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Los sindicatos toman la Plaza de Mayo contra Cristina Fernández

Decenas de miles de trabajadores rechazan la política económica

Francisco Peregil

Fue una foto histórica. Por primera vez en nueve años decenas de miles de trabajadores peronistas abarrotaron la plaza de Mayo frente a la Casa Rosada para protestar contra la política económica de un Gobierno peronista. Fue la representación gráfica del choque de trenes que se veía venir desde hacía meses: por un lado una presidenta del Gobierno, Cristina Fernández, a la que avalan el 54% de los votos conseguidos el pasado octubre. Y por otro, el líder histórico de los camioneros y máximo responsable de la Confederación General de Trabajadores (CGT), la organización que agrupa a todos los gremios. Fernández y Moyano llevaban tiempo lanzándose mensajes: la presidenta había dejado claro que no iba a ceder ante chantajes y extorsiones y Moyano acusaba a la presidenta de creerse que el 54% le daba derecho a todo, a no responder siquiera a sus reclamos, a no sentarse a negociar.

Finalmente, después de algunos paros esporádicos de los camioneros, Moyano llamó al paro general por un día y a una concentración frente a la Casa Rosada. La huelga no iba a conseguir un seguimiento absoluto. Eso ya se sabía porque el poder de Moyano se vio mermado en los últimos meses dentro de la CGT. Pero aún así, su capacidad de convocatoria sigue siendo aplastante. Todo lo que depende de los camioneros quedó paralizado: distribución de alimentos, de periódicos, de combustible, recogida de basura… En la edición electrónica del diario Página 12 que se viene pronunciado a favor del Gobierno y en contra de Moyano, se vio obligado a difundir en Internet la versión en pdf, ya que no fue distribuido: “Por razones de público conocimiento, en el día de la fecha, Página 12, pone a disposición de sus lectores el diario completo en formato papel. Los invitamos a descargarlo haciendo clic aquí”.

Cristina Fernández había ordenado despejar toda la zona de policías. “Creo que no es justo tampoco que los trabajadores —porque son trabajadores, serán policías y a algunos les gustarán menos pero son trabajadores— tengan que ser insultados, escupidos o empujados como hemos visto en los últimos tiempos”. Los sindicalistas se tomaron esas palabras como un insulto.

“Somos respetuosos de las autoridades y fundamentalmente de las instituciones como algunos no lo son”, señaló Moyano ante miles de seguidores. “Este es un acto pacífico y va a terminar siendo una fiesta”. (…) “Pareciera que un paro general fuera un golpe de Estado”, dijo “¿Pero en qué país estamos viviendo? (…) Fueron las organizaciones gremiales las que salieron a pelear durante la dictadura y muchos de estos señores estaban debajo de la cama”.

El líder de los camioneros denunció amenazas por parte del Gobierno hacia otros dirigentes sindicales para que no se sumaran a la convocatoria de huelga. “Muchos dirigentes no han venido a la plaza porque han sido presionados para que no vengan. Pero se equivocan porque los dirigentes no han venido, si lo han hecho los trabajadores sí”, señaló.

Moyano no mencionó el apellido Kirchner, pero constantemente hizo alusión a él, sobre todo cuando se refirió a los años de la dictadura: “Cuando muchos nos quedamos en este país después del golpe del 76: hubo dos clases de exilio. Los que se exiliaron fuera del país y los que se exiliaron en el sur argentino a lucrar con la [circular] 1050 [del Banco Central; una ley que llevó a que mucha gente sufriera la subasta de sus propiedades en 1989. Por aquella época los Kirchner defendían a los bancos frente a los deudores hipotecarios]”, comentó Moyano ante miles de seguidores que a buen seguro el pasado octubre votaron a Cristina Fernández.

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“Se tenía que haber terminado el hambre en nuestro país, la pobreza extrema… y los trabajadores estarían mucho mejor que lo que están”, añadió Moyano. “Hay muchos compañeros que reciben un subsidio. Y yo no creo que estén cómodos recibiendo un subsidio. Van a sentirse dignos si tienen un trabajo digno”.

Moyano atacó también el último plan de créditos para vivienda alegando que esto ya se ha prometido tres o cuatro veces. Señaló que cuando desaparezcan las condiciones favorables marcadas por las economía mundial, los “compañeros” que viven en las llamadas “villas” miseria, seguirán habitando ahí.

Los sindicalistas reclaman que se reduzcan los impuestos sobre ganancias que cobra el Gobierno a los sueldos más altos y que aumente el mínimo no imponible, o sea, la cifra a partir de la cual los trabajadores están obligados a rendir cuenta ante el fisco. Sin embargo, desde el Gobierno se emite el mensaje de que lo único que mueve a Moyano son sus ambiciones personales.

La presidenta, Cristina Fernández, quien no suele conceder entrevistas y se expresa a través de sus discursos, midiendo cada símbolo y cada gesto, se fue de Buenos Aires a la localidad de San Luis para inaugurar, justo antes de que hablase Moyano en la plaza de Mayo, una fábrica de elaboración de productos porcinos. Fernández inició su alocución diciendo que los cerdos “son muy chiquititos, son muy tiernos… son muy ricos después”.

Minutos después, Moyano citó a Juan Domingo Perón para advertir: "Somos mansos, nobles y prudentes, pero se tienen que dar cuenta de que no somos tontos".

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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