejar para más adelante la agregación de los fondos de rescate, Barroso también ha sido tajante: “Necesitamos un cortafuegos reforzado para proteger la estabilidad financiera de la eurozona”. La Comisión cree que Berlín acabará cediendo pero Alemania condiciona su postura a lo que acabe sucediendo con Grecia y con las primas de riesgo de Italia y España.

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En la cumbre se decidirá también la continuidad —que se da por segura— de Van Rompuy en el Consejo y se estudiará el estatus de Serbia como candidato a la adhesión de la UE, que a priori también tiene luz verde.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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