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Santos sobre el proceso de paz: “Las operaciones militares van a continuar”

El presidente de Colombia ratifica que las conversaciones comenzarán en Oslo en octubre y continuarán en La Habana El mandatario asume toda la responsabilidad ante un eventual fracaso del proceso La guerrilla acoge el proceso con optimismo

El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, se dirige a la nación.
El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, se dirige a la nación.AFP

Colombia vuelve a darse una oportunidad. Tras medio siglo de confrontación armada con la guerrilla comunista más longeva del mundo occidental, este martes el país inició la travesía en la búsqueda de una salida negociada a la violencia. A las 12.30 de la tarde en Bogotá, el presidente Juan Manuel Santos anunció: “Iniciamos un Acuerdo general para la terminación del conflicto en Colombia” para que “los hijos de una misma nación” no se maten entre sí. Sus palabras fueron pronunciadas en la Casa de Nariño, rodeado de la cúpula militar y de todo su Gabinete ministerial.

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El presidente, en su declaración solemne ante el país, explicó los cinco puntos que se firmaron en este acuerdo al que llegaron las Fuerzas Amadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Gobierno, después de año y medio de trabajo preparatorio, y otros seis meses de conversaciones en Cuba. El presidente explicó a los colombianos que ya ha terminado una primera fase de este proceso de paz, que eran las reuniones exploratorias que llegaron a la firma del acuerdo marco que establece las reglas de juego para llegar a un acuerdo final “para que termine de una vez por todas esta guerra”. Se trata del cuarto intento de negociación en tres décadas para acabar con la violencia en Colombia.

Esos cinco puntos acordados son, primero, lograr el desarrollo rural, es decir, posibilidades de que los colombianos menos favorecidos tengan más acceso a la tierra y llevar infraestructura a las regiones más apartadas. Segundo, que la oposición política tenga las suficientes garantías para que quienes disientan y protesten lo hagan sin temor. Tercero, el fin del conflicto armado, la renuncia a las armas y la reintegración de las FARC a la vida civil. Cuarto, combatir el narcotráfico. Y quinto, hacer valer los derechos de las víctimas, para lo que también se necesita el esclarecimiento de la verdad. “Todos los colombianos queremos saber qué pasó, quiénes fueron los responsables de esta violencia”, dijo el presidente Santos.

Esta comunicación oficial pone fin a un secreto que las partes supieron guardar, lo que para los colombianos en general es un buen síntoma. En anteriores procesos, el ruido mediático provocó un estado de ansiedad que rompía los consensos. La sociedad quedó tan hastiada de las conversaciones con la insurgencia tras el fallido proceso de paz en las selvas del Caguán durante la Administración del conservador Andrés Pastrana (1998-2002) que su sucesor, el expresidente Álvaro Uribe, capitalizó ese estado de ánimo, ganó las elecciones abrumadoramente y se lanzó a una campaña militar sin un minuto de descanso. Santos fue parte del Gobierno de Uribe como ministro de Defensa.

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Las conversaciones comenzarán en octubre en Oslo y seguirán en Cuba

Tal vez por eso Santos, durante su discurso, resaltó en repetidas ocasiones por qué este proceso es diferente: “Porque no combatimos por combatir, sino para alcanzar la paz, porque incluimos a las víctimas, a los despojados, a los olvidados. Este acuerdo es diferente porque no tiene despejes, porque no hay cese de operaciones militares, porque las conversaciones se realizaron fuera de Colombia para trabajar con seriedad y discreción”.

La gran diferencia también es que, en esta oportunidad, se seguirá dialogando sin pedirle a la guerrilla un cese del fuego y sin un cese de las operaciones militares. "Las operaciones militares seguirán con la misma intensidad", ha dicho Santos. “Al pueblo pido paciencia, fortaleza”, porque puede que haya un “incremento de violencia, que será respondido con toda la vehemencia”, dijo mirando a los comandantes de policía y Fuerzas Armadas presentes.

El jefe máximo de la guerrilla, Timochenko, en un vídeo difundido por la web de las FARC.
El jefe máximo de la guerrilla, Timochenko, en un vídeo difundido por la web de las FARC.EFE

También a diferencia del Caguán este proceso incluye, además, a los militares. La Asociación Colombiana de Oficiales en Retiro, Acore, pidió al presidente Santos que el general retirado Jorge Enrique Mora, conocido por su mano dura cuando fue comandante de las Fuerzas Militares acompañe, junto con otros tres portavoces militares, los diálogos. Al margen de las exigencias, muchos analistas consideran que el hecho de que vayan a la mesa facilita la reconciliación. Al fin y al cabo, los muertos en su mayoría son guerrilleros y soldados.

