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Humala pierde apoyo dentro de su partido

Cuatro parlamentarios dejan la bancada oficialista en rechazo a detenciones sin debido proceso Analistas e Iglesia sostienen que la ‘mano dura’ reduce la posibilidad de diálogo

El presidente peruano Ollanta Humala (derecha).
El presidente peruano Ollanta Humala (derecha).AFP

Perú se polariza y divide una vez más. El presidente peruano, Ollanta Humala, se quedó entre el lunes y el jueves sin cuatro congresistas de su partido, Gana Perú, una señal de su desconexión con los sectores del país a los que -durante la campaña electoral del 2011- prometió defender: los históricamente postergados en regiones andinas y amazónicas que votaron mayoritariamente por él.

Desertó primero la parlamentarios Veronika Mendoza, de Cuzco (sierra sur), indignada con el manejo de la Administración de Humala del conflicto social en la provincia de Espinar, cuyo alcalde fue detenido sin orden judicial la semana pasada tras encabezar desde el 21 de mayo las protestas contra la minera Xstrata-Tintaya, un conflicto social de antigua data.

Alguien tiene que explicarles [el viraje] a los que votaron por el presidente, no responderles desde Twitter” Javier Velásquez, parlamentario

“El premier [Óscar] Valdés carga con la responsabilidad política de muertos, heridos y de detenciones humillantes y arbitrarias de autoridades locales como el alcalde [Óscar] Mollohuanca y de miembros de instituciones de defensa de los derechos humanos”, afirmó Mendoza en referencia al primer ministro peruano y al regidor arrestado.

Los congresistas Javier Diez Canseco y Rosa Mavila, militantes de partidos de izquierda desde los años 80, se apartaron también del Partido Nacionalista Peruano-Gana Perú. Discrepan con el cambio de rumbo del Gobierno desde diciembre pasado, cuando tomó decisiones a favor de grupos económicos y sectores políticos conservadores. A mediodía del jueves, el congresista por Cusco Rubén Coa, de la provincia de Espinar, también se apartó, reclamando la falta de políticas de Estado de responsabilidad ambiental y su decepción por los "métodos represivos de la protesta social".

Por otro lado, Cajamarca (sierra norte) ha entrado en su noveno día de paro indefinido contra el proyecto minero Conga, en medio de enfrentamientos de pobladores y universitarios con la policía.

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“Alguien tiene que explicarles [el viraje] a los que votaron por el presidente, no responderles desde Twitter”, sugirió el parlamentario aprista Javier Velásquez Quesquén en televisión la noche del miércoles, aludiendo a la decisión de favorecer las actividades de minería e hidrocarburos en vez de defender el agua y la tierra, como ofreció el nacionalista Humala en campaña.

Por su parte, el vicario de la prelatura de Sicuani (provincia de Canchis, Cuzco), el sacerdote y antropólogo Eduardo Adelmann, dijo percibir durante estos recientes conflictos sociales “prejuicios ancestrales de la capital contra estas provincias”.

Durante una conferencia de prensa en Lima, el vicario Adelmann aseguró que debe haber un reconocimiento de corresponsabilidad en los conflictos sociales por parte del Gobierno, las mineras y la sociedad civil: sin embargo, enfatizó que una autoridad electa como el alcalde Mollohuanca, “es el líder reconocido en la provincia, es considerado honesto, que no roba”, y mientras está detenido no hay con quién retomar el diálogo.

En la última semana, el presidente del país andino y miembros de su gabinete han acusado a quienes encabezan las protestas de antimineros y extremistas, motivados por objetivos políticos y no por preocupaciones medioambientales. A esa opinión se han sumado el presidente del Poder Judicial, César San Martín, y el fiscal de la Nación, José Peláez.

