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La maternidad impulsa la creación de nuevas empresas

La falta de medidas de conciliación fuerza a muchas mujeres a emprender negocios propios para compatibilizar la vida laboral con la familiar

Julia Bąkowska y Patricia Szymichowska, fundadoras de White & Black.
Julia Bąkowska y Patricia Szymichowska, fundadoras de White & Black.Fot. Monika Redzisz , Monika Bereżecka

Cada vez hay más madres entre nosotras que, una vez que han dado a luz, negocian con firmeza las condiciones de reincorporación al trabajo. Luchan por un horario más flexible o por una reducción de jornada. Cada vez son más las que abren su propia empresa. Dicen: “No quiero pasarme el día separada de mi hijo. No quiero ser una madre de fin de semana”. Pero a la vez afirman: “Han cambiado mis prioridades de vida”. La maternidad se convierte en un impulso para el cambio.

Fiku Miku Cafe

“Abrir mi propia empresa fue para mí como una bocanada de aire fresco”, afirma Malwina Kazimierczak. “Sabía por experiencia propia qué necesitan las madres jóvenes: salir de casa y contacto con otras personas. Para mí, el primer año de vida de mi hija fue difícil”.

“Trabajaba en una gran empresa del sector hotelero. Un año y medio después de nacer mi hija me reincorporé al trabajo. Pero el ambiente era terrible. Desde el principio tuve que demostrar que sabía hacer las cosas y que seguía queriendo trabajar. Me propusieron un salario más bajo. Por suerte, cuando estaba volviendo a casa del trabajo me caí de la bici y me rompí una mano. La operación y la rehabilitación duraron medio año. Pensé: es un buen momento para empezar algo que sea mío. Y entonces mi novio y yo decidimos abrir una cafetería para madres con hijos, la Fiku Miku Café”.

“Invertimos todos nuestros ahorros e incluso llegamos a endeudarnos. Una amiga nuestra, que es arquitecto, diseñó el interior del local. La primera sala es para los niños y la otra para las madres. Cuando mi hija Mika empezó a ir al jardín de infancia comenzamos a preparar clases de adaptación para niños que van a empezar a ir a la escuela de párvulos. Así empezó todo. Las madres que venían a vernos nos proponían cada vez nuevas clases para niños: de música, de movimiento, de idiomas. Mika es mi pequeño espía: va a todas las clases y luego nos cuenta si lo ha pasado bien”.

“Nuestro sueño es abrir otro local, pero ya para adultos”.

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White & Black

“Hace tres años me quedé embarazada y me apunté a una escuela de preparación al parto”, cuenta Julia Bąkowska. “En una de las clases me enteré de que los objetos de color blanco y negro estimulan el desarrollo del recién nacido. Fui a echar un vistazo a las tiendas para niños y resultó que todo era o rosa o azul. “Aquí hay que hacer algo, esto no se puede quedar así”, pensé.

“Hacía ya tiempo que quería abrir mi propia empresa. No me gusta trabajar para terceros. He estudiado pedagogía y ciencias políticas. Estuve trabajando como experta en marketing, y era representante comercial de una empresa. Llegué a trabajar hasta 12 horas al día. Tenía buenos resultados y conseguía cada vez mejores puestos, pero llegó un momento en que dejó de interesarme. Le conté mi idea a Patricia, una amiga psicóloga”.

“La idea me encantó desde el primer momento”, asegura Patricia Szymichowska. “Nada más nacer, el bebé solo ve contrastes en blanco y negro. Los objetos de esos dos colores despiertan la actividad cerebral del recién nacido y estimulan su desarrollo. Los colores surgen solo a partir del cuarto mes de vida. Primero el rojo, luego el amarillo y el verde. Le pedimos a una amiga diseñadora que propusiera algunos posibles modelos de productos. Los presentamos a un psicólogo para pedirle su opinión. Nuestros productos están pensados para niños sanos y también para niños con problemas, por ejemplo invidentes”.

“Tras una entrevista en un programa matinal de televisión, recibimos una avalancha de pedidos. Cuatro meses después, no solo colaborábamos con las mayores empresas en Internet, sino que también nuestros productos empezaron a venderse en las tiendas normales”.

9design

“Antes trabajaba como relaciones públicas”, cuenta Anna Dobrzycka, dueña de las dos tiendas de muebles on-line 9design y Karestyle, y de dos tiendas normales. “Tenía un buen puesto en una gran empresa. Cuando tuve mi primer hijo, mi empresa me animó a reincorporarme hasta tal punto que me ascendió durante el permiso de maternidad. Volví con un contrato de jornada reducida, pero me resultaba imposible trabajar en esas condiciones. Me gusta trabajar dándolo todo, al máximo. En aquella situación, ni yo estaba contenta de mí misma ni mis clientes tampoco. Cuando decidí tener el segundo hijo, me di cuenta de que no iba a cumplir las expectativas de nadie. Pensé: es un buen momento para empezar algo mío”.

“Mi segundo embarazo fue de riesgo. Tuve que guardar cama. Y yo soy dinamita pura, no podía estar sin hacer nada. Así que con la ayuda de un portátil, abrí una tienda de muebles en internet. Decidí vender productos que estuvieran al alcance del bolsillo del polaco medio. Para personas que ya no quieren más Ikea, pero que tampoco pueden permitirse marcas caras. Por supuesto, al principio contaba con la ayuda de una niñera. No me creo que nadie pueda llevar su propia empresa con dos niños encima”.

