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El Asad se enroca frente al mundo

El presidente sirio niega que sus fuerzas hayan perpetrado la matanza de Hula En su discurso ante el Parlamento, culpa de la crisis a una “conspiración exterior”

El presidente El Asad pronuncia un discurso en el Parlamento.
El presidente El Asad pronuncia un discurso en el Parlamento.AFP

El presidente sirio, Bachar el Asad, ha afirmdo que su país afronta “una verdadera guerra” y pidió distinguir entre la política y el terrorismo a la hora de plantear soluciones para la crisis. Siria, dijo, está siendo víctima de la actividad de “agentes extranjeros” que están alentando los enfrentamientos. En su primer discurso ante el nuevo Parlamento, constituido en mayo, El Asad negó toda participación de sus fuerzas en la matanza de Hula, donde 108 personas, 49 de ellas niños, fueron asesinadas el 25 de mayo. La masacre, dijo, fue “un crimen horrendo” que solo pudo haber sido perpetrado por “monstruos”. La oposición y el Gobierno sirios se han culpado mutuamente de la matanza. Testimonios recogidos por los investigadores de la ONU culpan a la milicias progubernamentales.

El presidente sirio no dio muestras de preocupación alguna por los mensajes de condena internacionales, ni por las presiones para que se cumpla el plan de paz impulsado por Kofi Annan, enviado especial de Naciones Unidas y la Liga Árabe. El plan, que incluye un alto el fuego, ha sido violado por ambos bandos. El propio Annan expresó el sábado su frustración por el hecho de que el régimen sirio no esté cumpliendo con sus compromisos.

El Asad se mostró tranquilo durante la hora larga que duró su discurso, el primero que pronunciaba desde enero, en el que recurrió a mensajes que le acompañan desde que comenzaran las revueltas, hace ya 15 meses. “Siria se enfrenta a un plan de destrucción” o “tenemos que combatir el terrorismo para que el país sane”, dijo. El mandatario sirio llegó a comparar la represión con el trabajo de un cirujano. “¿Decimos de él que tiene las manos manchadas de sangre, o le damos las gracias por salvar al paciente?”, se preguntó en su mensaje, que fue transmitido por televisión. “Han sido los terroristas”, insistió, los que han llevado al país a una guerra que ya ha causado, según la ONU, más de 10.000 muertos (el Observatorio sirio de Derechos Humanos eleva la cifra a 12.300). El Asad volvió a mencionar una “conspiración exterior” que persigue desestabilizar el país.

“Las puertas están todavía abiertas a quienes quieran una reforma verdadera”, dijo El Asad, que se mostró dispuesto a “un diálogo sin condiciones” y sin “injerencia extranjera”.

Desde la oposición se utiliza el mismo argumento de la intervención extranjera, pero al revés. Burhan Ghaliun, el presidente del Consejo Nacional Sirio, que aglutina a una parte de la fuerzas anti-Asad en el exilio, dijo el sábado que el Gobierno ruso “se ha convertido en parte del problema” al apoyar la permanencia en el poder de El Asad. Rusia ha vetado hasta en dos ocasiones, junto a China, cualquier resolución de condena del Consejo de Seguridad de la ONU.

Convencer a Moscú de que adopte medidas concretas contra el que es su principal aliado en Oriente Próximo será la difícil tarea de los líderes europeos en la cumbre Rusia-UE que arrancó anoche en San Petersburgo. No parece que los sustanciosos vínculos comerciales entre ambas partes se vean amenazados por la posición del Gobierno ruso respecto del conflicto en Siria. Pero el bloqueo ruso a las iniciativas europeas para presionar al régimen sirio ha tensado las relaciones diplomáticas con la UE.

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El presidente ruso, Vladímir Putin, reiteró el viernes su oposición a una intervención militar en Siria tanto en la reunión que mantuvo en Berlín con Angela Merkel como en la que celebró con su homólogo francés, François Hollande. Putin criticó la idea de adoptar nuevas sanciones contra el régimen sirio y reiteró su apoyo al plan de paz de Annan.

Sin Rusia y China, Siria se encuentra profundamente aislada en la comunidad internacional. La reciente matanza de Hula y la violación diaria, por ambas partes, del alto el fuego que contempla el plan de paz del enviado de la ONU —según el Observatorio sirio de Derechos Humanos, 1.800 personas han muerto desde que se acordara— parecen haber removido los cimientos de la diplomacia extranjera, presionada, entre otras cosas, por la última condena del Comité de Derechos Humanos de la ONU.

La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, instó ayer a Rusia a sumarse a los esfuerzos internacionales para promover una transición política en Siria que pasaría por la salida de Bachar el Asad. Clinton anunció que había hablado por teléfono con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, y sugirió que Moscú podría flexibilizar su hasta ahora recalcitrante posición, informa la agencia AP. El Ministerio de Exteriores ruso, por su parte, aseguró en un comunicado que está a la espera de los resultados de la investigación sobre la matanza de Hula.

Por otra parte, los temores de que la violencia se extienda y provoque un conflicto regional van en aumento. Los 13 libaneses muertos el sábado (otros 30 resultaron heridos) en enfrentamientos entre partidarios y detractores de Bachar Al Asad en la ciudad libanesa de Trípoli, lo ponen de manifiesto. En Líbano se teme que el conflicto desestabilice su frágil coalición de gobierno y avive la llama de los enfrentamientos sectarios que ya sumieron al país en una guerra civil que duró 15 años (1975-1990).

El tiempo corre y los principales actores extranjeros apuran las propuestas. Una de las últimas iniciativas llegó el sábado de la mano del jefe de la Liga Árabe, Nabil el Araby, sobre la misión de casi 300 observadores desplegada en el país desde el mes de abril. “Una de las alternativas podría ser cambiar el mandato de los observadores para que la misión se convierta en una fuerza de paz”, dijo durante la reunión de ministros de Exteriores de la Liga Árabe en Catar.

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