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La Unión Europea conmina a Atenas a cumplir el ajuste

El FMI sugiere la salida de Grecia del euro: "Es una opción que estamos obligados a examinar técnicamente", dice Lagarde

“Más vale que el pueblo griego haga frente a sus dificultades en el marco de una solidaridad y una disciplina europeas que en solitario”, ha apuntado Michel Barnier, comisario de Mercado Interior, que anima así a los dirigentes griegos a permanecer en la UE al tiempo que ha dejado entrever que las cosas quizá han ido un poco lejos con Grecia. “El esfuerzo pedido al pueblo griego es extremadamente duro, está en el límite de lo soportable”, ha dicho.

La Comisión insiste en que corresponde a Grecia dar respuesta a todas las cuestiones que plantea la crisis y que lo pactado está para ser cumplido, como debe hacer cualquier socio de un club. Bruselas no quiere dejar el mínimo resquicio a la idea de la flexibilización de las exigencias a Atenas por temor a que ello dé alas a la izquierda de Alexis Tsipras, cuando lo preferible es entenderse con el Pasok de Evánguelos Venizelos y la Nueva Democracia de Andonis Samarás, que aceptan las condiciones para recibir financiación.

“Si los compromisos no se cumplen, habrá que hacer las revisiones adecuadas y ello significa más tiempo y más financiación o un mecanismo de salida [del euro], que debería ser ordenada”, ha declarado Christine Lagarde, directora general del Fondo Monetario Internacional, en la televisión francesa. “Sería extraordinariamente costoso y supondría grandes riegos, pero es una opción que estamos obligados a examinar técnicamente”, ha añadido.

La casi segura convocatoria de nuevas elecciones en Grecia prorroga indefinidamente la incertidumbre política en el país heleno y sobre la suerte del euro, lo último que necesitan la Unión y la moneda única. “Es un duro revés”, se ha dicho sin eufemismo en Berlín mientras en Bruselas se insiste en que para el pueblo griego es mejor afrontar el futuro bajo el paraguas del euro que en solitario.

La nueva cita con las urnas y la perspectiva de un triunfo de la izquierda radical de Syriza —que insiste en que la Unión Europea cambie su tratamiento al paciente griego—, reforzada con los 50 escaños adicionales que le corresponden al vencedor, plantea una situación de confusión e incertidumbre en la Unión contra la que Bruselas no sabe cómo reaccionar. “Hay que esperar a que los griegos decidan qué quieren hacer y ver qué pide su Gobierno”, señala una fuente gubernamental europea, mientras en el Ecofín de esta mañana todo eran manifestaciones a favor de que Atenas siga formando parte del club del euro.

Pero tras las manifestaciones temperadas se ocultaba la auténtica preocupación que corre por las cancillerías. “Se trata de un duro revés para la urgentemente necesaria confianza en la disposición griega a las reformas”, ha reconocido Guido Westerwelle, ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, quien ha hablado de cómo los griegos tienen que decidir si quieren seguir en Europa y en el euro.

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