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ELECCIONES MÉXICO 2012

El nuevo presidente deberá negociar a fondo para impulsar sus iniciativas

El PRI no logra hacerse con la mayoría necesaria en el Congreso

Salvador Camarena

El mapa electoral surgido el 1 de julio obligará a Enrique Peña Nieto a olvidarse de su sueño de tener mayorías en el Congreso que le faciliten gobernar México. En contra de lo que hacían pensar las encuestas, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) no alcanzó la mayoría en ninguna de las Cámaras del Congreso de la Unión. Además, a nivel estatal la jornada del domingo trajo buenas noticias a los priistas —recuperaron Jalisco y Chiapas—, pero malas también, ya que perdieron Tabasco y no pudieron quedarse con Morelos, Estado donde el Partido Acción Nacional (PAN) estaba condenado a dejar el poder después de dos desastrosas administraciones.

Según cálculos preliminares, el PRI tendrá 236 de los 500 diputados. Mientras, en el Senado, el partido de Peña Nieto alcanzará 60 de los 128 escaños. En la Cámara baja, la izquierda será la primera fuerza opositora, mientras que en la llamada Cámara alta ese lugar corresponderá al PAN, con 39 senadores. Aunque buena parte de los legisladores se eligen de manera directa, un 40% de los diputados llegan por medio de una lista, y la mitad de los senadores se asignan ya sea a través de una fórmula de primera minoría en cada Estado o por una lista nacional.

“Lo más importante es que el resultado de la elección obliga al PRI a convertirse en un gran negociador. Pensábamos que ese partido tendría la mayoría, y que no iba a ser necesaria tanta negociación. El resultado, dividido en tercios, obliga a los priistas a negociar con todos los partidos, incluso los minoritarios”, dice Kemvirgh Puente, investigador de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México. “Si todas las fuerzas de izquierda y el PAN se logran poner de acuerdo en el Congreso para hacer coaliciones en distintos temas, sí van a hacerle contrapeso al Ejecutivo. Sin duda, en nombramientos y cambios constitucionales que necesitan la mayoría calificada de dos tercios de las Cámaras”.

Además de la presidencia de la República y el Congreso de la Unión, los mexicanos eligieron este domingo a los gobernadores de siete Estados, así como congresos locales y alcaldes en otras ocho entidades. La lectura de los resultados de la votación exige matices, pues si bien el PAN ha sido el gran perdedor de la jornada, hay derrotas de alto costo, como los reveses sufridos por el PRI en distritos de Estados marcados por la violencia y los escándalos de corrupción como Veracruz, Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila, donde los electores castigaron a gobernadores priistas.

El triunfo más contundente del PRI se dio en Chiapas, donde fue postulado Manuel Velasco, un joven político del Partido Verde Ecologista de México, aliado del PRI. Velasco ganó por casi 50 puntos. Además del triunfo chiapaneco, los priistas recuperaron el importante Estado de Jalisco, donde el PAN gobernaba desde hace 17 años.

En el extremo contrario, la izquierda dio una demostración de fuerza en la capital. Miguel Ángel Mancera ganó con más de 40 puntos porcentuales la jefatura de gobierno del Distrito Federal, población donde solo perdieron dos de 16 delegaciones (una especie de distritos). A eso hay que sumar que se quedarán con 35 de los 40 escaños de la Asamblea Legislativa local, y que se llevarán 24 de los 27 diputados del Congreso de la Unión que corresponden a la ciudad de México.

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Otras buenas noticias para la izquierda llegaron del sur. Contiguo a la capital, el Estado de Morelos se quitó de encima doce años de gobiernos del PAN y la izquierda, representada por el senador Graco Ramírez, arrebató esa entidad al PRI. Y finalmente, después de varias elecciones perdidas, algunas de ellas en medio de escandalosos fraudes, Andrés Manuel López Obrador ve su tierra gobernada por uno de los suyos. Arturo Núñez ganó en Tabasco y puso fin al cacicazgo del PRI en ese Estado de la costa del Golfo de México.

Completan los resultados Yucatán, en la península del mismo nombre, y Guanajuato, en el centro del país, entidades que seguirán en manos de quienes hasta hoy los gobiernan, PRI y PAN respectivamente.

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