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Los Gobiernos reforman Schengen para cerrar fronteras sin el aval de la CE

La Eurocámara considera una declaración de guerra la modificación del Tratado El acuerdo alude a "situaciones excepcionales" para recuperar la soberanía nacional

El Consejo de ministros de Interior de la Unión Europea reunido en Luxemburgo ha decidido reformar unilateralmente el Tratado de Schengen para reintroducir controles fronterizos temporales en caso de que un Estado se vea desbordado e incapaz de controlar los flujos migratorios en sus puestos aduaneros. Los Gobiernos serán los que gestionen el nuevo régimen, dejando fuera de juego a la Comisión y al Parlamento. La comisaria de Interior, Cecilia Malsmtröm, se dice decepcionada por el acuerdo, que la Eurocámara considera una declaración de guerra.

Esta reforma está enraizada en éxodos como los provocados por la primavera árabe en Túnez, la guerra en Libia o el coladero que es la frontera de Grecia con Turquía

Esta reforma de Schengen está enraizada en éxodos como los provocados por la primavera árabe en Túnez, la guerra en Libia o, más estructuralmente, el coladero que es la frontera de Grecia con Turquía, una cadena de incidencias que ha mostrado puntos débiles del sistema. Los 26 miembros del club (22 de la Unión y cuatro no comunitarios) estaban de acuerdo en la necesidad de retocar Schengen y la Comisión propuso el pasado septiembre hacer de tutor de los cambios: los Estados deberían pedirle permiso para reintroducir los controles.

La Francia de Nicolas Sarkzoy y la Alemania de Angela Merkel se opusieron de plano a esa fiscalización, que tampoco gustaba a España. La llegada de François Hollande al Elíseo parecía haber modificado la atmósfera y se daba por hecho que los ministros de Interior comunitarios cerrarían hoy un acuerdo político en su reunión de Luxemburgo en el que las otras partes seguirían teniendo influencia.

La realidad es que los Gobiernos se han convertido en juez y parte del nuevo régimen, en el que no queda claro qué papel tendrá la Comisión y qué deja fuera al Parlamento, hasta ahora implicado en el proceso de decisión y que en el futuro solo será consultado.

“El compromiso permite hacer frente a situaciones graves que se puedan presentar, como cuando un país no está en condiciones de controlar sus fronteras exteriores”, explicaba el ministro francés de Interior, Manuel Valls, que puso como ejemplo la crisis siria. “Ante situaciones excepcionales los Estados de Schengen deben poder recuperar su soberanía”, es decir, actuar como Estado sin estar supeditados al Ejecutivo comunitario. “Deben decidir juntos, no de forma unilateral”, lo que supone que se consultarán entre ellos y decidirán entre ellos.

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“El acuerdo da a la Comisión el papel que le corresponde, hacer propuestas, y preserva las competencias de los Estados en áreas muy sensibles”, agregó el ministro. La Comisión, que esperaba un papel reforzado en el Schengen reformado, se siente postergada. “Estoy decepcionada. No es tan ambicioso como esperábamos”, dice la comisaria Malmström. “Será una acuerdo entre Estados. Esto no responde a un mecanismo europeo”.

El Parlamento reaccionó con furia ante el cambio, que le deja como convidado de piedra. “Con esta decisión, [los ministros] han enviado una señal clara: que encontrarán cualquier pretexto para cerrar las fronteras como nos cierran todas las puertas”, se indignó el jefe de los liberales y ex primer ministro belga Guy Verhofstadt. El propio presidente de la Eurocámara, Martin Schulz, apunta que “la libre circulación en el espacio interior es un pilar de la UE, una de las ventajas más palpables, y el Parlamento luchará para reforzarla”.

Socialistas y liberales hablan de llevar el acuerdo al Tribunal de la UE, pero Malmström cree que todavía es pronto para dar ese paso. “Estamos negociando”, dice. La Comisión “por el momento, no piensa recurrir a los tribunales”.

El acuerdo de este jueves entre los Gobierno es político y todavía tiene por delante un proceso de discusión con la Comisión y el Parlamento, aunque las ambiciones de los Estados quedan al descubierto. Su novedad es incluir la vertiente migratoria en Schengen con el establecimiento de controles fronterizos durante seis meses prorrogable por otros seis sin que las circunstancias excepcionales alegadas tengan que ver con amenazas para el orden público.

Los Estados podrán seguir estableciendo controles temporales de forma unilateral, como hasta ahora, en casos de acontecimientos ya previstos (una cumbre o un acontecimiento deportivo: Polonia vuelve a controlar sus fronteras desde el pasado lunes como motivo de la Eurocopa) o en casos de gran urgencia, como una amenaza terrorista.

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