De esta manera, el Gobierno de Santos se ha movido con extremo cuidado porque tiene dos retos monumentales: convencer a las FARC a firmar la reconciliación y también convencer a la sociedad colombiana de que el diálogo es la alternativa que hay que tomar en este momento. Para llegar a este punto, desde agosto de 2010 cuando llegó a la Casa de Nariño, ha sacado adelante una legislación progresista: la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, el Marco para la Paz, entre otras herramientas que mostraba sobre la mesa.

Santos pidió paciencia ante posibles nuevos ataques de las FARC

Ahora Colombia espera que llegue la primera quincena de octubre, cuando según el mandatario comenzará en Oslo la segunda fase de estos acercamientos, que son “las sesiones de trabajo reservadas y directas”, que más adelante terminarán en La Habana. La tercera y última fase sería “la implementación simultánea de lo acordado”. Santos aprovechó para agradecer a Venezuela y Chile su acompañamiento en el proceso.

Apenas una hora después de la intervención de Santos, desde La Habana, las FARC presentaban a la prensa internacional un vídeo con la versión del máximo dirigente de la guerrilla, conocido como Timochenko. “Cuánta muerte y destrucción para finalmente concluir que la salida no es la guerra, sino el diálogo civilizado. Nuestra patria no merece esta guerra que declararon contra ella”, dijo el líder guerrillero, que criticó duramente el anterior intento de negociación con el expresidente Pastrana.

“Los alzados llegamos a este intento de reconciliación asediados”, dijo Timoshenko, que advirtió: “La llave de la paz no reposa en el bolsillo del presidente de Colombia”.

Un Gobierno para la negociación

El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, tomó juramento el lunes 3 a los nuevos ministros tras un cambio de Gabinete que se interpreta como hecho a la medida del proceso de paz. Este proceso "se debe iniciar en unas semanas", dijo Santos durante el acto.

"Tenemos por delante también el reto de acompañar al proceso que se debe iniciar en unas semanas para buscar la paz de este país, un proceso que, sin duda, va a ser difícil, pero que si nos proponemos sacarlo adelante, estoy seguro de que así será", dijo Santos durante una ceremonia en la que juraron sus cargos seis de sus ministros.

En el mismo acto añadió que esas conversaciones de paz requieren "del concurso de todos los miembros del Gabinete, de todos los miembros del Gobierno y de todos los colombianos".

Santos tomó juramento de sus cargos a los nuevos ministros del Interior, Fernando Carrillo; de Hacienda, Mauricio Cárdenas Santa María; Salud, Alejandro Gaviria; Minas, Federico Renjifo; Ambiente, Juan Gabriel Uribe, y Transporte, Cecilia Alvarez, en una ceremonia especial en la Casa de Nariño, sede del Ejecutivo.

Según el presidente colombiano, es el "equipo para jugar el segundo tiempo del partido, un segundo tiempo que está lleno de retos, lleno de desafíos, donde tenemos muchísimas metas por cumplir" como la de la reconciliación.

Entre apáticos y optimistas

Que un país como Colombia vuelva sobre una negociación es, para muchos, como intentar reconciliarse con el esposo del que se lleva separado 30 años. Varios de ellos están del lado del expresidente Álvaro Uribe, quien en un encuentro académico en la Universidad Javeriana dijo que le parecía “muy grave” que el presidente Santos le hubiera mentido al país y hubiera realizado conversaciones secretas con un grupo ilegal durante tanto tiempo.

“#ChávezProtegeTerroristas: criminales FARC con Gbno Santos, hacen publicidad electoral a Chávez cómplice de terroristas”, escribió en su cuenta de Twitter el exmandatario.

Otros, como la columnista Salud Herández- Mora, una de las más influyentes en Colombia, cree un craso error sentarse a negociar, sin que las FARC todavía hayan cumplido su promesa de dejar de secuestrar civiles que hicieron a comienzos de este año, antes de dejar en libertad a los últimos policías y militares que tenían en su poder.

Pero del otro lado también están los que creen que estos acercamientos tienen otra cara. Por ejemplo Jorge Armando Otálora, Defensor del Pueblo, quien asegura que las condiciones “sí existen” para un diálogo certero.

El fiscal general, Eduardo Montealegre, esperará hasta este miércoles a que el presidente nombre los negociadores de paz para suspender sus correspondientes órdenes de captura.

E incluso el presidente Barack Obama, horas después del discurso del presidente de Colombia, aseguró en un comunicado desde la Casa Blanca que “la Administración Santos ha demostrado un compromiso férreo para la búsqueda de una paz duradera y para asegurar una mejor vida para todos los colombianos a través de sus políticas de seguridad e inclusión social”.

Sin duda, Colombia se levantará este miércoles con otro ánimo. En mucho tiempo, este país no había escuchado que el gobierno reconociera en las FARC que “han actuado seriamente” hasta el momento, que un líder como Timochenko, tan metafórico y lírico para hablar, asegurara que “la salida no es la guerra, sino el diálogo civilizado”.

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