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La revolución de cristal de Obama

La Casa Blanca ha dado un enorme impulso a la transparencia Los ciudadanos pueden conocer hasta quién visita al presidente y sus donaciones electorales

Obama, el pasado jueves en Largo (Maryland).
Obama, el pasado jueves en Largo (Maryland). P. M. MONSIVAIS (AP)

Todo empezó con una promesa electoral. Barack Obama se presentaba a los comicios de 2008 como el candidato que revolucionaría el Gobierno abriéndolo a los ciudadanos. Apostó por la filosofía que entiende la democracia como acceso igualitario a la información y disponibilidad de herramientas de control sobre responsables políticos.

Obama prometía datos, cifras, detalles. Transparencia.

La promesa del ahora presidente no era fácil de cumplir. La Casa Blanca tardó apenas cuatro meses en lanzar data.gov, un portal con 250.000 bases de datos con información del Gobierno. Desde presupuestos estatales hasta lo que invierte Estados Unidos en ayuda exterior, el coste del programa de comedor en las escuelas públicas de todo el país o un historial de estadísticas sobre pacientes de cáncer. La decisión fue valiente, pero durante estos tres años muchos han temido que se quedara en un gesto simbólico: todos los datos ya eran públicos anteriormente y la única novedad radicaba en ponerlos todos juntos, en el mismo portal, al alcance de cualquier ciudadano.

Tres años ha tardado el Gobierno en revelar un conjunto de datos secretos hasta ahora: los historiales de viajes y visitas a la Casa Blanca. La Oficina de Información del presidente recopila desde hace unos días en Ethics.gov hasta siete bases de datos gubernamentales. Los ciudadanos pueden averiguar los nombres de todas las personas que se han reunido con un miembro de la Administración. Y, por primera vez en la historia, la página, que enlaza las bases de datos entre sí, permite relacionar las identidades con cifras de donaciones privadas a campañas electorales, contribuciones de lobbies y grupos de influencia, hasta denuncias por violaciones éticas.

Toda solicitud que reciba más de 25.000 firmas de ciudadanos tiene garantizada una respuesta del Gobierno

“Ya no hay necesidad de ir de una agencia a otra, de una página web a otra, y establecer las conexiones después. Y cuando combinas todos los datos entre sí completas un retrato muy interesante”, comenta John Wonderlich, director político de Sunlight Foundation, una organización que promueve el uso de la tecnología para incrementar la transparencia del poder. Wonderlich, que ha asesorado personalmente en cinco ocasiones a miembros de la Casa Blanca durante estos tres años, reconoce que el resultado final es bastante cercano a lo que en un principio imaginaba, a pesar de los obstáculos que imponen las leyes de privacidad y la dificultad de colaborar entre agencias y departamentos. “Es muy similar a lo que nosotros habíamos sugerido. Durante estos años pensamos que nunca iban a publicarla, pero ahí está. Obama hará más avances en este sentido, pondrá más información a disposición de los ciudadanos”, asegura.

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El proceso ha sido lento pero firme. A comienzos de 2009, el presidente nombraba al primer jefe de información del Gobierno norteamericano, Vivek Kundra. Fue bautizado entonces por el diario The Washington Post como “el zar de la tecnología” y su misión consistía en ejecutar la voluntad del presidente: revolucionar el funcionamiento interno del Gobierno federal norteamericano, recortar costes burocráticos, abrir las puertas a los ciudadanos y proporcionarles herramientas con las que controlar al poder.

Poco después llegarían FiscalStability.gov, la página que rinde las cuentas del plan de estabilización fiscal, o Recovery.gov, donde se puede verificar el destino de cada dólar invertido en el plan de rescate de 2009, qué cantidades se han gastado, cómo y dónde. “Hay un problema en este momento”, reconocía Kundra el pasado septiembre en Boston. “Los ciudadanos no saben toda la información a la que tienen acceso. Debe haber un cambio radical para darle todo el poder a la gente”.