“La tienda en Internet empezó a crecer con rapidez. Cada vez era más frecuente que ocurriera lo siguiente: estoy dándole el pecho al niño y a la puerta tengo varias personas desconocidas que dicen que vienen a la tienda. Encontraban en nuestra página web la dirección de la empresa y venían a ver los muebles a nuestro garaje. Al final, tuvimos que abrir una tienda normal”.

"Mi negocio es muy importante para mí, es como si fuera mi tercer hijo. Gracias a él tengo tiempo a partir de las 4 de la tarde para dedicarme a mis otros hijos".

Mamania

“Si no hubiera sido por Bronka, probablemente nunca habría fundado la editorial”, afirma Ania Zdrojewska, madre de la pequeña Bronka, de tres años de edad. “Bronka era muy pequeña cuando nació. Y nadie sabía por qué. Antes de que me diera cuenta ya estábamos metidos en un lío total: ir de un médico a otro, cambiar de dieta, cocinar, cambiar los pañales y dar de mamar continuamente. Entonces, por casualidad, me hice con dos libros en inglés muy interesantes sobre la educación de los niños. Pensé que probablemente habría muchas otras madres en Polonia a las que les gustaría leerlos. Y también pensé que era un buen momento para empezar algo que sea mío. Y surgió la idea de la editorial. Antes había cursado estudios de doctorado, había dado clases de periodismo, trabajaba en televisión y estaba implicada en el movimiento feminista”.

“Una editorial es un negocio arriesgado, pero contaba con el apoyo de mi familia. En la actualidad, la editorial Mamania publica libros para padres. El embarazo es un periodo durante el cual una tiene que responder a preguntas importantes: ¿quiero ser madre o no? ¿Prefiero el parto natural? ¿Voy a dar el pecho? ¿Voy a querer seguir trabajando? Los libros ayudan a tomar este tipo de decisiones.

Cooperativa de Mamás

“Somos 12. Todas tenemos en común el interés por la artesanía. Tenemos niños pequeños y, tras la baja por maternidad, no queríamos volver a un trabajo de jornada completa que resultara difícil de combinar con la crianza de un hijo”, dice Marzena Szal de la Cooperativa Mamás. “Antes de tener hijos trabajaba en una compañía de seguros, ocho horas al día, por turnos, a veces tocaba los fines de semana. Me sentía como la pieza de una máquina. Luego di a luz a dos hijos y me quedé cuidando de ellos durante seis años. Pero ¿cuánto puede una quedarse en casa? Después de seis años, ya no te valoran en el mercado de trabajo y hay que empezar todo de nuevo. Pensé: “Es un buen momento para empezar algo que sea mío”. ¿Por qué una cooperativa? Colaboramos con fundaciones, con ONG, solicitamos ayudas y participamos en concursos públicos para obtener subvenciones. En esto, tan importante es saber llevar el negocio como cumplir la finalidad social, la puesta en marcha de la actividad femenina. Cuando alguien compra nuestros productos está apoyando a mujeres que se han decidido a coger el toro por los cuernos en vez de limitarse a quejarse de su vida. Nuestros clientes son personas que entienden esto y lo apoyan”.

“Cada una de nosotras tenía una destreza distinta. Hemos podido comprobar que a nuestros clientes lo que más les gusta ahora son los bolsos de fieltro de inspiración folclórica. Empezamos la producción a principios de este año”.

“Las decisiones se toman de manera conjunta. Somos capaces de ponernos de acuerdo. Pienso que la empresa es mía y que soy responsable de ella. No cuento las horas que paso en el trabajo. Si mi hijo se pone malo, puedo trabajar en casa. Y es que todas somos madres y nos apoyamos mutuamente”.

Flexi-mama

“Antes trabajaba en un departamento de relaciones públicas. Tras la baja por maternidad de mi segundo hijo, me enteré de que iban a eliminar mi puesto de trabajo. Pensé que era un buen momento para empezar algo que fuera mío”, dice Ola Szałek. “Soy una entusiasta del trabajo flexible. Así que empecé a escribir sobre el tema en un blog. Estoy convencida de que es el futuro. La flexibilidad hace posible que podamos dedicarnos a lo que nos gusta. Muchas de las mayores empresas están empezando a aplicar una política de flexibilidad horaria ahora, pero la Administración de Obama lo hizo ya hace dos años”.

Después de dos años, del blog surgió un servidor propio llamado pracujflexi.pl, y, a su vez, de este surgió flexi-mama. Damos cursos de formación para madres. Se apuntan chicas que desean abrir su propio negocio y que necesitan información sobre relaciones públicas o telemarketing. Algunas llegan buscando todavía una idea. Se va creando un grupo de madres flexibles que quieren trabajar y educar a sus hijos. Aprenden unas de otras, se hacen amigas, hacen negocios entre ellas, pero sobre todo se entienden genial porque tienen una situación vital muy parecida”.

“Yo también soy flexible. Tengo mi propia empresa (cuando empecé a trabajar contraté enseguida a una canguro varias horas al día y me monté la oficina en casa). Estoy escribiendo un libro, entre otras muchas cosas, porque el trabajo no me cansa. Y si empieza a cansarme, lo cambio por otro.

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