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La espada de Damocles de la degradación medioambiental

Los cielos y los ríos de China figuran entre los más contaminados del planeta

Un hombre cuida su huerto en Pekín como respuesta a la amenaza de contaminación alimenticia.
Un hombre cuida su huerto en Pekín como respuesta a la amenaza de contaminación alimenticia.ADRIAN BRADSHAW (EFE)

El fuerte desarrollo que ha experimentado China desde que Deng Xiaoping lanzó el proceso de apertura y reforma en diciembre de 1978 ha permitido sacar a cientos de millones de personas de la pobreza y ha situado al país asiático como segunda economía del mundo detrás de Estados Unidos, aunque en renta per cápita está aún muy lejos de los puestos de cabeza. A cambio, ha pagado un alto precio en desigualdades sociales –entre las más altas del mundo-, corrupción y degradación medioambiental.

Los cielos y los ríos de China figuran entre los más contaminados del planeta, y alrededor del 10% de su suelo agrícola contiene niveles “elevados” –es decir, superiores a los límites gubernamentales- de metales pesados como plomo, mercurio y cadmio. Las denuncias y las protestas por envenenamientos, a menudo de niños, causados por la polución de las aguas, el aire y los alimentos se han repetido sin cesar en los últimos años. Según Naciones Unidas, cientos de miles de personas mueren de forma prematura y sufren enfermedades respiratorias a causa de la contaminación atmosférica en China.

Zhou Shengxian, ministro de Protección Medioambiental, ha advertido que la contaminación y la demanda de recursos minerales amenazan el crecimiento y ha asegurado que si China pretende cuadruplicar el tamaño de su economía en los próximos 20 años sin causar más daño al entorno debe mejorar la eficiencia de sus recursos. Los expertos chinos afirman que la intensidad de energía necesaria por unidad de PIB (producto interior bruto) en China es más de cinco veces superior a la de Japón.

El país asiático depende en gran parte del carbón y los combustibles fósiles para generar electricidad, lo que le ha convertido en el mayor emisor de gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento global, por delante de Estados Unidos. En 2009, se erigió en el mayor mercado automovilístico del mundo. Se estima que China es responsable del 25% del C02 generado por el ser humano.

El Gobierno, consciente del riesgo que suponen los problemas medioambientales para la estabilidad social y el desarrollo a largo plazo del país, asegura que ya no vale el “crecimiento a cualquier precio” y ha tomado medidas, difíciles de implantar por la reticencia de las autoridades locales, que, a menudo, siguen dando prioridad a los intereses personales y al desarrollo y la creación de empleo a toda costa.

El 12 Plan Quinquenal de Protección Medioambiental (2011-2015) estipula que para 2015 deberá mejorar la calidad del agua en ríos claves como el Amarillo. El borrador del plan nacional de control de contaminación en los ríos y lagos más importantes prevé una inversión de 292.000 millones de yuanes (36.460 millones de euros) en cerca de 5.000 proyectos. Para ese año, la mayoría de las fábricas en las zonas costeras deberán ser mejoradas y cumplir “normas estrictas de protección medioambiental y descarga de líquidos contaminantes”, según la prensa china.

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Zhou asegura que en 2011 su ministerio supervisó cerca de 2.000 empresas de baterías de ácido de plomo, y que el 81% fueron cerradas porque no cumplían las normas. Tan solo quedaron 315 en funcionamiento.

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