El martes, el primer ministro Valdés calificó en Twitter a estos sectores como “podridos e incendiarios”. Ese mismo día, el presidente regional de Cajamarca, Gregorio Santos, durante un mitin invitó a la población a “sacar” al presidente porque traicionó sus promesas. En respuesta, la presidencia del Congreso exigió un proceso judicial contra Santos por “apología a la rebelión”.

El historiador Nelson Manrique explicó a este diario que “el Gobierno va mostrándose crecientemente autoritario, recurriendo a medidas anticonstitucionales para descabezar los movimientos sociales que defienden lo mismo que él [Humala] prometió como candidato: defensa del agua y del medio ambiente”.

Los ganadores

El bloque oficialista se ha quedado con 42 congresistas, de un total de 130, y el segundo grupo es el fujimorismo. La politóloga peruana Paula Muñoz sostiene que estas deserciones “pueden hacer que la geografía política vuelva a pesar. Tal vez la popularidad de Humala se vea mellada en la sierra sur y norte [sus votantes de primera vuelta], pero probablemente se refuerce en los sectores mas 'integrados' al mercado”, añadió Muñoz.

“Mendoza, el congresista cuzqueño Rubén Coa y Jorge Rimarachín [congresista por Cajamarca], están desempeñando una buena labor de representación política de sus bases que votaron por algo que el gobierno no está cumpliendo”, precisó la experta.

Según la politóloga, la parlamentaria Mendoza “es el cuadro más orgánico del nacionalismo en Cuzco, una de las que apoyó la poca organización del partido en estos años”. Además, era muy próxima a la pareja presidencial desde que coincidieron en París, cuando Humala trabajó como agregado militar.

Diversas fuentes coinciden en que el presidente descuidó su vínculo con sus representantes en el Legislativo. “Las tensiones desde el año pasado son evidentes: nunca fue una bancada muy disciplinada y orgánica. También se manifiesta la mala o ausente relación del Ejecutivo con su bancada. Del estilo presidencial queda más claro su falta de liderazgo y 'muñeca política', su falta de interés en dialogar y negociar, su pragmatismo y mentalidad militar”, considera la analista.

Para el catedrático de Harvard Steve Levistky, “no hay ganadores en este divorcio, excepto la derecha. Humala casi no prestó atención a su bancada y está empezando a pagar un precio por eso”.

“La oposición de derecha emerge como la ganadora: puede ahora tener más confianza en que Humala no volverá a la izquierda. Más aun, con el derrumbe de Humala de la coalición original [la alianza con Perú Posible del expresidente Toledo], podría ahora ser necesario para Humala buscar aliados en cualquier lugar del Legislativo, esto significa de la derecha, incluso del fujimorismo”, explica el politólogo estadounidense a este diario.

“En 2011, Gana Perú y Perú Posible y otros aliados representaron una potencial mayoría de centro izquierda. Si ello se quiebra, como parece estar ocurriendo, a medida que se den más renuncias veremos una coalición Gana Perú con el fujimorismo”, sugirió.

“Mientras Humala se mueve a la derecha y se enfrenta a conflictos con comunidades, de donde legisladores específicos fueron elegidos, uno verá más renuncias”, aseguró.

Sin embargo, el congresista Javier Bedoya de Vivanco, del Partido Popular Cristiano, considera que el beneficiado es el Gobierno “que se ha liberado de esta carga, que le espetaba el programa de gobierno con el que postularon”.

“Ello obligará al Gobierno a buscar cercanía con otras colectividades y un entendimiento más perenne con Toledo. La bancada oficialista ha sido un barco a la deriva: no tienen interlocutores y no había cercanía entre la bancada y el Ejecutivo”, acotó.

Se ha cumplido un año de la elección de Humala respaldado por sectores progresistas y liberales como Mario Vargas Llosa, porque ofreció un manejo responsable de la economía e “inclusión social” de los postergados por el Estado. Algunos analistas lo ven ya en un camino autoritario; otros, más cercanos a las empresas, opinan que actúa bien al reprimir a quienes protestan porque se requiere orden.

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