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La huelga de metro en Buenos Aires aviva la rivalidad entre Macri y Fernández

El alcalde y la presidenta disputan por quién debe hacerse cargo del servicio, cuyos trabajadores mantienen un paro desde hace 10 días

Trabajadores del metro de Buenos Aires comparten un mate dentro de un vagón parado por la huelga.
Trabajadores del metro de Buenos Aires comparten un mate dentro de un vagón parado por la huelga.ALEJANDRO PAGNI (AFP)

Una huelga de metro en la undécima ciudad más poblada del mundo, Buenos Aires (12,8 millones de habitantes), cumplió este lunes 10 días y no ha hecho más que recalentar la pelea política entre el Gobierno de la peronista Cristina Fernández de Kirchner y el alcalde de la capital, el conservador Mauricio Macri, que pretende sucederla en las elecciones de 2015. Ninguno de los dos se pone de acuerdo sobre quién se hace cargo del servicio de subte, por lo que sus operarios continúan esperando un alza salarial en medio de la elevada inflación y los demás ciudadanos sufren de un tránsito más caótico que lo habitual.

En un país en el que la oposición se encuentra muy fragmentada, Fernández y Macri representan los polos ideológicamente enfrentados de la política argentina. Esta polarización a veces favorece a los dos, pero esta rivalidad por el metro puede perjudicar la popularidad de ambos. Es la disputa entre la abogada que encarna al peronismo de izquierdas y el empresario que primero se metió en el fútbol para presidir el Boca Juniors y después debutó en política. Tras la aplastante reelección de Fernández el año pasado (54,1% de los votos) frente al socialista Hermes Binner (16,8%), el radical (centrista) Ricardo Alfonsín (11,1%) y el peronista de derechas Alberto Rodríguez Saá (7,9%), Macri aparece como la figura que más contrasta con ella. A diferencia de otros partidos opositores, la Propuesta Republicana (PRO) de Macri está casi siempre en contra de Fernández y de hecho ha sido uno de los pocos que este año se opuso a la nacionalización de YPF o se negó a acompañar a la jefa de Estado en un viaje a la sede neoyorquina de la ONU para reclamar la soberanía de las islas Malvinas.

El alcalde de Buenos Aires, que lleva cuatro años y medio en ese cargo, reclamó durante mucho tiempo a Fernández que le transfiriera competencias como la policía y el transporte. En enero pasado firmaron un acuerdo para que la ciudad se hiciera cargo del metro, pero en marzo Macri se lo devolvió con el argumento de que también necesitaba que le traspasara recursos para invertir en la infraestructura y evitar así accidentes como el del tren (controlado por el Gobierno federal) en el que en febrero murieron 51 personas. El Ejecutivo de Fernández rechazó el retorno del servicio y desde entonces ha comenzado una disputa judicial para ver quién lo asume. Ahora la huelga no se soluciona porque uno de los dos sindicatos de los trabajadores del metro le pide a Macri que financie el alza salarial, pero el alcalde aduce que él ya no está a cargo del servicio, sino que el responsable es el Gobierno federal. Una juez citó al Ayuntamiento, y no al Ejecutivo nacional, para negociar con los empleados.

"Debería decir que no soy candidato en 2015 y se arregla todo", dijo Macri, aunque después aclaró que no abandonará sus aspiraciones presidenciales. El ministro del Interior y Transporte de Argentina, Florencio Randazzo, le contestó que “el problema es la incompetencia del Gobierno porteño”. Mientras tanto, el caos de tránsito continúa.

Los trabajadores del metro porteño van camino de establecer una nueva marca mundial en cantidad de días de huelga de este transporte. Reclaman un alza salarial del 24% ante la persistente inflación (22,4%, según estadísticas provinciales) y mejores condiciones laborales. Un grupo empresarial argentino, Roggio, tiene la concesión del servicio, pero en los últimos años los aumentos de nómina no han dependido de subidas del billete, sino de mayores subvenciones. Antes esos subsidios provenían de las arcas nacionales, pero ahora el Gobierno de Fernández quiere provengan del Ayuntamiento porteño.

El subte de la capital argentina es el más antiguo de Latinoamérica, data de 1913, pero no se encuentra demasiado extendido: son siete líneas (seis subterráneas y una llamada premetro, que es un tranvía) y la mayoría une el centro de Buenos Aires con algunos barrios del mismo municipio. Unos 1,2 millones de personas viajan a diario en el metro. Son los colectivos

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(autobuses) y los trenes los que conectan a la capital con la periferia. Sin embargo, la huelga ha llevado a que los porteños, sean o no usuarios del subte, tarden hasta el doble de lo habitual para trasladarse hasta sus trabajos, porque las calles se han abarrotado de coches. Largas colas se forman en las paradas de autobuses, un servicio que el alcalde reforzó con vehículos dedicados al transporte escolar. La vicealcaldesa de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, recomendó a los porteños usar las bicicletas que el municipio ofrece de forma gratuita, pero su sugerencia no ha logrado calmar a los habitantes de la ciudad de la furia, como la describió el líder de la mítica banda Soda Stereo, Gustavo Cerati, que lleva en coma más de dos años después de un accidente cerebrovascular. Uno de los líderes de la huelga, Néstor Segovia, declaró este lunes a Radio Continental que espera una llamada de Roggio o del Ayuntamiento para llegar a un acuerdo y volver a poner en funcionamiento el metro en las próximas horas.

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