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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Europa debe acabar este juego macabro

La primera economía mundial, la UE, se muestra incapaz de autogestionarse de manera acorde con sus responsabilidades mundiales

Javier Solana

Estamos asistiendo a una quincena de infarto. El 30% de la economía mundial no acaba de restañar sus heridas y la crisis económica muestra para Europa su cara más cruenta.

Aquella crisis, que se inició en EE UU —y que algunos ingenuos creyeron que nunca les llegaría— se convirtió en mundial y sus efectos no se hicieron esperar. La rápida intervención internacional consiguió frenar en un primer momento los efectos globales más dramáticos. No hay que olvidar y dejar de valorar positivamente las dos primeras reuniones del G-20. Pero, no obstante, esa crisis se fue concentrando poco a poco en los países desarrollados y, desde hace varios años, el crecimiento mundial ha ido recayendo sobre las espaldas de los países emergentes.

Hoy nadie discute que Europa, y en concreto la eurozona, se ha convertido en el problema más acuciante. Todas las miradas se centran en nosotros, y con razón. La primera economía mundial —así es tomada la UE en su conjunto y no conviene olvidarlo— se muestra incapaz de autogestionarse de manera acorde con sus responsabilidades mundiales.

Las próximas semanas se presentan inciertas, con las elecciones griegas, los resultados del rescate (¿de quién estamos cautivos?) a España y sus posibles salpicaduras a Italia como puntos calientes. Con una reunión del G-20 que, sin lugar a dudas, versará sobre Europa. Y con un Consejo Europeo a finales de junio que tiene que cerrar el círculo de tensión y acabar este juego macabro de incapacidad decisoria en tiempo útil: ya nadie acepta soluciones incompletas.

Mientras, los europeos sufren y el resto del mundo observa enmudecido cómo una bella historia se suicida. Aquella historia de un grupo de países que, tras las tinieblas de las guerras, fueron capaces de enfrentarse arremangados con un “nunca más” a la bajeza y un “siempre sí” al avance visionario hacia el futuro. Ahora esos mismos pueden autofracasar. Nadie se lo merece.

Javier Solana es Distinguido Senior Fellow de Brookings Institution y presidente de ESADEgeo.

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