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Brasil plantea la urgencia de diversificar su comercio con China

El intercambio, de casi 80.000 millones en 2011, descansa en exceso en las materias primas “China entiende que se pongan condiciones a la inversión”, asegura el embajador brasileño en Pekín

Pablo Ximénez de Sandoval
Los presidentes de Brasil, Dilma Rousseff, Rusia, Dimitri Medvedev, y China, Hu Jintao, el viernes en la cumbre de Nueva Dehli.
Los presidentes de Brasil, Dilma Rousseff, Rusia, Dimitri Medvedev, y China, Hu Jintao, el viernes en la cumbre de Nueva Dehli.RIA Novosti (REUTERS)

“Brasil es un extraordinario productor de materias primas y productos agrícolas y China es el más grande importador del mundo de estos productos”. Sobre esta ecuación, formulada así por el embajador brasileño en Pekín, Clodoaldo Hugueney, se sustenta una de las colaboraciones comerciales más intensas del mundo en este momento, que movió casi 80.000 millones de dólares el año pasado. Pero ahora Brasil se plantea el reto de “cambiar cualitativamente ese comercio”, dijo Hugueney durante una entrevista en Madrid el jueves. “Brasil tiene capacidad de exportar manufacturas y no solo productos básicos”.

El principal reto de Brasil en su relación comercial privilegiada con China es diversificarla. El actual intercambio “no representa la complejidad de la economía brasileña”, señalaba Hugueney. “Lo que propuso la presidenta Dilma Rousseff el año pasado en Brasil fue dar un salto cualitativo a una relación mucho más diversificada, un comercio que no solo involucre las materias primas sino integrar cadenas productivas, exportar manufacturas hacia China o exportar manufacturas de inversiones recíprocas a otros mercados”.

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Entre lo que Hugueney califica como “problemas crecientes” en la relación con China, señala “el desplazamiento de producción brasileña en el mercado interno”. “La relación [entre china y Brasil] tiene mucho potencial de crecer con beneficio para los dos. Pero ahora hay que limpiar la mesa, examinar los problemas y resolverlos. Hay dos maneras de hacerlo. Llevo 40 años en esto y fui negociador comercial una parte importante de mi vida. Una forma es que no haya diálogo y se toman medidas unilaterales. Esa no es la solución. La mejor solución es llegar a un entendimiento y reducir la tasa de expansión de las exportaciones chinas hacia Brasil, cambiar la naturaleza de las exportaciones en algunos sectores como textil y calzado”. Hugueney se detiene especialmente en el ejemplo del textil. “China exporta muchos productos de bajísimo costo. Eso tiene que cambiar. Brasil tiene una industria textil muy competitiva y moderna que emplea más de un millón de personas. No se puede aceptar la destrucción de esa industria”.

En 2011 el superávit comercial con China llego a suponer el 30% del total de superávit de balanza comercial de Brasil. Hugueney rechaza que China esté siendo el más beneficiado en esta relación. “No hay nada de extraño. Qué hubiese pasado con las exportaciones de Brasil durante la crisis, con la caída de los mercados en Europa, Estados Unidos y Japón, sin la tasa de crecimiento de la economía china. Las importaciones masivas llevaron a un alza sin precedentes de productores de materias primas que ha beneficiado a todos los países productores”.

A pesar de ser dos socios comerciales que suponen, ellos solos, casi el 10% del crecimiento del PIB mundial, y de una relación política cada vez más intensa (“antes los jefes de Estado se veían cada cuatro años y ahora se ven cinco o seis veces al año en todo tipo de foros”), Brasil ya se ha visto en la necesidad de protegerse legalmente contra la invasión de manufacturas chinas. “Hemos adoptado medidas antidumping contra estas importaciones de bajo costo. Estamos evitando tomar medidas generales y son solo medidas particulares”.

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Brasil achaca la presión de las manufacturas chinas al hundimiento de los tres principales mercados de las exportaciones hasta ahora, Europa, Estados Unidos y Japón. El resultado, es que “China empezó a trasladar las exportaciones a los mercados emergentes”. Sin embargo, asegura que países como Brasil no pueden asumir ese papel, “porque no tiene la capacidad de asumir las exportaciones que antes iban a zonas con una capacidad de compra gigantesca”.

Tras años como embajador ante la Unión Europea en Bruselas, Clodoaldo Hugueney fue destinado a Pekín en 2008, en un movimiento que no deja de tener su significado. Hugueney es experto en negociaciones comerciales, un área en la que se ha especializado durante 40 años de carrera profesional, y piensa volver a esta actividad cuando se retire del trabajo institucional, el año que viene.

El embajador considera que empieza “una nueva generación de inversiones” en China. Unas oportunidades que él centra en el sector de servicios financieros (“pequeño para el tamaño de la economía china”), sector industrial e infraestructuras, donde los retos de China son gigantescos. También la economía verde, que es una prioridad en el nuevo plan de desarrollo elaborado por Pekín. “Es uno de los países cuya matriz energética es más dependiente del carbón. Eso tiene que cambiar y los chinos son conscientes de ello”. Los programas para desarrollar energía eólica, solar, nuclear e hídrica son “inmensos”.

China no solo es el mayor importador del mundo de materias primas, sino que sus grandes empresas se han lanzado a la extracción. Países con enormes recursos mineros, como Bolivia, Perú o Ecuador están viendo el desembarco de China con inversiones multimillonarias. Sin embargo, enfrentan problemas de rechazo social, principalmente por razones medioambientales. “la inversión en minería hay que manejarla con cuidado”, opina Hugueney. Hay que garantizar la sostenibilidad y el aspecto ambiental”. El embajador considera que “los chinos no están imponiendo nada, están abiertos a negociación”, pero las condiciones debe ser “planteadas claramente”. En Brasil, por ejemplo, la inversión china ha pasado en tres años de 400 millones de dólares a 25.000 millones.

“Lo que ocurre es que los chinos están empezando ese proceso de inversión en el exterior. No tienen la experiencia de grandes multinacionales, que llevan 100 años invirtiendo y que cometieron grandes errores en el pasado y ocasionaron problemas enormes en algunos países. Están empezando y es normal que en algunos casos se equivoquen”, explica Huhueney. “Lo importante es que por su parte hay voluntad de hablar, pero los países receptores de la inversión deben plantearlo claramente”. A los chinos, “se les pueden plantear condiciones”.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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