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Bruselas tantea los límites de la UE

Van Rompuy propone la creación de un superministro de Finanzas europeo

Claudi Pérez
Mariano Rajoy, Mario Monti, François Hollande y Angela Merkel en Roma el 22 de junio.
Mariano Rajoy, Mario Monti, François Hollande y Angela Merkel en Roma el 22 de junio.CRISTIANO LARUFFA/UFFICIO STAMPA (EFE)

En lo que va de crisis europea, y de pronto son años, Alemania ha protagonizado un liderazgo mezquino, plagado de cálculos políticos, de dogmatismo ideológico y de negativas a diestro y siniestro: la recesión se ha instalado en el Sur para mucho tiempo, en parte por la digestión de los últimos años de expansión descontrolada, en parte por esos rescates que suponen solidaridad de segunda división y por las políticas de recortes estrictos (peligrosamente estrictos) que ha impulsado Berlín con el sindiós de la austeridad expansiva. Esa magia tenía que devolver la confianza a la eurozona, pero ha metido al euro en una crisis existencial. Y sin embargo los tiempos están cambiando. La canciller Angela Merkel, el ministro Wolfgang Schäuble y el presidente del banco central alemán, Jens Weidmann, han cocinado en los últimos días una vieja nueva propuesta: nunca en los últimos 20 años Berlín habló tan alto y claro de unión política. Bruselas recogió ayer el guante con un ambicioso documento que busca reconstruir el edificio europeo: lanzó una propuesta que tantea los límites de la UE a la vista de que la parálisis ha debilitado al euro hasta extremos peligrosos. A cambio, siempre que se den pasos claros hacia esa unión política, elimina obstáculos para que Alemania empiece a abrir la mano en algunas cosas. Aunque ese camino, como casi siempre cuando se trata de Europa, está plagado de incógnitas.

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Sobresalen dos: qué papel quiere jugar la Francia de Hollande -París no va a limitarse a acompañar al primer violín alemán, pero a la vez debe luchar contra la deriva intergubernamental, contra su urticaria hacia el modelo federal-, y cómo se puede gestionar la fenomenal crisis del euro en el muy corto plazo para evitar un big bang. Ambas cuestiones quedan totalmente abiertas en la propuesta que han elaborado cuatro presidentes: el del Consejo, Herman Van Rompuy; el de la Comisión, José Manuel Barroso; el del BCE, Mario Draghi, y el del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker. Las posibles salidas de esos dos callejones empezarán a dilucidarse en Bruselas a partir de mañana, en una cumbre de jefes de Estado y de Gobierno que ha generado unas expectativas solo a la altura de anteriores fracasos. Los líderes decidirán si ese documento sale adelante o se queda en un mero ejercicio retórico, sin un calendario preciso. Y están obligados a buscar una salida rápida para los países que están con el agua al cuello. "Las propuestas pueden llegar tarde si no se acompañan de un guiño a los mercados en el muy corto plazo", indicaron fuentes diplomáticas.

Con una visión muy inspirada en los deseos de Alemania, la versión 2.0 de la UE quiere atar corto a cada país. Según el documento, que fija como fecha clave el próximo diciembre, desde Bruselas no solo se fijaría un techo del gasto y de la deuda pública: si un Estado miembro quisiera emitir más deuda de la fijada, debería "justificar y recibir" el aprobado previo por parte de las instituciones europeas. Esta decisión supondría entregar de facto la llave de la caja fuerte a algo parecido a un superministro de Finanzas, y en última instancia la creación de un Tesoro. Triunfarían así las tesis de Berlín de avanzar cuanto antes hacia la unión fiscal. La contrapartida para Alemania vendría en forma de algo que hasta ahora se considera tabú: aceptar cierto grado de mutualización de la deuda; eso sí, por etapas, en busca de la habitual fórmula de compromiso europea. "En una perspectiva de medio plazo, la emisión de deuda conjunta debería analizarse como un elemento más de la unión fiscal", señala en dirección a los eurobonos, casi de puntillas, la propuesta. Además, se avanza hacia una unión bancaria: un supervisor común, el BCE, con un fondo de garantía común y un fondo de liquidación de bancos. -Quienes mejor suelen traducir los galimatías europeos son los mercados. "Se trata de los primeros pasos para una unión política y fiscal, indispensables para que Merkel acepte algo parecido a los eurobonos", explicaron fuentes financieras. "La supervisión del BCE va en la buena dirección: da más poder al Eurobanco, condición necesaria para que Draghi anuncie nuevas medidas excepcionales", según las mismas fuentes, que apuntan también las lagunas a las que se pueden agarrar los inversores para seguir apostando contra el euro: "No hay un calendario claro. Ni la propuesta es lo suficientemente concreta, lo que hace pensar que persisten profundos desacuerdos. Lo bueno es que Europa se mueve. Lo malo es que sigue dejándolo todo para más adelante: hay elecciones en Alemania en otoño y Berlín ha demostrado sobradamente la importancia de los cálculos electorales, a pesar de la gravedad de la crisis".

La cumbre, en fin, calienta motores. Esta vez con la pelota en el alero de François Hollande, que ha dado nuevos aires al proyecto europeo pero tiene que aclarar hasta dónde quiere llegar. El ministro francés Pierre Moscovici apuntó que Europa "debe sentar las bases de la segunda fase del euro" y "aportar las pruebas de que es capaz de dotarse de una integración bancaria, presupuestaria y política". Su homólogo alemán, Wolfgang Schäuble, le adelantó por la derecha: en una entrevista con Der Spiegel reclamó un superministro de finanzas europeo "con derecho de veto contra los presupuestos nacionales"; pidió un presidente de la Comisión elegido en las urnas; una unión fiscal y una unión bancaria, en suma, antes de dar su brazo a torcer en lo relativo a un mecanismo de solidaridad. No faltará quien arquee las cejas: la canciller Angela Merkel se despachó con un frase lapidaria a menos de 48 horas de la cumbre. "No compartiremos totalmente las deudas mientras yo viva".

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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