El ingeniero defendía así el cambio de filosofía que el Ejecutivo de Obama ha querido inyectar en la oxidada maquinaria administrativa de todo el país. Requerirá varios años, quizás más de una década, pero puede convertirse en una de las grandes huellas que Obama imprima en la historia del Gobierno federal. Al fin y al cabo, se trataba del primer presidente que comprende cómo Internet ha cambiado para siempre el modo en que accedemos a la información; que las autoridades cada vez tienen más difícil controlar los flujos de datos que llegan a los ciudadanos y que estos —como ya demostró como candidato— pueden convertirse en fieles aliados cuando se les corteja más allá de las redes sociales.

EE UU cuenta con más de 2.000 centros digitales de datos e invierte cada año18.000 millones de euros en tecnologías de la información

EE UU cuenta con más de 2.000 centros digitales de datos e invierte cada año 24.000 millones de dólares (18.000 millones de euros) en tecnologías de la información. Kundra recuerda que uno de los primeros días en su nuevo puesto recibió una pila de documentos “todos impresos y grapados”. En unos meses este pionero defensor del alojamiento de datos “en la nube”, había ahorrado a los estadounidenses más de 3.000 millones de dólares (unos 2.200 millones de euros) creando tecnología en casa, en vez de comprarla por precios astronómicos. Hoy Obama recibe actualizaciones de sus asesores en un iPad. “Necesitamos reestructurar drásticamente la forma en la que organizamos el trabajo”, dijo Kundra durante el lanzamiento de Data.gov. Al poner la mayor cantidad de información posible al alcance de los ciudadanos, el Gobierno ha empezado a reconocer “que no tiene un monopolio ni sobre las mejores ideas ni sobre las soluciones a nuestros principales problemas”.

Esta filosofía es heredera del movimiento de código abierto que arrancó en los años noventa. Una revolución liderada por ingenieros informáticos, creativos, innovadores y organizaciones que utilizan Internet como plataforma y cuya misión radica en poner la información en manos de los ciudadanos y dejar que estos la utilicen para controlar al poder. Con hilo de la misma madeja la Casa Blanca tejió We the People una web donde cualquiera puede proponer una iniciativa. La solicitud que reciba más de 25.000 firmas de ciudadanos tiene garantizada una respuesta por parte del Gobierno. Así lograron, por ejemplo, que asesores de Obama se pronunciaran sobre las leyes contra la piratería que el Congreso estudió a comienzos de este año, desvelando su rechazo.

La Cámara de Representantes sigue el mismo camino. El congresista demócrata Steny Hoyer, codirector de un proyecto para acercar la actividad legislativa a los ciudadanos con la ayuda de Facebook —publicando, por ejemplo todos los proyectos de ley, con sus correspondientes modificaciones conectadas a los perfiles públicos de los políticos— reconocía en diciembre que el Parlamento “solo puede servir a los ciudadanos si ellos están informados y si [los legisladores] nos informamos constantemente”.

Pero Ethics.gov, Data.gov y el resultado del esfuerzo similar por parte del Congreso llegará mucho después que otros proyectos de organizaciones y medios de comunicación que ya acercan este tipo de datos a los ciudadanos. La misma Fundación Sunlight descubrió lo difícil que es navegar por la maquinaria de agencias gubernamentales norteamericanas con Influence Explorer, donde conecta políticos con las empresas que más influyen en sus decisiones. El medio de investigación Pro Publica dio a conocer desde las donaciones privadas a los candidatos de las primarias republicanas hasta un navegador para buscar datos de todas las escuelas públicas que además es accesible desde Facebook. El diario The New York Times, que lidera esta tendencia en los medios de comunicación, creó Schoolbook.org a partir de las bases de datos relacionadas con educación y hace tan solo unas semanas consiguió acceso a la clasificación de los profesores de escuelas públicas de todo el Estado.

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