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Europa enfría las esperanzas griegas de renegociar a fondo el rescate

La canciller Angela Merkel advierte de que no se puede relajar el ritmo de las reformas

Van Rompuy y Barroso, ayer en la cumbre del G-20.
Van Rompuy y Barroso, ayer en la cumbre del G-20.BERTRAND LANGLOIS (AFP)

Una vez despejada la gran incógnita electoral, el próximo primer ministro griego se encontrará con una tarea urgente sobre la mesa: renegociar el rescate para aliviar una economía en estado calamitoso. La noche del domingo, el ministro de Exteriores alemán dio esperanzas a los partidarios de relajar las condiciones impuestas por Europa y el FMI. “Se podría hablar de cambios en el calendario, pero no hay otro camino que el de las reformas”, dijo el liberal Guido Westerwelle. Pero a la mañana siguiente, la realidad volvió a parecer algo más difícil.

El propio Gobierno alemán se encargó de desmentir a su ministro. “Prevalece lo que está acordado. Nadie está hablando de cronogramas ahora”, repitió el viceportavoz del Ejecutivo. Por si fuera poco este jarro de agua fría, Westerwelle recibió otro de su jefa directa, Angela Merkel. “Lo importante es que el nuevo Gobierno persevere en sus compromisos. No se puede relajar el ritmo de las reformas”, dijo la canciller a su llegada a la reunión del G-20 en Los Cabos (México).

Lo importante es que el nuevo Gobierno persevere en sus compromisos.  No se puede relajar el ritmo de las reformas” Angela Merkel

No solo Berlín se muestra inflexible. Bruselas admitiría ciertos retoques al plan de reformas, pero no un cambio significativo. “No hay alternativas al programa acordado. Los objetivos fundamentales tienen que respetarse”, aseguran fuentes de la UE. “Con los parámetros actuales no es posible cambiar la trayectoria. Miraremos la forma de ayudar a Grecia para cumplir sus objetivos”, dijo el presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, también desde Los Cabos.

La idea es permitir algunos ajustes “menores”, pero mantener intocable el destino final. Como ejemplo de estos retoques, Bruselas señala el caso irlandés. “Se modificó la rebaja del salario mínimo, pero al mismo tiempo hubo otros cambios para que el efecto fiscal fuera neutro”, señalan fuentes comunitarias. Pese a todo, las futuras negociaciones pueden acabar dándole algún margen de maniobra al Gobierno que presumiblemente encabezará el conservador Antonis Samarás. Fuentes citadas por Efe señalan que Europa se inclina por conceder a Grecia uno o dos años más para cumplir el plan, aunque los portavoces de la Comisión niegan que por ahora se haya hablado de ninguna demora.

Lo más urgente en Atenas es la formación de Gobierno. Solo entonces viajará una delegación de la troika (Comisión Europea, BCE y FMI) para estudiar si se desbloquea el tramo de 31.200 millones del plan de ayudas.

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Sobre la cumbre europea que se celebrará el 28 y 29 de junio, los primeros borradores que prepara el Consejo van en la línea esperada: los líderes firmarán un Pacto por el Empleo y el Crecimiento que supondrá una especie de apéndice del Pacto Fiscal que consagra la austeridad en la UE, en respuesta a las demandas del presidente francés, François Hollande.

En la cumbre europea, los líderes firmarán un Pacto por el Empleo y el Crecimiento

Hollande abrió fuego el domingo al pedir un plan de 120.000 millones de euros para estimular el crecimiento. Pese a que el documento con el que trabaja Bruselas es lo suficientemente difuso, en ese primer borrador se comprueba que, con ciertos matices, las políticas de crecimiento son las que quería Merkel: reformas estructurales, políticas de oferta relacionadas con el mercado único y ningún o casi ningún estímulo keynesiano.

Con muy pocas excepciones: los países del euro están de acuerdo en elevar el capital del Banco Europeo de Inversiones (BEI) en 10.000 millones hasta final de año. A España le correspondería abonar algo menos de 1.000 millones de esa cifra, lo que da una idea de las dificultades que tendrá la institución para conseguir ese dinero.

Además, el borrador eleva a 4.500 millones las inversiones en proyectos de transporte, energía e infraestructuras a través de los denominados project bonds, o bonos de proyecto. Y en redirigir fondos estructurales no utilizados para elevar la potencia del BEI. Nada de eso se ve con buenos ojos desde Berlín, que descarta estas soluciones siempre que no vayan acompañadas de un mayor control, de rigor y de cesión de soberanía.

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